La Voz del Interior @lavozcomar: Formas sutiles y brutales de exclusión

Formas sutiles y brutales de exclusión

En nuestro país, entre los integrantes de las minorías sexuales, se registra un mayor nivel educativo respecto de la población en general, aunque con peores condiciones de vida y un desempleo elevado, especialmente entre mujeres y varones trans.

Este es el resultado de un relevamiento nacional sobre las condiciones de vida de la diversidad sexual y genérica, que Argentina encaró por primera vez con un equipo multidisciplinario de 50 profesionales, para evaluar la situación laboral, educativa, de salud, vivienda, convivencia y discriminación de las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans, no binarias y otras identidades (LGBTQ+).

La población encuestada superó las 15 mil personas. El 73,1% se consideró cisgénero, es decir, personas cuya identidad de género y sexo asignado al nacer coinciden, mientras que el 22,5% se percibió como personas trans, no binarios y de género fluido. Un 35,7% se identificó como gay; un 22,5%, como bisexual (la mayoría mujeres o mujeres cis, como se observa en otros países), y un 15%, como lesbiana.

En cuanto a sus estudios, la mayoría de los encuestados presentó un nivel secundario completo o superior incompleto (universitario o terciario). Por ello, en términos relativos, el resultado global de la muestra es un nivel educativo algo superior al de la población general.

Pero mientras entre casi un 55% de quienes se identificaron como gays se observó un nivel educativo superior completo o incluso un posgrado, en las personas trans (sobre todo, feminidades o mujeres trans) predominó un nivel educativo menor al resto de la muestra, seguidas por no binarios y otras identificaciones.

En el campo laboral, el estudio detectó que el 77,4% de las personas LGBTQ+ están ocupadas y que la desocupación afecta a un 7,3%, una proporción ligeramente superior a la tasa de desocupación nacional informada por el Indec para el segundo trimestre de este año (6,2%).

Ahora bien, como sucede en el campo educativo, en el interior de este universo hay índices de desocupación considerablemente mayores: entre varones y masculinidades trans, 14,3%; entre feminidades y mujeres travesti-trans, 12,3%; entre no binarios, 10,1%. En otras palabras, gays y lesbianas sufren mucho menos la desocupación.

La educación y el trabajo son dos factores clave para la integración social y la movilidad social ascendente. Las personas cisgénero obtienen mejores resultados que las personas transgénero y no binarios. Es claro que ambas marginaciones van de la mano y se potencian entre sí: en los círculos trans, la deserción escolar es muy alta; también el desempleo. ¿Cómo conseguir un trabajo estable y formal, entonces, cuando no se ha concluido la educación obligatoria?

Todo el cuadro impacta con suma dureza sobre la población travesti y trans. Hace tres años, un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) advirtió que las mujeres trans eran el grupo más vulnerable del país: si la esperanza de vida promedio de los argentinos era de 77 años, para las mujeres trans era de apenas 37.

La exclusión social de ciertas identidades sexuales no es aceptable. Todos tenemos derecho a vivir con la misma dignidad que los demás.

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