La Voz del Interior @lavozcomar: Karina Milei: otra delegación presentada como jefatura

Karina Milei: otra delegación presentada como jefatura

Le preguntaban a Umberto Eco en 2009: “Cuando tengamos junto a nosotros a un criado electrónico capaz de responder a todas nuestras preguntas y también a todas las que no conseguimos formular, ¿qué nos quedará por conocer? Cuando nuestra prótesis lo sepa todo, absolutamente todo, ¿qué deberemos aprender aún?” Respondía Eco: “El arte de la síntesis”.

Nadie imaginaba entonces eso que hoy llamamos “inteligencia artificial”, pero Eco ya estaba intuyendo el desafío. Desgranó sus ideas en unas conversaciones con el dramaturgo y guionista Jean Claude Carriere, que tituló como un manifiesto: Nadie acabará con los libros.

Unos 15 años después, el presidente Javier Milei encabezó un acto político en el Parque Lezama de la Ciudad de Buenos Aires, del cual trascendió especialmente el tramo en el cual descalificó de manera genérica a los periodistas e instó a la concurrencia a que los insultara. Milei subestima el periodismo, porque cree que la inteligencia algorítmica vino a sepultar la función social de la prensa libre. Hay un debate abierto sobre eso, en el que convendría recordar aquella intuición de Eco: a mayor potencia del criado electrónico, mayor relevancia del arte de la síntesis.

El periodismo agredido puede confundirse si hace de los agravios en su contra la única síntesis de la novedad política ocurrida en Parque Lezama. El acto fue convocado en torno de la figura de Milei y programado para que sus seguidores hicieran un gesto público de respaldo a la gestión Milei, pero con el objetivo de subrayar otro protagonismo: el de su hermana, figura central de la estructura política que el oficialismo prepara desde el gobierno para competir en las próximas elecciones. Un acto traccionado por Javier Milei para Karina Milei. La imagen que proyectaron a la sociedad es que el hermano Milei lidera el gobierno, y la hermana Karina, el partido.

Por primera vez se oyó en un discurso de atril la voz de “el Jefe”, como acostumbra llamarla el Presidente. Su mensaje fue breve, limitado a apelaciones emotivas para renovar el apoyo al Gobierno de su electorado más fiel. No tuvo definiciones políticas de contenido programático, sino sólo consignas de advertencia sobre los objetivos de sus adversarios: “Hacen lo posible para boicotear al Gobierno. No van contra Milei, sino contra ustedes”.

Hubo un reconocimiento de lo sorpresivo del fenómeno Milei: “El año pasado ocurrió un milagro y ganamos la presidencia sin tener partido”. Hubo una interpretación sintética del milagro: la conexión entre el discurso de su hermano y la voluntad de cambio del electorado. Hubo una exageración de campaña anticipada: “Vamos a llenar el Congreso en 2025″. Porque aún con un éxito electoral contundente, eso no ocurrirá con la representación parlamentaria.

Coreografía

Eso fue todo. Si alguien esperaba de Karina Milei un discurso como el de su hermano, convencido hasta la médula de tener una síntesis única del orden social deseable para el país y una cosmovisión propia de la gobernanza esperable para todo el planeta, el discurso de “el Jefe” dejó en claro que su rol no será ese. Que liderará un espacio partidario por cuenta y orden de su hermano; que será la mano ejecutora de los designios de su hermano tanto en lo estratégico como en la minucia más irrelevante de lo táctico.

Javier Milei tiene una percepción algorítmica de sí mismo: considera que puede dar, partiendo de su doctrina económica, una respuesta integral sobre todo el vasto universo del comportamiento humano en sociedad. En esa dimensión tan desbordante y ambiciosa, el destino de Karina será apenas el de una coreógrafa fiel. Su discurso proveerá algunas frases motivacionales para el clipping en redes sociales. Como estará a la cabeza de la estructura nacional de La Libertad Avanza, queda claro que el destino del debate allí será vertical, de arriba hacia abajo. En otras palabras: el debate allí adentro deberá luchar para existir.

A nadie puede sorprender esta evolución en marcha de la estructura política del oficialismo, porque el fenómeno de su aparición se corresponde con una crisis profunda de las grandes estructuras prevalentes.

Sobran los ejemplos. El peronismo fue tan moroso en el procesamiento de su último fracaso, que el presidente nacional del Partido Justicialista fue Alberto Fernández hasta el estallido del escándalo de violencia contra Fabiola Yáñez y del bataclán en Olivos. La UCR rueda barranca abajo con una presidencia como la de Martín Lousteau. Un radicalismo tan frágil en sus convicciones republicanas que acaba de objetar la postulación de Ariel Lijo para la Corte Suprema sólo porque no es mujer. El PRO viene de restaurar la presidencia partidaria para Mauricio Macri tras un episodio al borde de los sillazos en el relevo de Patricia Bullrich.

En otras palabras: ninguna estructura política de las que procesaron la crisis de principios de siglo con el recurso de armar coaliciones quedó indemne como para aconsejar a los libertarios el modo en el que deben armar su plataforma de acción política y proyección electoral. Pero la emergencia del “factor Karina” demuestra que los libertarios no vienen a construir esa plataforma con criterios organizacionales visceralmente distintos a las coaliciones a las cuales desplazaron en el ejercicio del poder. El sistema político seguirá sin emprender el arte de la síntesis.

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