Gran confusión y preocupación con los dólares cara chica y deteriorados
Escribimos y publicamos en La Voz y luego se extendió a los principales medios del país, en los días 28 y 29 de junio de 2019, un artículo titulado “Los viejos billetes de 100 dólares: ¿sirven o hay que cambiarlos?”.
En ese texto comentábamos que habíamos consultado a la Reserva Federal de los Estados Unidos acerca de si teníamos que cambiar los antiguos billetes emitidos antes de 1996, cuando una nueva serie comienza a circular, y esta institución financiera nos contestó: “No, you do not have to exchange your old design banknotes for new ones. All U.S. currency remains legal tender, regardless of the date it was issued” (”No, no tiene que cambiar sus billetes de antiguo diseño por otros nuevos. Toda la divisa estadounidense sigue siendo de curso legal, independientemente de la fecha que se emitió”).
En ese mismo artículo agregábamos: “Algunos países, especialmente sudamericanos, y dentro de esos países algunos sectores, comenzaron a no recibir esta serie, vulgarmente denominada ‘cara chica’, desde hace algunos años, por motivos aún no clarificados, circunstancia esta que fue creando incertidumbre, miedo y preocupación, pues existen enormes cantidades atesoradas de estos billetes, en gran parte de la ciudadanía del mundo, en general”.
Nada ha cambiado
Al día de hoy, estas aseveraciones siguen vigentes, y por la seriedad del país de origen, será hasta que, con la debida anticipación, decida otras alternativas.
Recientemente, la confusión y la gran preocupación pública reapareció por una comunicación ”A 8.079″ de agosto 2024 del Banco Central de la República Argentina (BCRA), que fue malinterpretada por parte de la sociedad. Ahí comunicaba la posibilidad a los bancos y entidades financieras, para descargar en dicho banco los dólares recogidos por los depósitos de los particulares, que fueran los famosos cara chica y los deteriorados.
Esta medida del BCRA fue para favorecer al blanqueo de capitales que impulso el Gobierno nacional. Los bancos tenían esa posibilidad, que no es obligatoria, de recibir esos billetes, sin cobrar ninguna comisión a los depositantes, dado que el ente rector a su vez se los canjeaba, sin ningún costo a los bancos, y la autoridad monetaria se va a encargar de la exportación de esos billetes hacia los Estados Unidos, entregándoselos a la Reserva Federal para la destrucción de los deteriorados y el canje por las nuevas emisiones, en el caso de los “cara chica”.
Debemos decir que no todas las entidades bancarias y financieras hicieron posible este canje gratuito, algunos decidieron no recibirlos por el trabajo y la responsabilidad que ello implicaba.
Luego el BCRA decidió prorrogar ese vencimiento, y lo trasladó al 31 de marzo del corriente año.
Sin fundamento
Debemos reiterar que esa diferencia de valor que se hace entre los billetes posteriores a 1996 y los anteriores a esa fecha –en los que la esfinge de Benjamín Franklin en los billetes de 100 dólares se encuentra dentro de un marco ovalado, además de ser ligeramente más pequeños en dimensiones comparados con las ediciones posteriores– carece de fundamento y responde a preferencias no lógicas de algunos sectores y compradores.
Entonces, para resumir, dividamos en dos el tema.
En el caso de los dólares deteriorados, para que los mutilados tengan valor debe estar intacto más del 50% del billete, mientras que los manchados o tachados deben tener partes esenciales bien visibles, como son la numeración, firmas, pruebas de agua e impresión general. Y, por otra parte, en los billetes emitidos antes del año 1996 cuentan con todo el valor y reconocimiento de un país emisor serio y que necesita que el valor de su moneda tenga plena vigencia y aceptación en el mundo.
No nos olvidemos de que su moneda (el dólar) reemplazó al patrón oro como garantía de convertibilidad monetaria en la mayoría de los países del planeta, lo que le representa a Estados Unidos un beneficio inconmensurable, beneficio que ese país no querría perder nunca.
En definitiva, entonces, no nos preocupemos por la tenencia de dólares cara chica, nunca perderán valor. Hay un país importante que los avala. Los bancos deberían recibirlos sin costo porque a los costos de reemplazarlos en la Reserva Federal de Estados Unidos los absorbe momentáneamente el BCRA. En cuanto a los deteriorados, tampoco pierden valor, en la medida que tengan las mínimas exigencias establecidas.
Tampoco entremos en pánico y confundamos también a los ejemplares “cara grande”, emitidos después del año 1996, que no han tenido, no tienen ni tendrán ningún inconveniente, porque son tan perfectos como los vulgarmente denominados “azules”.
* Licenciado en Ciencias Económicas
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