La Voz del Interior @lavozcomar: Evangelio de hoy, jueves 1 de agosto de 2024: “Lo mismo sucederá al final de los tiempos”

Evangelio de hoy, jueves 1 de agosto de 2024: “Lo mismo sucederá al final de los tiempos”

En el Evangelio del día, Jesús continúa con la predicación sobre el “Reino de los Cielos”. Al leer el pasaje, el Papa Francisco reflexionó: “La luz del Reino no son fuegos artificiales, es luz: los fuegos artificiales duran solamente un instante, la luz del Reino nos acompaña toda la vida”

“En nuestros días, todos lo sabemos, la vida de algunos puede resultar mediocre y apagada porque probablemente no han ido a la búsqueda de un verdadero tesoro: se han conformado con cosas atractivas pero efímeras, de destellos brillantes pero ilusorios porque después dejan en la oscuridad”, compartió el Pontífice.

“El Reino de los cielos es lo contrario de las cosas superfluas que ofrece el mundo, es lo contrario de una vida banal: es un tesoro que renueva la vida todos los días y la expande hacia horizontes más amplios. De hecho, quien ha encontrado este tesoro tiene un corazón creativo y buscador, que no repite sino que inventa, trazando y recorriendo caminos nuevos, que nos llevan a amar a Dios, a amar a los otros, a amarnos verdaderamente a nosotros mismos. El signo de aquellos que caminan en este camino del Reino es la creatividad, siempre buscando más. Y la creatividad es la que toma la vida y siempre busca maneras diferentes de dar esa vida. Jesús, no puede hacer otra cosa que suscitar la alegría, de descubrir un sentido para la propia existencia y de sentirla comprometida en la aventura de la santidad”, concluyó Francisco en el Ángelus del 26 de julio de 2020.

En la misa, la liturgia de la Palabra es uno de los momentos centrales de la celebración. En este punto, se leen los pasajes de la Biblia que permiten adentrarse en las enseñanzas de Jesucristo. Compartimos los textos del jueves 1 de agosto de 2024 publicados por el sitio web del Vaticano.

Evangelio. (Vatican News)

Liturgia del 1 de agosto de 2024: Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías

Jer 18, 1-6

Esto es lo que el Señor me dijo: “Jeremías, ve a la casa del alfarero y ahí te haré oír mis palabras”.

Fui, pues, a la casa del alfarero y lo hallé trabajando en su torno. Cuando se le estropeaba la vasija que estaba modelando, volvía a hacer otra con el mismo barro, como mejor le parecía.

Entonces el Señor me dijo: “¿Acaso no puedo hacer yo con ustedes, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? Como está el barro en las manos del alfarero, así ustedes, casa de Israel, están en mis manos”.

Evangelio del día: 1 de agosto de 2024

Lectura del santo evangelio según san Mateo

Mt 13, 47-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.

¿Han entendido todo esto?’’ Ellos le contestaron: “Sí”. Entonces él les dijo: “Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”.

Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó de allí.

El Santo del día: San Alfonso María de Ligorio. (Misión Redentorista)

1 DE AGOSTO, SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO: obispo y doctor de la Iglesia, fundador de la Congregación del Santísimo Redentor

Según la página oficial del Vaticano, el Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. En esta sección encontrarás las historias, anécdotas y milagros realizados por estas figuras de vida cristiana a lo largo de distintas épocas y lugares del mundo.

“Los polluelos de golondrina no hacen más que gritar, buscando ayuda y comida de parte de sus madres. Igualmente, nosotros debemos gritar siempre, pidiendo ayuda a Dios para evitar la muerte del pecado, y para avanzar en su santo amor”.

Hoy la Iglesia recuerda al San Alfonso María de Ligorio. El santo nació en Nápoles en una familia noble durante el siglo de la Ilustración. Los padres bautizaron a su primogénito como Alfonso, que significa valiente y noble.

Alfonso demostró inmediatamente sus extraordinarias cualidades: a los 12 años hizo el examen de admisión a la universidad, a la Facultad de leyes, ante el filósofo Giambattista Vico, a los 16 ya ejercía como abogado. Rápidamente se convirtió en el mejor de la ciudad, con la merecida reputación de no perder ni un solo caso. Sin embargo, su vocación religiosa lo llevó a dejar la abogacía para dedicarse al servicio de los más necesitados.

Se convirtió en sacerdote en 1726, dedicando su ministerio a los pobres y abandonados de Nápoles. Su actividad como predicador y confesor fue intensa, y también cultivó el sueño de irse en misión a Oriente.

En 1730, fundó la Congregación del Santísimo Redentor, conocida como los Redentoristas, con el objetivo de predicar y educar a los más marginados. A lo largo de su vida, Alfonso escribió numerosas obras sobre moral y teología, siendo su “Teología moral” una de las más importantes. Se ocupó de tópicos como la virginidad perpetua de María y la infalibilidad del Papa; temas que la Iglesia misma profundizará y en su momento las incluirá en el acervo de la doctrina dogmática.

También fue obispo de Sant’Agata dei Goti hasta que problemas de salud lo obligaron a retirarse. Falleció en 1787, fue canonizado en 1839 y proclamado Doctor de la Iglesia en 1871. En 1950, se le otorgó el título de “Protector celestial de todos los confesores y moralistas”.

Oración de San Alfonso María Ligorio

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado tu mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en este iglesia.

Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.

Amén

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