Gustavo Morello, sociólogo y jesuita: “En España, el catolicismo ya no será importante como lo fue”
Uno de los símbolos de la identidad española, el catolicismo, parece estar en jaque. El último Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) muestra un desplome en esta creencia religiosa: sólo un 52% de las personas encuestadas se declara católica, la cifra más baja de la historia. Esa misma medición también da otro dato interesante: sólo los partidos políticos generan menos confianza entre la ciudadanía que la Iglesia Católica.
Hace 45 años que el CIS realiza la pregunta sobre la identidad religiosa y en ese casi medio siglo el porcentaje de personas que se declaran ateas, agnósticas o no creyentes ha pasado de un marginal 7,6% al actual 44,1%.
Si se echa la vista atrás, tan sólo unas décadas se vislumbra un país monopolizado por el catolicismo. En 1978 los creyentes católicos representaban al 90,5% de la población.
Este tremendo cambio sociocultural, y en un periodo tan corto de tiempo, es una de las mayores transformaciones que ha sufrido el país ibérico en su historia. La tendencia presagia que el cambio seguirá profundizándose. Para 2024 se estima que, por primera vez, España dejará de ser mayoritariamente de fe católica. Desde el año 380, cuando el emperador romano Teodosio convirtió el cristianismo en religión exclusiva del Imperio, con Hispania incluida, que no ocurría una transformación semejante.
Por otra parte, para la Iglesia el relevo generacional es preocupante. Los números del catolicismo en este país indican que los jóvenes se alejan cada vez más de la religión. En 1998, el 73,2% de los jóvenes de 18 a 24 años se consideraban católicos. A pesar de que este grupo de edad era el menos religioso ya en aquel momento, solo uno de cada tres rechazaba la fe hace dos décadas. Hoy la tendencia se ha invertido: en 2019 solo el 44% de la población de esa edad se declaraba católica.
Esto ha convertido a España en un país secularizado, lo que se traduce en que el catolicismo está cada vez menos presente en la sociedad, según los registros. Lo que señalan algunos estudios es que estamos ya no solo ante una pérdida de la religiosidad, sino también de la cultura religiosa y de su peso en áreas como la educación y otros estamentos sociales.
En definitiva, los sondeos auguran que en unos meses, uno de los países católicos por excelencia, dejará de serlo de forma mayoritaria. Para entender un poco el fenómeno de la caída de catolicismo en España y tener algunas claves consultamos a Gustavo Morello, sociólogo, profesor del Boston College y jesuita.
–Pareciera que estos datos apuntan a consolidar a España como un país secularizado, lo que se traduciría en que el catolicismo esté cada vez menos presente en la sociedad.
–España se va a consolidar como una sociedad multicultural y multirreligiosa, con un grado de secularización muy fuerte, que es lo común en el oeste de Europa. En el contexto europeo, el dato sorprendente es Italia, que continúa siendo una sociedad muy religiosa en términos clásicos. Entonces, el catolicismo va a ser una presencia importante e histórica, pero no tan importante como lo fue en el pasado. Eso es indudable, pero sería más propio hablar de la Iglesia como institución, ya que la religión sí va a seguir siendo importante. La Iglesia Católica española no es lo que era a principios del siglo 20.
–¿Este desplome de las personas que se declaran católicas nos habla de cierta “conversión” o hay otro matiz?
–Creo que en realidad esto tiene que ver con que anteriormente la gente se identificaba como católica porque no podía no serlo. Todo el aparato ideológico y cultural hablaba de una España católica y ser español era equivalente a ser católico. Creo que esa asociación ya no está más, entonces hay más libertad para identificarse con lo que uno se siente mejor.
–¿Hay algún paralelismo con el caso argentino?
–Creo que el paralelismo más importante con el caso argentino es el cambio de la sociedad. Es decir, si la religión, la parte humana de la religión, es una construcción social, y si todas esas formas de construcción de elementos culturales cambian, la religión también va a cambiar. Por ejemplo, si en Argentina y España en la década de los cuarenta los sindicatos más importantes eran de la economía industrial, eso genera una forma de practicar religión y vida familiar particular, y si cambia la economía también cambia la forma de practicar religión. En ese sentido, Argentina y España son sociedades modernas que están atravesando una serie de cambios culturales y una serie de construcciones y reconstrucciones que por supuesto afectan a la religión.
–Sin embargo, la espiritualidad no ha desaparecido por completo, observamos afiliaciones a creencias más “difusas” y menos institucionalizadas.
–A mí me parece que la religión y la búsqueda religiosa siguen presentes. Creo que hay un problema sobre dónde está y cómo se mira dónde está lo religioso. Estamos acostumbrados a ver la religión como en 1940, es decir, miramos si la gente va a misa los domingos o no, eso es una forma muy protestante y norteamericana de medir la religión, pero que no permite ver otras cosas. Por ejemplo, la Semana Santa en España sigue siendo algo que moviliza a millones de personas. Hay cuestiones que nos indicarían que la religión está en otro lado. Creo que lo que está cambiando es la posición institucional de la Iglesia española en su sociedad. Lo que no sé si está cambiando, y hay que buscar más datos para explorar eso, es la capacidad de la sociedad española para conectar con lo trascendente. Eso me parece mucho más profundo y tal vez no sea tan fácil medirlo, pero hay que problematizarlo.
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