La Voz del Interior @lavozcomar: Gonzalo Paz: Es difícil tener una política exterior de primer nivel con una economía de quinto nivel

Gonzalo Paz: Es difícil tener una política exterior de primer nivel con una economía de quinto nivel

La ventana de libertad de movimientos para las relaciones internacionales que se abrió tras el fin de la Guerra Fría y que permaneció abierta durante tres décadas, ahora se está cerrando, advierte Gonzalo Paz, profesor e investigador de la Universidad de Georgetown en Washington, experto en relaciones internacionales, política comparada y política económica.

En su paso por Córdoba ofreció una conferencia titulada “La competencia Estados Unidos-China y la situación política internacional”, en el ciclo organizado por el Ieral, la Fundación Mediterránea y La Voz, en la que señaló que la tensión comercial y geopolítica creciente entre ambas potencias marca una nueva etapa en el orden global. Ahora, mantener la libertad para relacionarse será mas costoso para todos los países.

En la siguiente entrevista, Gonzalo Paz habla acerca de esos temas, con especial énfasis en la inserción de la Argentina en un contexto global cada vez más complejo.

–¿Qué piensa de la integración de la Argentina al Brics?

–Argentina está, en primer lugar, en una gran crisis, una situación de vulnerabilidad muy grande, y la política exterior refleja de alguna manera esa situación. Es muy difícil tener una política exterior de primer nivel con una economía de quinto nivel. Entonces, esa vulnerabilidad de la Argentina la transforma en un país oportunista, en un país coyuntural y que además no tiene consensos importantes en política exterior. Consensos internos sobre la proyección del país que precisamente el área de la política exterior debería ser un espacio de acuerdo y de consensos y de estabilidad también, una identidad, y saber cuál es nuestro lugar en el mundo y para dónde vamos. Pero este tema de la crisis recurrente de la Argentina, repito, lo transforma en un país muy vulnerable y muy oportunista.

Posiciones en el tablero mundial

–¿Con qué país le conviene alinearse a la Argentina, según su perspectiva?

–Lo que no puede pasar es estar cambiando, ir cuatro años para un lado, cuatro años para el otro, tener una política exterior zigzagueante. Eso hay que evitarlo. Pero los consensos tampoco se generan de la noche a la mañana, espontáneamente, y además son hijos, en buena parte, de una situación interna de mayor estabilidad. Entonces el problema es que viene una gestión, nos lleva en un sentido; después viene otra gestión, nos lleva en otro sentido, y esto tampoco hace que la Argentina sea un país confiable en el mundo. Evidentemente nuestro país tiene raíces culturales, pertenece a un espacio cultural muy claro; además, tenemos tradiciones políticas que son muy importantes. Por otro lado, tenemos socios económicos en todo el mundo y debemos tener aún más. También hay cuestiones que son importantes para la Argentina y que demandan apoyo internacional regularmente, como por ejemplo el tema de Malvinas, por nombrar uno. Pero, repito, debería ser la política exterior un área de consensos y de relativa permanencia. No es conveniente, mejor dicho, en política exterior estar cambiando de un lado para otro.

–¿Se puede hacer una división entre lo que serían las posibilidades comerciales de Argentina en el mercado internacional y el rol geopolítico de nuestro país en el escenario mundial?

–Estamos en una situación en el mundo en que todos los países tratan de preservar un grado alto de autonomía, pero en el que crecientemente esto es cada vez más difícil. El espacio que se abrió para países como la Argentina, con el fin de la Guerra Fría, fue una ventana de aproximadamente tres décadas. Esa ventana en la que los costos de tener determinadas alternativas de política exterior bajaron drásticamente comparados con los de la Guerra Fría. Estamos en este momento en una situación en que esa ventana se ha cerrado virtualmente. Se ha cerrado y nos hallamos ante una competencia muy intensa, cada vez más intensa, entre Estados Unidos y China, que va a ir dejando menos espacio de movimiento y que va a ir aumentando los costos de las decisiones que se tomen en un sentido u otro. Esta trayectoria me parece muy importante porque, claro, después de 30 años que nos habíamos acostumbrado a cierta libertad de moverse en un mundo, amén de la tradición de neutralidad de la Argentina. Ahora esa ventana se ha cerrado y los costos de las opciones ya han empezado a subir de un modo claro.

–Las elecciones en los Estados Unidos en 2024 y la presencia de Lula en Brasil, ¿cuánto pueden determinar el posicionamiento de la Argentina?

–Bueno, evidentemente los cambios en el escenario internacional repercuten, crean aperturas y también generan limitaciones para distintas opciones. Ha habido cambios muy importantes en Estados Unidos entre la gestión de Trump y la de Biden. Va a haber elecciones el año que viene, en noviembre, el primer martes de noviembre de 2024. Y en nuestro entorno inmediato, que es América latina y en particular América del Sur, evidentemente el nuevo período de Lula viene cargado de expectativas. De todas maneras, Lula III ha sido bastante diferente de Lula I y Lula II. Pero siempre hay que tratar en lo posible de tener una política exterior que sea lo menos partidizada posible. Y Argentina y Brasil, por ejemplo, tienen una estructura de intereses nacionales bastante estable y toda una trayectoria, digamos, de cooperación en democracia que creo yo que hay que tratar de preservar más allá de las diferencias de políticas en la conducción de estos países. En un contexto de democracias, la integración o los esfuerzos de integración, necesariamente hay que tratar de despolitizarlos. Me refiero a no contaminarlos con la política partidaria. Porque, imagínense, en América del Sur es absolutamente imposible que el ciclo político de todos los países de la región coincida. Siempre va a haber países de una orientación política y países de una orientación diferente. Entonces, para una integración sostenida y útil a los países, hay que tratar de que no sean parte de las refriegas políticas internas.

Mercosur y competencias

–¿En qué medida el Mercosur es una fase necesaria para una integración más equilibrada con el mundo y en qué medida es un obstáculo, como está planteando Uruguay?

–El Mercosur está en un proceso de resultados decrecientes. Pero debemos volver a recordar cuál es la base del Mercosur, que es un acuerdo de seguridad entre Argentina y Brasil, que frenó una carrera armamentística y nuclear y puso bajo control simultáneo de los dos países todos los problemas nucleares. O sea, hay una base de seguridad sobre la que se construye el Mercosur. Entonces, por lo tanto, creo que preservar el Mercosur es muy importante. Ahora, es verdad también que el Mercosur no ha tenido una gran agilidad para adaptarse al mundo, a un mundo cambiante. Además, hay que decirlo, Brasil tiene un peso absolutamente desproporcionado en el Mercosur. Una gran diferencia entre el esquema de integración nuestro, en el Conosur, con la Unión Europea, por ejemplo, es la falta de cesión de soberanía y no tenemos instituciones supranacionales robustas. Esto porque Brasil tiene un peso desproporcionado y no tiene ningún interés en ceder ninguna área, decisoria importante. Estas son limitaciones reales, más allá de las coyunturas de los partidos que estén a cargo de los distintos países y del deseo de tener una apertura comercial más grande.

–¿Es una ventaja competitiva para la China tener un capitalismo planificado en relación con los Estados Unidos, cuyo capitalismo está más vinculado a la iniciativa privada?

–La historia lo dirá. Habrá algún momento para hacer balance. Hasta ahora, desde la Revolución, la proclamación de la República Popular China en la Plaza Tiananmen, 1° de octubre de 1949, le fue muy muy mal por muchas décadas a ese esquema, ¿verdad? Un esquema soviético de planificación descentralizada, etcétera, con muy poco espacio para las fuerzas del mercado. Con la liberalización que comienza en el Congreso de diciembre de 1978, se empieza a admitir las fuerzas del mercado que van dinamizando la economía y se produce, hemos sido testigos en estas últimas décadas, un crecimiento espectacular, explosivo, muchos años con tasas de más del 10%, que han transformado a China en un país muy diferente. La primera vez que fui a China, hace más de casi 30 años, prácticamente todos los vehículos eran bicicletas, no había autos. Entonces, da la sensación de que en una coyuntura, tener un control de los instrumentos y poder tomar decisiones rápido aparece como más eficiente. En el largo plazo, bueno, el récord histórico es ambiguo, diría, ¿no? Es difícil pasar un juicio de valor sobre eso. Creo que una marca de Occidente es tener una economía abierta, da la sensación de que el combo democracia con una economía de mercado ha sido muy eficiente por muchísimas décadas, ¿no? Y, bueno, es un espacio de mayor libertad también para los ciudadanos.

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