Instituto, con perfil bajo, sostiene su avance en la Copa de la Liga
Lo dijo el año pasado luego de la importante victoria de Instituto 3 a 1 sobre Huracán en Parque Patricios. Casi con las mismas palabras, sostuvo el mensaje después del empate ante Talleres, en el último clásico que terminó 2 a 2 en el estadio Mario Kempes.
Diego Dabove siempre refiere a “tener los pies sobre la tierra” luego de un logro lo suficientemente movilizador como para ilusionar a cualquier feligrés más de lo debido. El entrenador de La Gloria no sólo conduce el equipo que marcha primero en la Zona B de la Copa de la Liga sino que, con sus palabras, parece dirigir la mirada y la ansiedad de los hinchas hacia objetivos más terrenales.
Otro ejemplo similar es una parte de su mensaje tras la igualdad ante los albiazules. Resaltó el plantel de su rival al encuadrarlo entre los “2 ó 3 mejores del fútbol argentino”. Con esa postura, elogió a su eventual adversario, pero implícitamente le dio un gran valor a lo hecho por sus dirigidos.
Dabove reniega de frases que apunten a destinos incumplibles, aunque sus decisiones parecen azuzar a los jugadores para que puedan acercarlos a la realidad. Los números, en ese sentido, le dan la razón: en cinco partidos, Instituto comparte el liderazgo con River Plate con 11 puntos, con nueve goles a favor y dos en contra (los recibidos en el clásico; en los otros cuatro cotejos, su valla no fue vencida).
Según se ha visto hasta ahora, su labor se apoya en el pragmatismo para plantear los partidos y en el sentido común para liderar un plantel que respeta la solidaridad y el esfuerzo colectivo por sobre las cosas.
Ese aspecto es fundamental. A excepción de la reciente llegada de Silvio Romero, el plantel glorioso no tiene apellidos rutilantes, pero sí tiene portadores de trayectorias sostenidas en la lucha diaria, en el esfuerzo constante, en la búsqueda de un futuro mejor. Esa paridad en jerarquías predispone a todos los jugadores a buscar el beneficio del grupo. Y a ese afán, Dabove se encarga de sostenerlo: cuando ha tenido que reemplazar a Romero, lo ha hecho. Y no sólo una vez, sino ya un par de veces. La respuesta a esa circunstancia fue la naturalidad con la que se debe asumir esa acción, que algunas veces y con otros egos puede desembocar en conflictos.
Lo cierto es que Instituto está puntero. Se sostiene en el muy buen momento de su arquero, Manuel Roffo, y en un jugador de una regularidad llamativa, su capitán Fernando Alarcón, un verdadero líder. En su medio campo sobresale la lucidez de Gastón Lodico, mientras que todos quienes juegan, ya sea todo el partido o algunos minutos, tratan de sostener una estructura que, después del flojo encuentro en el debut ante Deportivo Riestra, se ha ido afianzando.
En su momento fue Talleres; luego le tocó a Belgrano. El liderazgo momentáneo en la Copa de la Liga puede ser un golpe de luz en la trayectoria de un equipo o puede ser parte de una campaña que con el correr de los partidos se torne inolvidable. A Instituto, como líder, no le sobra nada. Su entrenador, con otras palabras, así lo dice, como tampoco se olvida de remarcar que el propósito del plantel y del club es mejorar lo realizado en la temporada pasada. Si los resultados lo siguen acompañando, el tiempo dirá hasta donde llegarán sus ilusiones. Mientras tanto, en Alta Córdoba se está disfrutando este grato momento.
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