Gobernar es generar trabajo
Un buen gobierno busca, a través de sus políticas, generar previsibilidad y que todo tienda a que en el futuro pueda avizorarse crecimiento económico y social. Las políticas deben estar hechas para generar alegría, sentido de bienestar, de contención social.
En las actuales circunstancias, deben comenzar por devolver a los argentinos la dignidad que algunos gobernantes les robaron con planes sociales, asistencia económica y alimenticia postergada de manera indefinida, porque no les preocupaba la contingencia sino tenerlos cautivos con la dádiva estatal, para manejarlos a su antojo.
Era más fácil emitir y repartir que preocuparse en generar estabilidad económica para atraer inversiones y reactivar el mercado laboral.
En iguales circunstancias, obsesionarse con un déficit cero a costa de discontinuar los tratamientos y los medicamentos a los jubilados es una perversión fiscal, porque el fin último ya no es el ciudadano, sino que cierre la planilla de Excel.
Desde luego que no se puede dar lo que no se tiene como Estado, pero entre el presupuesto para los servicios de inteligencia y el aumento a los jubilados, si el dinero está, el destino de esos fondos es por demás obvio; se llama coherencia, que da el sano juicio en un gobernante.
Si un Estado patológicamente se obsesiona dejando caer a la población en un 52,9% por debajo de la línea de la pobreza, no repara en dejar que sigan cayendo miles de niños en la desnutrición por imposibilidad de consumo de proteínas, como tampoco hace nada respecto de los medicamentos que se tornaron incomprables con un salario obrero o una jubilación, estamos frente a un “degenerado social” que perdió algo tan humano como es la empatía para con el otro. Alguien que carece de sensibilidad desde una posición de poder no gobierna con justicia.
Resulta impopular poner en evidencia estos desmanejos del Gobierno nacional, pero la realidad cae por su propio peso y deja al descubierto a una casta política que se autopercibe anticasta.
Quedarse en silencio es aceptar implícitamente la falta de criterio social dentro de una economía de mercado que debe equilibrar el déficit fiscal, pero no desde el hambre, no desde la falta de salud ni desde la falta de educación.
El interior comenzó a marcar rumbos más previsibles. Los estados provinciales con presupuestos acotados por la tijera libertaria trabajan en equilibrar este déficit social, buscando desarrollar nuevos empleos; inducen a construir inteligencia colectiva, donde todos los sectores sociales aporten su visión de cómo armonizar capital-trabajo y tecnología para que la ecuación final sea un ganar-ganar para todos.
Si hay seguridad jurídica garantida desde los convenios colectivos de trabajo, hay inversión; si hay inversión, hay tecnología; si hay inteligencia artificial, hay nuevos empleos.
Un gobernador vuelve a levantar el postulado de que “el trabajo dignifica”, su política de Estado va orientada en ese sentido de dignificación, entendió y reivindica que “gobernar es generar trabajo”.
* Secretario general de la Unión de Empleados de la Construcción y los Peajes del Interior.
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