Festival de Jesús María 2025, día 3: la épica espontánea de Los Nocheros, Jorge Rojas y Ahyre
Salta a la vista. Si a las 21, horario habitual de comienzo de la transmisión televisiva, los claros de las gradas del anfiteatro José Hernández se concentran en el sector lindante con los corrales de los caballos (el opuesto al de los palenque), es señal de que ese día al menos 10 mil personas dirán presente en el Festival de Jesús María.
Es un cálculo “a ojo” pero permite anticipar números que llegan con precisión un rato más tarde. Y este domingo, cuando el clarín sonó en el escenario Martin Fierro, las tribunas dejaban en claro que la tercera noche de esta edición 59 tenía todo para empardar lo conseguido en las boleterías el viernes y el sábado.
El desenlace final de la noche, con más de 12 mil personas reunidas, verificó ese impactó inicial de la primera postal. Pero además, con la reunión de Los Nocheros y Jorge Rojas por primera vez en contexto de festival, y brillantes participaciones de Ahyre y La Delio Valdez, los números quedaron en segundo plano en el cierre de una velada que tuvo emociones varias y más de un “Latido de la noche” por premiar.
Ahyres nuevos
En una jornada que comenzó temprano con el desfile de la Unión de los Pueblos, y tras una impactante actuación del dúo sanjuanino Saypo, Ahyre tomó el escenario y lo moldeó a su medida.
Los salteños vienen de un 2024 de película, que culminó semanas atrás en el estadio Delmi de su ciudad. Esta nueva presencia en Jesús María se dio en el despertar de su temporada 2025 y encontró a la banda en una de sus mejores versiones.
Vestidos a tonos naranjas y negros, los cuatro miembros ratificaron esa condición de “distintos” que les adjudican hasta los presentadores.
Afianzada su identidad tras cinco años de vida, la formación de los tres ex-Los Huayra (Juan José Vasconcellos, Sebastián Giménez y Hernando Mónico) más Federico Maldonado ha encontrado su propio nicho artístico y se muestra cómoda, segura de sí misma.
Los músicos exhiben el disfrute de sentirse acompañados y la puesta en escena general no tiene nada que envidiarle a un grupo internacional que llega al país para tocar en Cosquín Rock o Lollapalooza.
Ampliado con dos vientos y una batería, el cuarteto salteño es uno de los proyectos más originales y virtuosos de la música de raíz a nivel continental. Que el anfiteatro les haya negado rotundamente la posibilidad de irse sin tocar “una más” fue una señal clara de la popularidad creciente de la que goza el proyecto.
Después del debut de la bonaerense Agustina Banegas, que además de cantar se puso el traje de bailarina, las tropillas entabladas plantearon una de las postales jesusmarienses de cada año. Incluso para quienes saben de qué se trata, el momento no deja de ser impactante por las decenas de caballos que recorren el campo en círculos en busca de sus madrinas.
El tradicional espectáculo ecuestre dejó todo listo para la seguidilla de platos fuertes de esta tercera noche.
Reencuentro festivalero
“Una noche llena de emociones nos espera”, dijo Jorge Rojas al presentarse ante el público. Habían pasado un puñado de canciones, incluida un enganchado de chacareras propias que mostró al cantor y compositor también en su faceta de danzarín.
El músico afincado en Anisacate se refirió tanto a sus 20 años de trayecto solista como a su nuevo reencuentro con la banda que lo catapultó a la fama, Los Nocheros. Va a ser la primera vez que nos encontremos con los changos en un festival”, adelantó sobre lo que vendría más tarde.
Junto a su banda, Rojas recorrió los diferentes matices de un repertorio que bebe del rock, el pop latino, la balada, la chaparrita, la saya y casi cualquier ritmo latinoamericano. En esta oportunidad, el cantante se sumó en varias ocasiones a los bailarines que los acompañan y mostró su destreza en pasos y movimientos.
Antes de cerrar su set, Rojas le pidió tranquilidad al público que no quería dejarlo ir y que también aguardaba el cruce pautado con Mario y Álvaro Teruel y Rubén Ehizaguirre. “No nos almorcemos la cena”, definió citando a un “examigo”.
Por eso, cuando Los Nocheros subieron a escena, el clima general del anfiteatro ya palpitaba la reedición del encuentro protagonizado juntos Rojas en febrero. Sin embargo, el trío salteño tenía varias canciones por interpretar antes de ese nuevo hito en la historia de Jesús María.
No hay que olvidar que el grupo del que Rojas fue parte durante 12 años ha creado o popularizado algunas joyas del cancionero folklórico que hoy son clásicos gracias a ellos. Casi todas ellas (Roja boca, Me enamoré de una zamba, Entre la tierra y el cielo, Tómame, entre otras) fueron interpretadas por los tres músicos junto a una banda que mostró su versatilidad y aportó colores musicales de distinta índole.
Después de Materia pendiente, y con el aviso de Ehizaguirre para que la gente preparara sus teléfonos, Rojas se sumó en el comienzo de No saber de ti, primer clásico que inauguró una seguidilla imbatible: Las moras, Yo soy tu río y Humahuaqueño. Había que ver a esos cuatro cantantes compartiendo y abrazándose entre tema y tema. ¿Acaso de no hay posibilidad de que se combine una gira que reúna nuevamente a Rojas con sus excompañeros al menos durante algunos conciertos?
Chacarera del rancho y Vuela una lágrima se sumaron luego del primer falso final. En ese momento, Ehizaguirre anunció que se venía la guitarreada y, acto seguido, convocó a los Ahyre para que se sumaran en una reunión más espontánea y con Salta como aglutinador. Maldonado, Vasconcellos y Giménez se sumaron a los cuatro músicos y le dieron forma a un septeto vocal iluminado: una especie de fiesta para las armonías vocales que se construyeron entre una serie de músicos que saben lo que es cantar en conjunto.
La Solís Pizarro y La cerrillana, dos zambas salteñas por antonomasia, funcionaron como el cancionero de peña que hizo de este encuentro algo mucho más parecido a una guitarreada que a un plan maestro. Será por eso que la gente despidió a los representantes del folklore norteño con una larga ovación y muchos pedidos para que la cosa no se cortara. Pero no quedaba otra.
Así, después de lo que fue un encuentro inolvidable con un plus inesperado sobre el final, la tercera noche de Jesús María 2025 comenzó a darle lugar a un cierre de calidad “internacional”, según destacaron los conductores.
La Delio Valdez fue el número elegido para bajarle la persiana al domingo a pura cumbia. La orquesta refrendó sus credenciales recientes (incluyendo su primer show en un estadio de fútbol) y mostró el potencial global que tiene este ensamble de 15 músicos y tres cantantes.
En estado de gracia, la orquesta de cumbia hizo lo que tenía que hacer: poner a bailar a una multitud que, pese a algunas excepciones, no tenía pensado moverse del anfiteatro hasta que sonara el último compás. Fue apenas el comienzo del final de una noche que tuvo los ingredientes necesarios para convertirse en un banquete de música y emociones.
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