La Voz del Interior @lavozcomar: Javier Milei y el campo: más papista que el Papa

Javier Milei y el campo: más papista que el Papa

El presidente Javier Milei pronunció su discurso como invitado al acto inaugural de la 136ª Exposición de la Sociedad Rural Argentina, en el barrio porteño de Palermo, el 28 de julio pasado, con fuertes definiciones respecto de la importancia del campo, no sólo en la economía sino en la vida política y social del país.

Dijo el Presidente: “Es un hecho que en el siglo 19, cuando pacificamos el país, adoptamos un sistema político, económico y social guiado por las ideas de la libertad. Es un hecho, también, que el gran protagonista de aquella era dorada argentina y el motor económico de esos modelos fue el campo, a tal punto que durante décadas se calificó ese período de gloria argentina como la época del modelo agroexportador. Y pensar que algunos hacen referencia a ese modelo de manera peyorativa”.

Quien esto escribe, por su origen relacionado con el campo, su condición de economista y, especialmente, profesor de Economía Agraria en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba, ha asistido muchas veces a esas exposiciones, a sus actos inaugurales y, cuando ello no fue posible, lo hizo por los medios audiovisuales, de modo que ha escuchado muchos discursos de presidentes de la Sociedad Rural, como de presidentes de la Nación, cuando ellos concurrieron. Por ello, puedo asegurar que nunca escuché un discurso presidencial tan favorable al campo como el de Milei, más favorable aún que el de Nicolás Pino, presidente de la Rural. Mientras Pino puso el foco, principalmente, en el sector, Milei lo hizo desde la perspectiva del economista presidente de la Nación.

Desde la cátedra de Economía Agraria, he enseñado a mis alumnos que lo único que podía –y debía– hacer Argentina era adoptar un modelo agroexportador, pues disponía del recurso fundamental: la tierra. Faltaban los otros dos factores de la producción: trabajo y capital, los cuales se obtuvieron respectivamente a través de la inmigración y de la inversión directa externa, sobre todo en ferrocarriles para el traslado de los granos, lo que posicionó a Argentina a principios del siglo 20 entre los principales países del mundo.

En paralelo, se desarrolló la agroindustria, con tasas de crecimiento similares a las del agro. Como consecuencia de la mecanización rápida de la agricultura, aparecieron los talleres de reparación de esa maquinaria, muchos de los cuales se fueron transformando en fábricas de implementos agrícolas, los cuales muestran hoy una altísima calidad técnica.

Pero ese modelo sufrió un serio revés a partir de mediados de la década de 1940, por políticas populistas y corporativistas que engendraron odio hacia el campo y lo castigaron con precios muy por debajo de los internacionales, con lo cual se detrayeron ingresos desde el sector para subsidiar a las clases urbanas, empresas del Estado deficitarias y una administración central que crecía más allá de lo necesario para cumplimentar las funciones específicas del Estado: la provisión de los bienes públicos.

Esas políticas perversas tuvieron reversión parcial en selectos períodos presidenciales, pero se agravaron en las dos últimas décadas, al agregarse corrupción, mala praxis y más odio –salvo el período de Mauricio Macri–, lo que quizá sea la causa principal de la decadencia de Argentina. El sector pudo sobrevivir –e incrementar su producción– gracias a la capacidad de gestión y de asunción de riesgos y al espíritu de innovación tecnológica de los productores.

Otra gran definición de Milei: “Todos ustedes son los grandes protagonistas de la vida económica argentina. Son quienes tiran para adelante del carro del país, a pesar de la colina que ha estado cada vez más empinada, y por eso, sin duda, merecen ser llamados héroes”.

En mis clases de Microeconomía, decía a mis alumnos que los empresarios son los modernos “caballeros andantes”, porque hay que tener mucho de Quijote para invertir. No exagera el Presidente en su calificación de héroes: compárese al productor argentino con los de los países que tienen tipo de cambio real de equilibrio, no sufren retenciones y, en los principales países del hemisferio norte, gozan además de importantes subsidios.

Además, a los riesgos comunes con otros empresarios, agregan la volatilidad de los precios de sus productos y fundamentalmente, por tratarse de una industria a cielo abierto, están sujetos a todas las inclemencias del tiempo.

Pasando a lo más importante para el productor, Milei detalló los avances en la estabilización macroeconómica y en desregulaciones específicas para el sector agropecuario. Prometió nuevas desregulaciones, la disminución del impuesto Pais al 7,5 por ciento en septiembre y su eliminación al vencimiento, a fin de año. Pidió paciencia por no haber podido salir del cepo todavía y eliminar las retenciones, ya que esto no es posible mientras la inflación no converja a cero.

Acaban de decretarse las desregulaciones prometidas, lo que otorga una carta de confianza respecto del cumplimiento de la palabra empeñada por el Presidente.

* Vicepresidente segundo en ejercicio de la presidencia de la Academia Nacional de Ciencias Económicas

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