Juan Schiaretti: Hay que superar la grieta con un gobierno de unidad nacional
A una semana de las primarias en las que participa como único precandidato presidencial del interior, el gobernador Juan Schiaretti defiende su receta cordobesa para el país y describe el gobierno de unidad nacional que propone. Defensa del federalismo, confianza en la renovación del peronismo cordobés y un vaticinio reiterado: es el fin del kirchnerismo. El siguiente es el diálogo con Voz y voto:
–¿Cómo es para un candidato cordobés intentar entrar en la provincia de Buenos Aires? ¿Qué recepción ha tenido en el conurbano?
–La mejor de las recepciones por parte de la gente y de los medios de comunicación. Porque en definitiva, nuestro planteo es la vuelta a la cultura de la producción y el trabajo, y salir de la cultura del subsidio; y que haya federalismo en serio, algo sobre lo que toda Argentina está de acuerdo. Es también dejar atrás la maldita grieta que tanto daño nos hace, que es el negocio de los políticos que la practican y es la desgracia de la gente. La grieta impide que Argentina pueda funcionar. La inventó Cristina Kirchner hace 12 años y Mauricio Macri entró en eso. Vienen fracasando los dos últimos gobiernos kirchneristas, incluyendo el actual, y el de Macri. La grieta es un empate de debilidades en la que ninguno puede acordar con el que no piensa como él, y mucho menos menos poner en práctica medidas. Lo concreto es que el país, luego de estos 12 años de grieta, tiene un ingreso por habitante que es menor al que había en 2012. Nosotros presentamos una alternativa distinta, que es dejar atrás la grieta, llegar a un gobierno de unidad nacional y ser un país normal, como lo somos en Córdoba, donde podemos pensar distinto pero trabajamos juntos.
–Lo preguntaba porque Buenos Aires es un territorio proclive a un sector de la grieta. Es el bastión del kirchnerismo.
–Vamos a verlo a eso… Porque el kirchnerismo ha perdido varias elecciones también ahí. Vamos a ver ahora el resultado de las Paso. La verdad es que estuve en el corazón del Conurbano y me siento como en casa.
–Además de la grieta política, en su propuesta y también en el discurso de Llaryora se marca una diferencia notoria entre Ciudad de Buenos Aires, el Amba y el resto del país. ¿Cómo se hace para que el votante de esa región se entusiasme con un proyecto que, en alguna medida, va contra algunos beneficios que tiene?
–Es que no vamos en contra ningún habitante de Caba o del Conurbano bonaerense. Van en el sentido de poner equidad en la distribución de los recursos en todo el país.
–Pero hay que sacarles a unos para darles a otros…
–Hay que repartir equitativamente. Es acabar con eso de que los gobiernos nacionales miran al país desde el Amba. Esas inequidades no son responsabilidad del habitante de Caba o del Gran Buenos Aires, es responsabilidad de quienes gobiernan. Miran tanto desde el Amba que no solo son más baratos, porque concentran los subsidios ahí, el boleto de transporte, la luz, el agua y el saneamiento, la nafta, el gas… sino que ponen impuestos que perjudican al interior productivo. El caso más elocuente son las retenciones a las exportaciones agropecuarias. Afectan a los cordobeses y a todo el centro del país. Pagamos un impuesto que no existe en ningún lugar del mundo. Le sacan a quienes producen para después manejar eso discrecionalmente desde el Estado nacional. Nosotros, el 10 de diciembre las vamos a bajar un 25% y en cuatro años las vamos a 0, las vamos a eliminar. Es lo que pienso hacer si los argentinos me eligen de presidente. Para poder comenzar a poner equidad, eso es central. Y también para que haya dólares. Porque ese es otro de los problemas del país: a los que nos están proveyendo hoy entre 60 y 70% de los dólares genuinos que entran a la Argentina les ponen un pie encima. Hay que dar vuelta eso urgente.
–Esta semana, Malena Galmarini, que maneja AySA, dijo que “tenía su corazoncito en Tigre” y que por eso había destinado más fondos para mejorar la infraestructura de allí. ¿Qué opina de esas declaraciones?
–Es decir algo que está a la vista. AySA es una empresa nacional que recibe miles de millones de pesos de subsidios del Estado nacional que ponemos todos los argentinos. Mientras que en el interior, inclusive en la propia provincia de Buenos Aires, se tienen que hacer cargo del servicio de agua y saneamiento. Lo mismo que las otras provincias. Y hay que terminar con eso. En 2018, impulsé y conseguimos que se sancionara una ley para que Edenor y Edesur pasaran a Capital Federal y a provincia de Buenos Aires. Es lo que tiene que ser. Y lo mismo con AySA, pero no pudimos lograr que se sancionara una ley. Luego, el kirchnerismo, cuando asumió, lo volvió para atrás. Lo lógico es que se hagan cargo Caba junto con provincia. Yo voy a insistir con esto. Si me preguntan, digo que tiene que haber subsidios para los que los precisan. Yo soy clase media y no preciso que me subsidien la energía, ni el agua y el saneamiento. A los que precisan, hay que darle. Eso es poner equidad. Y que los distritos que corresponden se hagan cargo, para que no que los tengamos que pagar todos los argentinos, con un déficit enorme que soportamos, sobre todo, los que vivimos en el interior. Hay que terminar con eso de que “Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires.
Schiaretti y el kirchnerismo
–Ha dicho reiteradamente que el ciclo político de kirchnerismo está llegando a su fin. ¿No lo han dado por terminado en demasiadas ocasiones? ¿Qué pasa con el peronismo a nivel nacional? ¿También es un ciclo que empieza terminar?
–El kirchnerismo volvió porque fracasó Macri. En 2015, cuando los argentinos eligieron otro gobierno con otro sesgo, eso indicaba que podía terminarse. Pero el fracaso del gobierno de Macri hizo que volviera el kirchnerismo, y poniendo como candidato a alguien que no tenía nada de autonomía. Esa es la génesis del kirchnerismo, una posición feudal: “Yo manejo todo; y si no manejo todo, es mi enemigo”. Lo único que les interesa es ganar elecciones, y si hay más pobres no les importa, y si no hay trabajo, tampoco. Se dedican a administrar planes sociales más que evitar, generando empleo, que se incrementen. Evidentemente, la sociedad está en contra del kirchnerismo, y es evidente en las elecciones provinciales que ya hubo. Si bien dependen de las características de cada provincia, fue claro que en provincias que gobernó el peronismo no dejaron que fueran los funcionarios nacionales para la campaña. Porque están mal y los rechazan a todos. Solo fueron a festejar el domingo. Y uno ve en las últimas elecciones que aquellos peronistas que quedaron vinculados al kirchnerismo, perdieron.
–San Juan, por ejemplo.
–Y en las Paso de Santa Fe. Es evidente que hay un rechazo de parte de la sociedad. Nosotros somos un peronismo que no tiene nada que ver con el kirchnerismo, y los cordobeses confiaron en nosotros y nos apoyaron para seguir gobernando la provincia. Eso me indica que estamos en el ciclo final del kirchnerismo. Espero que eso se exprese de manera contundente, tanto ahora en las Paso como en la primera vuelta. El peronismo se tiene que reorganizar, dejando de lado la colonización que hizo el kirchnerismo ern los últimos 20 años. Salvo en Córdoba, donde nunca dejamos que nos colonicen y siempre defendimos a nuestra provincia. Yo no tengo el “peronómetro” para decir quién es más peronista… Sería imprudente de mi parte. Pero sí puedo decir lo que expresamos nosotros: un peronismo democrátrico, federal, progresista, republicano. Ese es el camino a nivel nacional. Y también hace falta, para superar esta crisis, un gobierno de unidad nacional. Que le de encarnadura y fuerza a las medidas que se tengan que tomar en la próxima gestión presidencial. Cito como ejemplo lo que pasó en la salida de la Convertibilidad. En una semana tuvimos cinco presidentes. ¿Cuándo comenzó a ordenarse el país y Argentina empezó a caminar hacia una solución? Cuando Alfonsín se juntó con Duhalde y se pusieron de acuerdo. Eso le dio sustento legislativo, social; y luego la Mesa de Diálogo ayudó. Estamos en una situación igual y eso es lo que hace falta para Argentina, que no significa que nadie pierda su identidad. Significa que uno es capaz de reconocer al otro, sus aportes y encontrar puntos en común, y aplicarlos. Porque si gana alguno de los extremos de la grieta, va a seguir este empate de debilidades, que hace que el país esté empantanado.
Schiaretti y Juntos por el Cambio
–Afirma que Macri fracasó y no quiere que gane ninguno de los extremos de la grieta. Sin embargo, le está dando una oportunidad a Juntos por el Cambio, que tiene actores del macrismo. ¿Qué ve ahora en ellos para pensar en un acuerdo?
–No soy quién para opinar de la interna de Juntos por el Cambio. Lo que me interesa es cuál es la propuesta de gobierno, el programa que se va a aplicar. Eso se puede discutir después de la primera vuelta, en octubre. Como hicieron en Uruguay el Partido Blanco y el Colorado, que son como la UCR y el PJ. Encontraron un programa común y es el que está aplicando Lacalle Pou.
–¿Con cualquiera de los dos: con Larreta o con Bullrich?
–Con el que esté de acuerdo con este planteo que hacemos.
–No es está dado que usted, si no ingresa al balotaje, va a ir a Juntos por el Cambio sí o sí. ¿Va a depender de un acuerdo?
–Por supuesto. No soy parte de Juntos por el Cambio, ni lo seré. Lo que digo es que hay que hacer algo superador, un programa en el que varias fuerzas estén de acuerdo. Independientemente de quién resulte ganador de la interna.
–¿Cuáles son sus puntos de acuerdo?
–Como dije: la producción y trabajo, y acabar con la cultura del subsidio; el federalismo; terminar con la grieta; ir hacia un país normal; acabar con el déficit fiscal, que es la viga maestra de la inflación de todos estos años. Eso se tiene que traducir en puntos de acuerdo.
–¿Qué lugar piensa para usted?
–Yo espero ser presidente, por eso compito. Aspiro a estar en la segunda vuelta.
–En Uruguay, donde Lacalle Pou sumó a otros partidos y después, cuando se armó el gobierno, hubo dirigentes de esos partidos como ministros. ¿Es posible pensar eso? Si fuera usted presidente, ¿tendría ministros de Juntos por el Cambio?
–Si yo soy presidente voy a tener ministros de los partidos políticos que coincidan conmigo y que tengan capacidad de gestión. Porque lo que hace falta en Argentina es gestionar las cosas. No que estén comentando la realidad.
–¿Sin importar el origen?
–No importa de dónde vienen, sino a dónde vamos. Lo que no puede ser es que los políticos comenten la realidad en vez de ejercer las funciones para las que fueron electos. Y no puede ser que se estén peleando. Hay que gestionar, hacerse cargo de los problemas de la gente y buscar soluciones. Uno de los grandes problemas de Argentina es la gestión. Menciono siempre lo del gasoducto, porque tenemos grandes posibilidades de traer dólares vía gas y petróleo. ¡Y estuvieron 7 años para hacer un gasoducto de 600 kilómetros! Eso porque no hay gestión. No lo pudo hacer Macri, porque se quedaron discutiendo si era público o privado. Y después vino el otro (por Alberto Fernández) y volteó la licitación. Nosotros en Córdoba, en un año y medio, hicimos 3.080 kilómetros de gasoductos. Eso es gestionar.
–¿La gestión es víctima de la ideología?
–Sí, es víctima de la cultura de la grieta. La mayoría de los políticos se dedican a pelearse y no a resolver los temas para los que fueron electos. Se dedican a justificar su inacción. La gestión es la voluntad de transformar las cosas, es abocarse y trabajar para eso. Nuestra fórmula, además de ser la única del interior productivo, porque los demás son del Amba, tiene esa característica.
–¿Puede llegarse a un gobierno de unidad sin que antes haya una crisis? En Argentina, los procesos de cambio siempre salen de una mega crisis. ¿Confía en que lleguemos a fin de gobierno sin un estallido inflacionario?
–Estamos en crisis. En una crisis profunda, con una inflación de 130% anual, 20 tipos de dólar, con la diferencia entre el oficial y el Contado con “Liqui”, que es legal pero expresa el paralelo… Eso muestra que estamos en una crisis tremenda. Y la magnitud implica que es necesario hacer un gobierno de unidad nacional. Cuando me dicen: “¿Por qué con este sí y con el otro no?” Porque con el kirchnerismo no tenemos nada en común. Es el responsable mayor de la crisis que hoy estamos viviendo. Hace 3 años y medio que asumieron. Y su candidato, Sergio Massa, que es ministro de Economía, es la expresión palpable del fracaso del gobierno. Agarró hace un año, no hace un mes, y la economía empeoró: pasamos de 65% de inflación a 130%, el dólar $ 240 a $ 560. Esa es la realidad. Por eso, con ese sector no hay posibilidades de hacer un gobierno de unidad nacional. Y porque además está Cristina, y ella siempre quiere ir por todo, siempre quiere manejar todo; y pone candidatos que no tienen autonomía porque no tienen fuerza política. Es lo que hizo con Alberto y lo que hace con Massa. Lo que sí creo es que hay un gran sector del PJ que está colonizado, pero que, cuando hablo en privado, me dice que está dispuestos a pasar a formar parte de un gobierno de unidad nacional. Por eso, tiene que quedar aislado el kirchnerismo. Y con los otros sectores, y más allá de que haya fracasado el gobierno de Macri, podemos caminar juntos con aquellos que estén de acuerdo en estas ideas que propongo.
–¿Cuál es su objetivo en Córdoba: superar la sumatoria de Bullrich y Larreta?
–Aspiro a que los cordobeses me voten a mí. No hago pronósticos. Yo soy la expresión de los cordobeses, soy el único candidato que es del interior, el candidato de Córdoba. Quiero que apoyen a un coprovinciano y que me permitan tener una buena elección. Aspiro a ser el candidato más votado, para que tengamos la posibilidad de tener un presidente cordobés.
Schiaretti y la renovación del peronismo
–Después de 24 años en el poder, el PJ logró revalidar; y además, hubo un proceso de renovación del partido gobernante. ¿Qué expectativas tiene con el gobierno de Llaryora?
–Estoy muy, muy conforme. Siempre lo dicho: para mí, es cumplir un sueño como vienen sucediendo las cosas en la renovación dirigencial en Córdoba. Hemos conseguido que sea gobernador alguien que es joven, que expresa una nueva generación, la posibilidad de superar con éxitos los nuevos desafíos que plantea la vida y la renovación científico-técnico. Pero que además, ha demostrado capacidad de gestión donde le tocó actuar. Ha demostrado sensibilidad, seriedad para gobernar y por lo tanto, da previsibilidad y certeza. Eso me alegra muchísimo. Y también porque lo acompaña alguien que no es del mismo signo político, como Myrian Prunotto, una dirigente radical que ha sido exitosa, es joven, dinámica. Esa impronta radical, junto a la que mostró Martín, que viene del Justicialismo, van a potenciar en la posibilidad de gestión del próximo gobierno. Creo que va a ser un gobierno mejor que el que me tocó encabezar, acompañado por Manuel Calvo. También tengo una enorme alegría por la gran renovación dirigencial que hemos hecho en Córdoba este año. Fue la mayor de la historia política de la provincia. Hubo 290 intendentes que no pudieron ir a la re-reelección ni a la recontra-re-relección; y hubo 29 de los 70 legisladores que estuvieron en igualdad de condiciones. Estaba la ley, pero muchos decían que había que volver a cambiarla. Yo dije que no, que la ley se tiene que mantener. Así, hemos probado que en Córdoba nadie se perpetúa en el poder. Eso es bueno para el funcionamiento de la democracia, y es bueno para la sociedad.
–Se parecen mucho los mensajes de Rodríguez Larreta y el suyo, en eso de ir por la “avenidad del medio”. ¿Qué le hace pensar que la polarización no va a volver a movilizar a los argentinos?
–La señal más contundente, a menos de dos semanas de las Paso, es que todavía nadie vislumbra quién puede llegar a ser presidente. Es la primera vez en muchos años que pasa en Argentina. No hay certidumbre. Eso es lo que a mí me lleva a plantear, con fuerza, mi mensaje. No analizo los mensajes de los otros. Yo digo que soy producción y trabajo, basta de la cultura de subsidios, federalismo en serio, y l que va a bajar las retenciones. Y el que quiere acabar con la grieta. Todos hablan de Córdoba. Los periodistas me preguntan qué tiene la provincia… ¡Somos normales! Somos capaces de pensar diferente y trabajar juntos. Acá, a nadie se le ocurre atropellar a la Justicia. El Superior Tribunal, de los 7 miembros, tiene 3 que fueron nombrados hace 27 años por el doctor Mestre cuando era gobernador y no se nos ocurrió objetar a ninguno de ellos.
–Hay algunos que fueron muy cercanos a su gestión. Por ejemplo, Luis Angulo.
–Pero los fuimos designando vocales porque iban quedando vacantes. Así es la vida, esto es lo normal. No que se ataque a la Justicia. Acá a nadie se le ocurre no acatar un fallo, y miren que hemos tenido fallos en contra. Acá a nadie se le ocurre que la política maneje el Consejo de la Magistratura. La mayoría es de la Justicia y del sector académico, y nunca se cambió el orden de mérito en un concurso. No lo hicimos con De la Sota, y ahora sancionamos una ley que lo prohíbe. Eso da tranquilidad. Fíjense en la Nación: le quieren hacer juicio político a la Corte, le echan la culpa, no pueden designar jueces porque el Ejecutivo manipula lo que dijo el Consejo de la Magistratura, que además no se reúne… Es imposible que un país funcione así. O la libertad de prensa. No hay posibilidad de que una sociedad funcione, que haya democracia y que puedan florecer pensamientos si no hay libertad de prensa. Nunca espiamos a nadie, nunca perseguimos a nadie. Eso origina confianza, algo que se complementa con la certeza de un Estado que es superavitario fiscalmente y austero. Es la provincia que menos empleo público tiene cada 1.000 habitantes, la que impulsa el subsidio al empleo. Además, está la obra pública, que es la mayor en la historia de la provincia, con 8.100 millones de dólares. Y tenemos federalismo adentro, con la Mesa Provincia-Municipios.
Schiaretti y la Justicia
–El fuero Anticorrupción, ¿no significa un elemento de desprestigio para todo ese esquema judicial que tiene reconocimiento en el país?
–El Poder Judicial de Córdoba es el más prestigioso del país y es reconocido por eso. La independencia, más allá de los fueros que tenga, la ve todo el mundo. Cómo organizar los distintos fueros penales y económicos es algo que debe debatirse siempre y está abierto el debate sobre eso.
–En la elección provincial, se vio un escrutinio fallido. ¿Qué evaluación hace sobre lo que pasó en la Justicia? ¿Tuvieron preocupación esa noche?
–Por supuesto. Tanto es así que como la oposición sabía que nosotros habíamos ganado por poco margen y no lo había reconocido, yo por prudencia, y como gobernador, no subí al escenario cuando habló Llaryora. La oposición, esa noche, no reconoció el triunfo… cosa que sí reconoció De Loredo sin un dato.
–¿Hubo mala fe de Luis Juez?
–No, no. No valoro las actitudes. Simplemente señalo. La oposición no reconoció el triunfo.
–Está marcando una diferencia entre Juez y De Loredo.
-Y… es objetiva la diferencia. Estábamos preocupados por la situación y por prudencia no subí a festejar. En relación a los errores que hubo… un millón de veces prefiero que el escrutinio lo organice el Poder Judicial y no la política ni el gobierno. Más allá de los errores que se pueden cometer. Porque eso nos da tranquilidad a todos. Seguramente, los errores tienen que ser vistos. Y por eso, el propio Tribunal Superior de Justicia inició una investigación sobre qué hay que corregir.
–¿Considera que debe haber algún cambio en el Tribunal Electoral? La jueza Marta Vidal lleva muchos años al frente y está jubilada.
–Eso es algo que debe resolver el propio Poder Judicial. El juez electoral está en la Constitución cordobesa, no es una figura que haya creado un gobierno. La Constitución dice que lo tiene que designar el Consejo de la Magistratura. Ahora, el Poder Judicial decidirá, si pidió la jubilación, en qué momento se le concede.
–Ese 25 de junio, en algún momento de la tarde, ¿temió que podía ser el fin de un ciclo del peronismo? Digo por el resultado.
–No, en absoluto. Tenía confianza que íbamos a ganar. Además, hoy están las “mesas testigo”, que las tienen todos los partidos. Tanto le aciertan, porque están científicamente hechas las muestras, que el propio Rodrigo de Loredo, aun antes que saliera el primer resultado oficial, dijo: “Ganaron, es irremontable”. Destaco y valoro esa actitud, porque esa es la actitud que hay que tener en democracia. Sin compararla con ninguna otra actitud.
Schiaretti y el radicalismo
–Se ha manifestado muy cercano al radicalismo…
–Sí.
–¿Hemos vivido equivocados?
–No…(risas). El radicalismo y el peronismo somos dos partidos que tenemos raíces populares, y complementariedad en los pensamientos. Expresamos la producción, el trabajo, los derechos civiles, la movilidad social ascendente. Más allá de que hayamos competido y de que, en una época de la historia que viví como niño, hubo un enfrentamiento muy fuerte. Pero cuando vino la dictadura genocida nos dimos cuenta que todas las peleas eran absolutamente al vicio porque, en definitiva, podemos competir pero tenemos más o menos el mismo pensamiento. Raúl Alfonsín, como presidente, fue el que acabó con esa falsa antinomia radicalismo vs peronismo. En momentos críticos, como en el estallido de la convertibilidad, también Alfonsín y Duhalde dieron la posibilidad de que Argentina superara semejante crisis. Los radicales dicen que soy el más radical de los peronistas, como los peronistas decían que Martí era el más peronista de los radicales. Me siento más cerca de lo que plantea el radicalismo que de otro partido político. Tenemos la misma base social, los mismos pensamientos y prácticamente hemos querido aplicar las mismas políticas.
–El domingo 25 dejó también otras imágenes: una fue el mapa de la zona más productiva de la provincia país, que no acompañó a Llaryora. ¿Qué va a pasar el 13 de agosto en esa zona con usted?
–A Llaryora no lo acompañaron porque no lo conocían lo suficiente para votarlo. Es una cuestión de conocimiento. Nunca en la historia, salvo con Llaryroa, un intendente de la ciudad de Córdoba en ejercicio consiguió ser electo gobernador. Tal vez, los que vivimos en Córdoba y en los alrededores, como es muy conocido el intendente pensamos que el resto lo conoce. Pero no es la realidad. En el interior de la provincia no se conoce tanto, allí se tienen otras vivencias. Y el intendente tampoco puede abandonar su gestión para dedicarse a recorrer la provincia. El propio Mestre estuvo cuatro años, después que dejó de ser intendente de Córdoba, recorriendo la provincia. Y allí recién lo votaron. Pero donde lo conocen a Llaryora, como el Gran Córdoba y hacia el Este, lo votaron. Ahora espero que, como a mí me conocen y saben que el que está firme contra las retenciones soy yo y las voy a bajar, me voten. Que cuando decimos que vamos a bajar impuestos, lo hacemos, como hace dos semanas, cuando bajamos Ingresos Brutos a los servicios conexos al agro: de 4 puntos a 1,75.
Schiaretti y su balance
–¿Cómo califica su ciclo frente al gobierno de Córdoba? ¿De 1 a 10, qué nota se pone?
–Yo me alegro de haber sido parte de estos 24 años de gobierno de nuestra coalición. Fui parte como ministro, en la crisis de la Convertibilidad, de Producción y Finanzas, fui vice y fue tres veces gobernador. Para mí, eso es un orgullo terrible. Un honor que me haya elegido. Como siempre digo: fui, soy y seré un humilde hijo de barrio Talleres oeste. Y me voy tranquilo.
–Póngase una nota.
–No. La nota la ponen los cordobeses. Sería un presuntuoso. Tengo la tranquilidad de haber hecho el mayor de los esfuerzos –y más también– para que Córdoba pudiera progresar, para que nadie la atropellara, para mantener los derechos de la provincia en alto y para que Córdoba pudiera, en concordia y trabajando normalmente, generar más producción y más empleo. Esa fue mi actitud. Seguramente, he cometido muchos errores porque quien trabaja se equivoca. Lo importante es tener la mente abierta para ver esos errores, porque usted solo puede solucionar un problema si se da cuenta. Por eso, me voy con toda la tranquilidad. Siempre tuve claro que soy una circunstancia en la historia de Córdoba y nunca me la creí. Y tengo la tranquilidad de nunca haber sido autoritario ni arbitrario. Si a alguien perjudiqué con una actitud de ese tipo, no me di cuenta y le pido disculpas. Porque si hay algo que no tolero en quien ejerce una posición de gobierno es que sea arbitrario, que sea autoritario, que sea necio, caprichoso y que tome decisiones nada más que para satisfacer su ego. Actué siempre siendo un cordobés que quiere a su provincia, que tuvo la oportunidad de irse a vivir afuera, pero volví acá, y no porque seamos mejores. Este es mi lugar en el mundo.
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