Ilda Piedrabuena, un símbolo de la solidaridad a tiempo completo en Río Tercero
“La solidaridad es una forma de vida, es contagiosa. No concibo la vida pasando al lado de alguien sin darle una mano. Pero nunca se puede ayudar a alguien que no quiere ser ayudado”.
Así opina Ilda Piedrabuena (76), una referente del trabajo social y de voluntariado en Río Tercero, con una larga trayectoria además en la educación en esta ciudad.
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Hace 23 años que ayuda a la gente a tiempo completo. Es docente jubilada y desde hace más de dos décadas es activa participante de la ONG La Luciérnaga en Río Terero (hoy Fundación Juntos a la Par). Desde ese lugar, colaboró durante años en las tareas de apoyo escolar, con la miisión de que niñños, niñas y adolescentes de familias vulnerables no abandonen la escolaridad: “Varios de esos chicos ya están en la universidad o en carreras terciarias”, valora.
Narra que en ese acompañamiento en las tareas escolares los chicos y chicas además cuentan con “su casa en el centro, con derechos, en un lugar donde son considerados, donde tienen festejo de cumpleaños, juegos y amigos”. Ilda ya no da clases en el apoyo escolar, pero mutó su vocación en otro proyecto que motorizó para la misma fundación.
En la actualidad, coordina el Proyecto Madres, destinado a mujeres de escasos ingresos y que tiene como finalidad ayudarlas a generar recursos propios, mediante el trabajo artesanal de costura y de tejidos. Es una especie de cooperativa de trabajo, donde se aprende un oficio y se reparten los recursos que se obtienen por la venta de lo producido en los talleres de la institución.
“Hay que comprometerse con el tiempo”, dispara Ilda, quien hasta cuando cambia su auto –cuentan sus compañeras de ruta– piensa cuánto puede trasladar en él para sostener ese proyecto.
Quienes la conocen la definen como “una militante de la solidaridad”.
Ella recuerda que comenzó más decididamente “con esta forma de vida” poco antes de jubilarse, tras una larga carrera como docente, pero también como escritora especialista en Lengua.
Además de su activa coordinación del Proyecto Madres, recorre casi a diario las casas de familias de sectores carecientes de la ciudad y se involucra con cada historia de vida.
Ilda tiene cuatro hijos y seis nietos.
Una mano, siempre
En diálogo con La Voz, recuerda que una vez coordinó una campaña grupal y hubo muchos comercios que también colaboraron, para hacer baños o una pieza más en un asentamiento pegado al río Ctalamochita, conocido como Los Algarrobos. “Las familias levantaron las paredes, pero no tenían plata -cita- para comprar los insumos”.
A la vez, plantea que muchas veces escucha comentarios de todo tipo sobre la pobreza: “Pero hay que ponerse en los zapatos del otro, es fácil juzgar. Habría que estar 10 días viviendo como lo hace una familia careciente y preguntarse si el otro tuvo las mismas posibilidades que uno”. subraya.
Dice que “muchas veces se ataca demasiado al que está más abajo y debiera ser todo lo contrario, porque la luchan bastante, porque no tiene igual acceso ni tuvo la misma oportunidad que quienes están más arriba”.
Ilda, por las dudas y contra cualquier perjuicio, menciona que no hay que olvidar que “vagos hay en todas las clases sociales”.
Se entona y pronuncia: “Una ama de casa de clase media que no trabaja parece que está bien, pero si es pobre, se la considera que es una vaga que no quiere trabajar”.
Y agrega: “Tanta necesidad en sectores pobres me moviliza y pienso siempre qué se puede hacer por esa persona, buscar la solución. Hay que darles herramientas. Siempre intentar que avance por sí misma”. Mucho de eso tuvo en aquella idea, sembrada hace una década, de crear el Proyecto Madres dentro de la Fundación Juntos a la Par.
Ella esquiva los halagos e insiste con que “uno no vive solo ni aislado y todos necesitamos de los demás”.
Hacedora de cultura
La mujer también tiene una reconocida participación en el ámbito cultural local.
Fue dos veces funcionaria del área de Cultura de la Municipalidad de Río Tercero y escribió cuatro libros, algunos con varias reediciones. Usemos correctamente nuestro idioma; Con dominio de nuestro idioma; Primera agenda cultural de Río Tercero y Por los frutos nos conocerán, son los titulos de sus libros. Su especialidad educativa siempre fue la del uso correcto de la lemngua: algunos de sus libros en esa línea fueron de referencia a nivel provincial en el tema.
Respecto a las actividades oficiales relacionadas a la cultura, en la actualidad opina que “falta descentralizar más, está todo concentrado en el centro y no hay acceso igual para todos”.
“Por poco que una pueda dar es mucho para quien la está padeciendo. Tengo muy buena salud, no tomo ningún medicamento. Esto no es mérito mío, esto es la vida, es Dios, lo he recibido de regalo y así lo tengo que dar”, concluye Ilda, sobre sus intensos días, en los que sigue haciendo docencia pero desde otro lugar.
En 2015 fue candidata a Cordobés del Año, selección de personalidades destacadas de todos los rubros que realiza anualmente La Voz.
Ilda Piedrabuena nació en 1947, en Laguna Larga. En 1964 se radicó en Río Tercero. Es licenciada en Letras. Fue profesora de Castellano, Literatura y Latín durante 36 años, en los niveles primario, secundario, terciario y universitario. Se jubiló en 2003 cuando era directora de un colegio para adultos.
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