Festival Nacional de Tango de La Falda 2023, día 2: un cierre a toda orquesta
Este sábado, el Festival Nacional de Tango de La Falda coronó su 39ª edición luego de una segunda noche de gala que dejó sensaciones más que positivas entre el público y la organización.
Como cierre de la “Experiencia Tango” que propuso el evento desde comienzos de julio, la velada de clausura del festival se llevó a cabo nuevamente en el Anfiteatro Municipal. En el ya tradicional recinto que custodia la estatua de Carlos Gardel, La Falda volvió a manifestarse como la “capital nacional” de la llamada música ciudadana y por segunda noche consecutiva ofreció una grilla con un interesante equilibrio entre figuras de amplia trayectoria y proyectos en distintos grados de crecimiento.
Esa amplitud de opciones estilísticas dentro del género fue destacada nuevamente por el conductor del evento, el histórico Silvio Soldán, que subrayó la calidad y la variedad de una programación artística dinámica y para distintos paladares.
Festival “boutique”
Al igual que en la noche del viernes, un video institucional que celebra la historia del festival y dos coreografías de las cinco parejas del Ballet La Juntada rompieron el hielo de la segunda velada. A las 20.03, la cuenta regresiva se adueñó de la pantalla y el recorrido frenético –aunque no apurado- comenzó.
La programación del sábado volvió a transmitir el que a esta altura es el mayor rasgo distintivo del Festival Nacional de Tango de La Falda. La plasticidad de su grilla, el vaivén de expresiones y formatos y la altísima calidad general de lo que se puede ver en escena le dan al evento su carácter propio, ese brillo de joya que lo convierte en lo que en otras partes del mundo sería calificado como un festival boutique.
Una vez más, el ganador del Certamen de Voces fue el encargado de abrir el escenario en materia de cantantes. Jorge Márquez, desde Buenos Aires, puso la vara bien en alto con una presentación que no dejó dudas. Con un repertorio bien elegido (Y todavía te quiero y Pasional) el cantante le arrancó a la platea la primera ovación de la noche.
Después, dos faldenses alzaron la bandera local en alto. Primero fue Lourdes Galiano, la todavía adolescente que es una vocalista tempranamente madura y no para de crecer. Aunque por momentos su dicción no ayudó a que se la escuchara con claridad, la expresividad de la joven no deja de sorprender y entusiasma de cara a un futuro que se avecina promisorio.
Con dedicatoria a su abuelo, Galiano cantó con el corazón y el público la acompañó como a una hija/nieta. Luego llegó el turno de Daniel Simmons, que también estuvo al borde de la emoción por volver a presentarse en su ciudad y fue muy vitoreado luego de clásicos como Rondando la esquina o Después.
Emoción como denominador común
Siguiendo el tren que traía la noche hasta ese momento, Roxana Fontán fue la primera de las figuras centrales que actuó para un anfiteatro que cerca de la medianoche colgaría el cartel de localidades agotadas. La cantante porteña se despachó con unos “tangazos”, como ella misma definió, y brilló junto al trío que la acompañó.
Luego Los pájaros perdidos, con la correspondiente mención a los desaparecidos durante la última dictadura militar, su versión de Balada para un loco la exhibió en todo su potencial y Silvio Soldán se lo reconoció en el micrófono. Emocionada, Fontán recibió el halago y lo transformó en un bis ganado a tracción. Malena, otra gran decisión a nivel repertorio, selló una actuación que se coló entre las mejores de todo el festival.
Otro momento cumbre se dio tras el primero de tres segmentos con aspectos teatrales a cargo del elenco del Ballet Folklórico Nacional. Jugando “en casa”, Contramano Tango 4 llegó al punto de poner al público en contra de la programación.
Liderado por las “figuritas repetidas” Mauricio Martínez y Lisette Grosso (por lejos, los dos músicos con más minutos acumulados sobre el escenario), el grupo entregó versiones propias de Como dos extraños y Desencuentro, cuyo cierre levantó a la platea y anticipó el pedido de otra. Luego de Libertango, la gente quiso más pero ya era tarde. Señal de atención para la organización, que deberá contemplar otra extensión para el grupo en 2024.
La difícil tarea de tocar luego de los favoritos locales le tocó a Hidalgo Ciprián Trío, un conjunto “al hueso”, con bandoneón, guitarra y la potente voz del cantante bragadense Jesús Hidalgo. Con Los mareados como anzuelo inicial, el ensamble hizo “olvidar” rápidamente el concierto anterior de la mano de una presentación estilizada y distinguida, con la complejidad de lo simple como arma letal.
El tiro del final
La segunda noche del Festival de La Falda incluyó un homenaje al pianista Jorge Arduh, fallecido en mayo. Primero con un video a cargo de Néstor Pousa y Noe Martini, luego con un mano a mano entre los cantores Daniel Simmons y Marcelo Santos, y finalmente con un cuadro del Ballet Folklórico Nacional, “el Fantasista del Teclado” tuvo su reconocimiento con un unánime “gracias maestro”.
Otro maestro que todavía se resiste a los homenajes y sigue al frente de su Gran Orquesta es Osvaldo Piro. Este faldense por adopción mostró su vigencia intacta y lideró una presentación que tuvo matices sinfónicos y la presencia estelar de Santos, que aportó su “vozarrón” en Café La Humedad, María, El amor desolado y Tinta roja, entre otros. Fiel a su costumbre, y a sus 86 años, Piro se hizo lugar para un estreno: Diagonal, el último tema que compuso y que le dedicó a una de las calles principales de la ciudad que eligió para vivir.
Si de trayectoria se trata, la actuación del bandoneonista podría haber cerrado la programación con un moño. Pero parte del encanto que tiene el festival tiene que ver con un recorrido artístico que se plantea más allá de cualquier chapa.
Así llegó el turno de Inés Cuello, cantante recientemente nominada a los premios Gardel por su disco Mi ciudad y mi gente, grabado junto al pianista Pablo Fraguela, también presente en en La Falda. La bonaerense es una cantante con mayúsculas y se lució en un formato casi desnudo a nivel instrumental, que pone su voz en primer plano. Su versión del vals La negadora, de su colega Victoria Morán, trajo aires contemporáneos a una lista en la que se destacaron clásicos como Fruta amarga, Corazón al sur o Cuesta abajo.
De la intimidad propuesta por Cuello y Fraguela a la espectacularidad de Mora Godoy y la Compañía Argentina de Tango sólo hubo unos minutos de transición. La bailarina, referente tanguera en el mundo entero, presentó una versión virtuosa y acrobática de la danza al ritmo de clásicos como La cumparsita o La yumba. Pero junto a su elenco, Godoy también se anima a pasajes con aires electrónicos y hasta a una referencia al trap con Sonido nativo del río (tema de Ysy A junto a Bajofondo). La sorpresa del público ante algunos movimientos y destrezas y la referencia mundialista del final resumieron el espíritu de un show ideal para espantar cualquier atisbo de modorra.
Antes del cierre final, la presencia y la simpatía de Cucuza Castiello le sacaron sonrisas a buena parte del público. No sólo se presentó mano a mano junto a su hijo Mateo (eximio guitarrista), sino que también eligió (e improvisó) un repertorio para “gente de tango”, como dijo desde el escenario. Las versiones de El clavelito, Los cosos de al lado y Garúa, también entre los grandes momentos musicales del festival.
Pero si hubo alguien que conjugó emoción y musicalidad, ese fue Carlos Habiague. El “hijo pródigo” faldense, que hoy trabaja regularmente en diferentes países, volvió a su casa para presentar una vez más una puesta a la altura de la circunstancia.
Junto a sus músicos y bailarines, el cantante hizo todo para guardarse al público en el bolsillo de su saco rosa crema. Caminó entre la platea, saludó a la gente, bailó junto a varias señoras y le dedicó un fragmento a capela a una mujer de 86 años que llegó especialmente a La Falda para verlo. Con su hermana, además, protagonizó una versión a dúo de Mano a mano y se animó a salirse del libreto tanguero con versiones de Roxanne, de The Police, y El mundo, del italiano Jimmy Fontana.
Para el cierre, Habiague eligió el clásico Unchained Melody, popularizado por los Righteous Brothers. Allí, su garganta privilegiada mostró que no tiene techo a la vista y, al parecer, lo mismo sucede con su ambición artística. Por eso fue el cierre indicado para un festival que, sin perder de vista la tradición, pone su acento en las diferentes maneras que existen a la hora de contar de qué se trata esta magia llamada tango.
Más información
Adiós a Jorge Arduh, un maestro tanguero de pasión desbordante
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