Gasto público, ideologías, crisis y pobreza
El incremento del gasto público, más allá de los ingresos genuinos de la Argentina, tienen mucho que ver con las permanentes crisis.
Son gastos exorbitantes, relacionados con ideologías al menos equivocadas, que indefectiblemente provocan el incremento sistemático de la pobreza y de la indigencia, estados estos que vienen creciendo de modo preocupante desde hace ya muchas décadas, en un país que material y humanamente no se lo merece.
Cuando se gasta más de lo que ingresa, y ese mayor desembolso responde a gasto político y no a inversiones –que son las únicas que generan ingresos y empleos–, los gobiernos de turno se ven en la obligación de recurrir al aumento de los impuestos y a la emisión monetaria para cubrirlos.
En cuanto a los impuestos, se parte de incrementar las alícuotas de los ya establecidos, como fue el caso del IVA, que arrancó con un 13%, luego pasó al 15%, más tarde al 18% para terminar en el 21%. Esas subas siempre son justificadas con el carácter de emergencia y por única vez, como ocurrió con los impuestos a las Ganancias, a los bienes personales y a los débitos bancarios (al cheque).
También el Gobierno recurrió y recurre a otro injusto impuesto que es la inflación, que se apropia de parte de los ingresos fijos de los asalariados, los que se van ajustando, pero con demoras.
Y cuando todo esto no alcanza, se recurre a la creación de nuevos impuestos (también temporarios), como por ejemplo las retenciones de las exportaciones y los tributos a la riqueza o a la compra de monedas extranjeras.
Si a todos estos hechos reales les agregamos el condimento que introduce la falta de una planificación política y económica bien consensuada, se produce una pérdida de confianza que agrava aún más la caótica situación, pues desalienta la inversión de residentes y de extranjeros. Y está mundialmente comprobado que la desinversión es sinónimo de desempleo y pobreza.
Gasto
Una estadística real del comportamiento del gasto público parte de un primer período de estudio que va desde 1913 a 1961. Vemos allí que el pico máximo de gasto público consolidado hasta el presente, es decir la sumatoria de los gastos Nación más provincias, más municipios, en relación con el producto interno bruto (PIB), fue del 45% en 1948.
Como ejemplo y al margen, mencionemos que hay algo que influye y mucho en el crecimiento del gasto: el empleo público (que no todo es improductivo). Este fue creciendo desde 2,2 millones en 2000 a 2,9 millones en 2010, para llegar en la actualidad a 3,7 millones. Y vemos que se sigue incrementando la planta de empleados públicos, en algunos casos sin observar ciertos requisitos establecidos para tales cargos.
Equilibrio fiscal
Deducimos, entonces, que la única forma consistente de reducción del déficit fiscal de todo el Estado es la disminución del gasto hasta llegar a los niveles de los ingresos. Hay que preocuparse también por incentivar la inversión, única forma de crear empleos, sustitutos de los subsidios y creadores de la riqueza.
Para lograr el objetivo de incrementar los ingresos por mayor nivel de actividad, y disminuir los gastos, sustituyendo asistencia social con nuevos empleos, es menester cambiar la perspectiva política o ideología –como se le quiera llamar–, considerando al capital como necesario (con las regulaciones y controles correspondientes) y no como un enemigo.
* Contador y licenciado en Ciencias Económicas
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