Godzilla y Kong, El Nuevo Imperio: ¿genialidad de acción o una orgía de efectos especiales sin sentido?
A favor: La vigencia del cine como espectáculo
Jesús Rubio
El mismo viejo chiste de siempre: dos amigos se encuentran y uno comenta que viene de ver Godzilla y Kong, a lo que el otro pregunta: ¿de qué se trata?
Risas en la platea cinéfila. Claro, ¿de qué más se va a tratar una película con ese título sino de la pelea colosal y estruendosa entre ambas criaturas o de la batalla que libran contra otros monstruos igual de quilomberos y espectaculares?
Godzilla x Kong: El Nuevo Imperio, dirigida magistralmente por Adam Wingard, cumple a rajatabla con la obviedad de la respuesta a la irónica pregunta del chiste, ya que es un divertimento XXL con todos los condimentos para satisfacer al fan de los monstruos más pochocleriles, los que hay que ver en cine para disfrutar de las escenas de acción y de los efectos especiales.
No se le puede pedir más de lo que su título indica. Pretender que sea otra cosa, o incluso mejor, es haber errado la puerta de acceso a su mundo, a sus códigos, a las reglas del juego que propone. Es no haber entendido de qué se trata el cine de aventuras pasatistas con monstruos digitales.
Exigir que tenga un guion sutil y un trazo fino en vez de esa brocha gorda con la que delinea a los personajes es casi como pedir música electrónica en el festival del malambo.
Godzilla x Kong reúne los elementos del cine popular de gran escala y los convierte en una experiencia disfrutable y feliz, además de tener un ritmo imparable y la dosis justa de humor para que la trama fluya con amenidad y encanto. Los efectos especiales, las escenas de acción y la música se combinan con efectividad y las peleas cobran un sentido épico que emociona.
Las interacciones de los gigantes es el máximo acierto, sobre todo cuando Kong se comunica con los gorilas esclavos del nuevo villano.
Y el otro punto a favor es que, esta vez, los humanos se complementan con los titanes sin quedar reducidos a meros adornos.
En lugar de morir como si nada, son tratados con el mismo amor que a los principales, una caricia que llega también al espectador.
En contra: Una orgía de efectos especiales
Diego Tabachnik
Vivimos en una era de mezcolanzas y remixes totales, con cruces inesperados, efectistas y hasta incluso, bien logrados. Lo que también es cierto es que atravesamos como contracara una brutal sequía de ideas novedosas.
Bajo ese paradigma, no sorprendió que Warner Bros y Legendary Pictures hayan vuelto a echar mano a dos de los monstruos más reconocidos del cine, protagonistas desde hace décadas de películas acción y ciencia ficción.
Tampoco fue que se mataron pensando: después del bombazo de taquilla que fue Godzilla vs Kong en 2021, ahora volvieron a las salas con Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio.
Ok… uno sabe que con ese título no se va a encontrar con un drama de cine independiente iraní ni mucho menos, pero la película es plana y monocorde, aún cuando tiene chispazos de personajes interesantes (como el youtuber Bernie Hayes que introduce la bienvenida cuota de humor).
Pareciera que la historia es una excusa, casi un estorbo, para desplegar prácticamente el 75 por ciento de la película como una orgía desorejada de efectos especiales.
Algunos están mejores… otros peores…, pero sobre lo que no hay discusión a esta altura es que ya no sorprenden a nadie. No hay más realismo, ni profundidad u originalidad en las secuencias respecto a lo que se viene viendo desde hace ya muchos años.
Sin embargo, la película tuvo un excelente desempeño en taquilla, y los fans también la aprobaron.
Eso nos lleva a una segunda cuestión.
¿Cuánto hay que saber de una franquicia para que sea entretenida e involucre emocionalmente al espectador? En este caso, no se trata de un universo tan complejo en sí para poder seguir la narración (como quizás sucede con la infinidad de películas de Marvel que van encastrando el desarrollo de cada personaje), pero definitivamente no seduce por igual a quien no es un asiduo espectador de estas películas.
Y a esta altura, es demasiado tener que hacer tarea para ir al cine a ver una de monstruos que se matan a piñas. Párrafo aparte: si te toca verla en segunda fila, salís como si el mono te hubiera pegado a vos mismo.
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