La Voz del Interior @lavozcomar: Hay que blanquear la política

Hay que blanquear la política

En el país del eterno retorno, las circunstancias cambian, pero los hechos se repiten. Cuando nadie quiere hacerse cargo de la estrepitosa caída del proyecto de ficha limpia en el Congreso Nacional y los estudios televisivos son visitados por oficiosos explicadores que hablan de un nebuloso proyecto superador –que llevaría implícita la posibilidad de que la norma nunca se aplique–, la nueva estrella del firmamento de lo inexplicable es el senador entrerriano Edgardo Kueider.

Este fue atrapado en un control aduanero paraguayo con más de U$S 200 mil sin declarar, amén de pesos y guaraníes. No bien se difundió la noticia, los mentores del senador –los de antes (el peronismo) y los de ahora (el mileísmo)– pusieron en marcha la muy argentina “operación limpieza», que se caracteriza por arrojar la basura al jardín del vecino.

Vale recordar que el senador llegó a su banca de la mano del kirchnerismo, pero enseguida emigró en busca de mejores aires. Al oficialismo, claro, al que le hizo el favor de votarle la Ley Bases en momentos en que un voto a favor cotizaba en alza.

Por cierto, la historia del senador Kueider no comenzó allí: su pasado como funcionario todoterreno le ha dejado dos causas penales, una en Entre Ríos y otra en Capital Federal, por sospechas referidas a enriquecimiento ilícito y lavado de activos, delitos que los argentinos hemos aprendido a comprender. Y a perdonar en más de una ocasión.

La adquisición de diversos bienes –que habría realizado a nombre de testaferros– ha sido el detonante, y la media docena de viajes a Paraguay en los últimos meses, siempre en compañía de su secretaria, no han podido menos que llamar la atención.

Eso y el detalle menor de que haya olvidado presentar sus obligatorias declaraciones juradas de los tres últimos años.

No sería extraño que para explicar esta historia el senador declare que es víctima de una conjura. Por ahora, dijo que el dinero no era de él, sino de su secretaria.

A estas horas, en el Senado de la Nación, el mismo que refugió a Carlos Saúl Menem tras su condena y no votó el desafuero de Cristina Fernández de Kirchner, el mismo donde nadie quiere hacerse cargo de haber permitido que un personaje como Kueider siguiera en el cargo y no trató el proyecto de ficha limpia, en ese recinto clave de la vida democrática, oficialismo y oposición tratan de conjurar un daño irremediable.

La consecuencia de estas preocupaciones es, como siempre, la sobreactuación.

Esta vez, la Justicia debería saldar una de las tantas deudas que tiene con la sociedad argentina, resolviendo sin dilaciones este caso, al simple y solo efecto de que se pueda creer que de vez en cuando quien comete irregularidades en uso de la función pública es juzgado y condenado.

Sería un paso importante en un marco de desencanto generalizado en el que se ha instalado hace tiempo la certeza de que la corrupción está casi legalizada. Pero hasta que se demuestre lo contrario, no hay demasiadas posibilidades de apostar al optimismo.

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