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La Argentina y el FMI: la economía de Antón Pirulero

Los últimos días que transcurrieron se parecieron a la economía de Antón Pirulero: donde cada cual atiende su juego.

La oposición no aprobó el Presupuesto atendiendo las voces de las urnas que solicitaron una posición discursiva mucho más fuerte. Así dejó sin herramienta al Poder Ejecutivo nacional para gestionar el plan de país propuesto en aquel lejano 2019.

Por el lado del oficialismo, esto implica que de ahora en más tiene discrecionalidad para reconducir la lapicera y negociar tranquilo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en un Presupuesto que nada decía sobre el organismo financiero internacional.

Por el lado del FMI, continuar renegociando el préstamo stand by de 45 mil millones de dólares por uno de facilidades extendidas, mientras el miércoles 22 pasado se realizó el segundo pago de 1.900 millones de dólares correspondiente a la segunda cuota de capital del acuerdo. Para ello, se utilizaron los derechos especiales de giro (DEG), que el propio organismo entregó a los países por la pandemia.

De este modo, los 4.334 millones de dólares volvieron al FMI casi por completo, con los pagos de septiembre y de diciembre, y los intereses de noviembre.

Con las reservas internacionales al límite, la comunidad nacional e internacional observa cómo se seguirá negociando sin mostrar las cartas; con el malestar y la incertidumbre que ello implica, mientras seguimos viendo caer el valor de los bonos argentinos.

La única carta expuesta, hasta ahora, es la discusión sobre la sustentabilidad de la deuda externa y el obstáculo que representa para el desarrollo.

El concepto de sustentabilidad

Las crisis monetarias y de deuda soberana que se dieron en 1994 en México; en 1997 en Corea del Sur, Tailandia y Malasia en 1998 en Rusia; en 1999 y en 2002 en Brasil; en 2001 en Argentina; en 2009 en Grecia, y en 2018/2020 nuevamente en nuestro país, produjeron un amplio debate sobre cómo surgen y cuáles son los mecanismos de resolución y de prevención para futuras crisis.

Esta tendencia es impulsada por el propio FMI, que viene siendo criticado desde hace años por diferentes sectores debido al aumento de las crisis.

La discusión se centra en las variaciones de los tipos de cambio y de las tasas de interés como las variables clave a la hora de determinar los riesgos de mediano y largo plazo relacionados con la sustentabilidad del endeudamiento.

Así las cosas, los conceptos de liquidez, solvencia y sustentabilidad de la deuda son ambiguos.

Según los propios documentos del FMI, la solvencia está en juego cuando se deben contraer nuevas deudas para cumplir el pago de los intereses.

En cambio, el riesgo de liquidez se presenta cuando existe incapacidad de pago en un período determinado. La primera es de largo plazo. El segundo es de corto plazo.

Bajo estas definiciones, el problema de la deuda Argentina correspondería a la segunda tipología.

El tema es que si una crisis de liquidez no se resuelve de inmediato, llega a altos costos de refinanciación y con ello, aumentos en el valor actual de la deuda.

Por ello, el concepto de sustentabilidad del FMI hace referencia al cumplimiento tanto de los criterios de solvencia como los de liquidez, teniendo en cuenta los límites sociales y políticos que determinan la voluntad de pago.

El costo, el servicio de la deuda y el plazo son las dimensiones centrales clave determinadas por dos variables macroeconómicas: la tasa de interés y el tipo de cambio, que dimensionan cuán elevada es en moneda nacional la deuda extranjera. Ambas están sujetas a una enorme incertidumbre con respecto a la estimación futura de su curso.

Un aumento de tasa de interés es un punto resistido por el Gobierno, dado que ven el indicador como uno de los ejes para la recuperación económica.

El FMI ya dejó entrever que solicitará una política monetaria con tasas de interés reales positivas, a fin de estimular la inversión financiera en moneda local como contrapeso al dólar.

Nuestros dos países vecinos ya se encuentran haciendo lo propio. En el caso de Brasil, aumentó la tasa de referencia al 9% para llegar al 11.5% a mediados del 2022, y Chile evalúa nuevos incrementos ante una inflación que se disparó por encima del 6% anual. Actualmente, en Argentina, la tasa de interés ronda el 38%, mientras que la inflación se encuentra cerca del 50%.

Ilustración de Eric Zampieri

Esta situación se profundiza con el escaso crédito, pero aun así la disyuntiva tasas versus dólar no tuvo el efecto deseado; si nos remitimos a los años 2018 y 2019, cuando se llegó a tener tasas cercanas al 80% que no pudieron detener las corridas cambiarias.

Asimismo, la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) expresó recientemente que la era de bajas tasas de interés terminará en 2022, ante el aumento del ritmo inflacionario más rápido en casi cuatro décadas.

Un aumento de las tasas de interés de este país funciona como una aspiradora de fondos para el resto del mundo que genera presiones devaluatorias.

Un reciente estudio publicado por economistas del FMI (Engler, Piazza y Sher, 2021) exponen que la clave del impacto se encuentra en la razón que hay detrás del incremento de las tasas.

Cuando un aumento de la inflación en Estados Unidos provoca un incremento de las tasas de interés en ese país, los efectos sobre los mercados emergentes deberían ser benignos.

No obstante, también entran en juego otros factores.

Gran parte del incremento de las tasas de interés en Estados Unidos se debe a la suba de la prima por plazo, reflejo de una mayor incertidumbre entre los inversionistas respecto a la inflación, el ritmo de la emisión de deuda futura y las compras de bonos por los bancos centrales.

La confianza de los inversionistas en las economías de mercados emergentes podría deteriorarse. En este caso, los países que más dependen del endeudamiento externo podrían sufrir tensiones en los mercados financieros con el impacto en las monedas emergentes.

En nuestro país, con una brecha cambiaria superior al 90%, y ante este escenario de incertidumbre, 2022 será otro año en el que las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) serán sometidas a prueba. Incluso con un acuerdo que permita salir de la situación de imposibilidad de pago.

Hacia una recuperación exitosa

Las estrategias de recomposición de países que atravesaron situaciones de catástrofe desde finales de la Segunda Guerra Mundial hacia una recuperación sustentable, como Japón, la República Federal de Alemania y en el pasado reciente varios países asiáticos como China, se basaron en un endeudamiento en moneda extranjera muy bajo.

Conforme con esto, una estrategia económica para el desarrollo de los países en vías de desarrollo debería seguir una política de crecimiento con bajo endeudamiento externo y excedentes en cuenta corriente. Para ello, es necesaria la importación de tecnología y know-how.

Una de las medidas para lograr este objetivo es la orientación de inversiones extranjeras directas hacia áreas de exportación.

En este sentido, el criterio central para señalar la sustentabilidad de la deuda es la relación entre endeudamiento y la cuenta corriente. Si esta relación es de signo negativo, indica un endeudamiento acumulativo y con ello crecientes obstáculos para el desarrollo.

En cambio, si esta relación es positiva, se pueden considerar los efectos de la deuda inhibidores del crecimiento como bajos o inexistentes.

Un excedente de cuenta corriente implica un tipo de cambio sin presiones devaluatorias, lo que reduce la inseguridad sobre la deuda externa y sus negativas repercusiones sobre la política monetaria y fiscal. Esto impacta en un descenso del nivel del tipo de interés y en una prolongación de los plazos de los créditos internos.

Queda pendiente para 2022 conocer qué se piensa hacer con el dólar, la tasa de interés, el gasto público y con la duda de si “volveremos a lo mismo”.

El Presupuesto hubiese sido un instrumento formal de ciertos lineamientos aunque a veces no se cumplan, pero necesarios para que la economía deje de ser el juego del Antón Pirulero.

* Economista, MBA, directora general de Icda de la Universidad Católica de Córdoba (UCC)

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