Exjefe de inteligencia recuerda la Cuba de los años de la Guerra Fría
LA HABANA (AP) — Fabián Escalante Font es un hombre muy alto, delgado y de hablar pausado. Tiene 84 años y una lucidez notable. Recuerda con precisión fechas exactas, nombres completos y relaciona anécdotas.
Durante casi cuatro décadas sirvió como oficial en el Ministerio del Interior de Cuba y terminó siendo jefe de la poderosa Seguridad del Estado, la dependencia que según el fallecido expresidente Fidel Castro frustró más de 600 atentados en su contra.
En la década de 1960 y con sólo 20 años ya había pasado un curso con los agentes de la KGB en la antigua Unión Soviética. Desde 1976 hasta 1982 fue jefe del servicio de inteligencia cubano y llegó a tener el rango de general de división con el cual se retiró.
Desde la revolución socialista Cuba era un foco de atención en Latinoamérica y había quedado en medio de la tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética, al punto que en 1962 la llamada «crisis de los misiles» —que habían sido colocados por Moscú en la isla— estuvo a punto de desatar una conflagración mundial.
“El trabajo de inteligencia es un trabajo de equipo», comentó Escalante durante una entrevista la semana pasada con The Associated Press. “Tienes que tener claro quién es tu enemigo, tienes que tener claro el escenario adonde se van a desarrollar los acontecimientos y cuáles son tus fuerzas y recursos… Una vez determinado eso, el equipo, el aparato, se pone en marcha”.
Según investigaciones presentadas por Escalante en varias publicaciones entre 1959 y 2000 la Seguridad del Estado cubana abortó unos 634 atentados contra Castro, algunos de los cuales parecían de ficción: envenenar sus alimentos o sus cigarros o colocar explosivos marinos para que detonasen mientras buceaba.
“Recuerdo que mi primera actividad en esa misión fue abortar un atentado a Fidel el 26 de julio (de 1960). Los conspiradores implicados estaban en (la popular barriada de) La Lisa y yo fui a una fábrica de pienso y me llevé a los milicianos (obreros comprometidos con la revolución) allí para que me ayudaran a buscar” a los involucrados en el plan, rememoró.
Para Escalante la eficiencia de la inteligencia en Cuba está ligada con el arraigo popular del servicio.
“Los Servicios de Seguridad cubana, tanto de inteligencia como de contra inteligencia, se han apoyado en el pueblo”, comentó. La “cantera” de reclutamiento de sus miembros suelen ser los centros de trabajo o los vecinales Comités de Defensa de la Revolución.
La entrevista se desarrolló en el Memorial de la Denuncia, un museo que recoge muchos de los operativos descubiertos por la Seguridad del Estado durante el tiempo en que Escalante estuvo activo. Allí se pueden ver armas secuestradas, paneles explicativos, pantallas con líneas de tiempo, infografías e imágenes de las víctimas de algunos ataques contra la isla.
Nacido en La Habana el 20 de noviembre de 1940, Escalante fue hijo de un dirigente comunista y una enfermera y vivía en la popular barriada del Cerro. A mediados de los años 50 era dirigente estudiantil y fue varias veces detenido por su lucha contra el dictador Fulgencio Batista.
Cuando triunfó la revolución el 1 de enero de 1959 estaba preso y su nombre figuraba en una lista de jóvenes que iban a ser ejecutados seis días después.
Ya retirado escribió casi una veintena de libros, varios de ellos sobre el asesinato del expresidente estadounidense John F. Kennedy, un tema que visiblemente lo fascina. Unos 63.000 folios secretos sobre el magnicidio fueron desclasificados recientemente por orden del mandatario estadounidense Donald Trump.
Pese al impacto mediático de la medida, para Escalante no hay nada sorprendente en esos documentos.
“De lo que se trata no es de saber si el que disparó se llamó Juan Smith o John Pérez, porque eso es irrelevante… De lo que se trata es saber cuáles fueron las causas, quién estaba en el poder real y por qué”, explicó el exoficial.
En su libro publicado en 2006 titulado “JFK: los archivos de Cuba”, Escalante dio a conocer sus conclusiones: el asesinato de Kennedy fue un complot del que participaron, entre otros, cubanos exiliados entrenados por la agencia estadounidense de inteligencia CIA y vinculados con la mafia en Florida en venganza porque el gobernante no los apoyó cuando se produjo la fallida invasión a Cuba por Playa Girón en 1961.
Escalante afirmó que incluso había recibido la confesión detallada de un exiliado apresado en Cuba –llamado Tony Cuesta y encarcelado tras un atentado en 1969— según la cual él y otros dos cubanos anticastristas habían participado de los planes para matar a Kennedy.
Kennedy fue baleado mientras recorría en un automóvil descapotable las calles de Dallas el 22 de noviembre de 1963. El ataque generó toda clase de teorías, desde la versión oficial que atribuyó el atentado a un solo tirador —Harvey Oswald— hasta las que trataron de inculpar al gobierno cubano o a la Unión Soviética. Los nuevos documentos parecieron eximir a La Habana y Moscú de tales vínculos.
Aunque dijo que los años le pesan, Escalante aseguró que eso no le impide continuar escribiendo y revisando sus documentos.
“Siempre estoy al tanto de lo que ocurre en el mundo, es decir, yo soy un fanático de la información”, explicó con una tableta en mano. “Ahora tenemos la internet, las redes sociales. Escucho todas las noticias de un lado y de otro para hacerme una idea de lo que está pasando”, agregó.
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