La Voz del Interior @lavozcomar: Israel y la culpa de su infalible cúpula

Israel y la culpa de su infalible cúpula

Si Israel no tuviera la “cúpula de hierro”, sus golpes tácticos y estratégicos contra la teocracia chiita en Irán, Hezbollah en el Líbano, los hutíes en Yemen y Hamas en la Franja de Gaza, causarían menos repudios en el mundo.

Si los civiles israelíes no fueran avisados por sistemas de alarmas que incluyen mensajes a cada uno en su celular, ni tuvieran refugios antiaéreos al alcance y el dispositivo de misiles antimisiles que intercepta proyectiles en vuelo, el mundo llevaría años viendo postales desoladoras de edificios destruidos y miles de civiles muertos en Tel Aviv, Ashkelon, Beersheba, Sderot y demás ciudades de Israel.

En esas postales, habría muchos niños judíos muertos y heridos. Serían imágenes tan dantescas como las que dejan los bombardeos israelíes en ciudades gazatíes, donde los civiles están desprotegidos por la milicia que impera sobre ellos. No hay alarmas que anuncien los ataques, ni refugios antiaéreos ni escudo antimisiles.

Sin los sistemas de protección que tiene Israel, además de la formidable “cúpula de hierro”, los misiles balísticos que lanzó Irán en abril y los disparados el martes 1° de octubre, así como los miles de misiles que entregó y fueron lanzados desde el Líbano, Gaza, Yemen, Irak y Siria habrían causado inmensas destrucciones y matado a miles de israelíes, y hubieran plagado el mundo de postales desgarradoras en las que las víctimas serían judías.

Todos esos elementos de defensa que salvan miles de vidas en Israel constituyen una clave crucial para entender el conflicto y su repercusión en el mundo.

Diferencia notable

Es difícil comprender por qué las voces que siempre repudian los bombardeos de Israel y sus consecuencias criminales en Gaza nunca se escuchan para denunciar las andanadas de misiles contra los poblados israelíes.

Si quienes odian a Israel no ven edificios destruidos y niños muertos entre cadáveres de civiles, ¿creen que no hubo bombardeo?

Con otras palabras y ejemplos, eso fue lo que explicó el actor Roberto Moldvasky en un imperdible diálogo con el periodista Ernesto Tenembaum. El sentido común muestra la falsedad de un autoproclamado “progresismo” que se pronuncia como si sólo Israel lanzara bombardeos criminales (que los lanza).

Es lógico que muchas voces denuncien los crímenes israelíes contra la población civil gazatí. Si esas bombas dejan miles de niños muertos, lanzarlas es, objetivamente, un crimen. Se podrán esgrimir razones para cometerlo, pero nunca deja de ser un crimen. Y denunciarlo es correcto.

Lo incorrecto es que las mismas voces no consideren criminales las lluvias de misiles que recurrentemente disparan contra Israel desde Líbano, Irak, Siria, Yemen y, ahora, también directamente desde Irán.

Además de reclamar a Benjamin Netanyahu y su gobierno extremista que detenga el exterminio en Gaza, deberían reclamar a Yahya Sinwar que se rinda. Si Hamas no puede proteger a los niños gazatíes y ni siquiera intenta hacerlo, sino todo lo contrario, que se rinda y abandone la Franja de Gaza.

De ese modo dejará de crecer el número de muertos entre civiles y en la población infantil.

¿Por qué nadie exige a Hamas que se rinda o que haga algo para disminuir las muertes civiles? ¿Por qué no denuncian que los túneles sólo puedan proteger a los comandantes y a los yihadistas de Hamas, pues están vedados para los civiles gazatíes?

Esa población siempre está a la intemperie, donde caen las criminales bombas israelíes, porque las muertes de civiles y especialmente de niños son el centro de la estrategia de Hamas.

Miles de cohetes fueron lanzados contra Israel. Desde los fedayines de Fatah y demás brazos armados de la OLP en los años 1970 y 1980; desde los cohetes soviéticos Katiushas, pasando por los rudimentarios Qassam –que Hamas lleva décadas disparando desde Gaza– hasta los modernos Shahed 136 y los poderosos misiles balísticos disparados desde la República Islámica, además de los sofisticados proyectiles de alcance corto y medio que los iraníes entregan a todos sus proxies en el arco de “resistencia” que puso en funcionamiento el general Qassem Suleimani.

La diferencia no está en la mayor precisión de los ataques israelíes, sino en que la población israelí está protegida por el Estado, mientras que las otras están desamparadas. Allí está la clave para analizar la repercusión internacional del conflicto.

En la dimensión de la opinión pública mundial, se entiende que se repudien los bombardeos israelíes que masacran civiles, incluidos miles de niños en Gaza. Lo incomprensible es que no se repudien también los masivos bombardeos que llevan décadas lanzando contra Israel sus enemigos en el Oriente Medio.

Interceptarlos con la “cúpula de hierro” y proteger a los ciudadanos con alarmas y con refugios no es una culpa de Israel. Es un mérito.

* Periodista y politólogo

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