La Voz del Interior @lavozcomar: Esperando que hagan algo con la inflación

Esperando que hagan algo con la inflación

“Me defiendo como puedo; compré café y azúcar en cantidad y los guardo”, relata un quiosquero al comprador de un café al paso en barrio Jardín, en la ciudad de Córdoba. Es la forma que encontraron miles de comerciantes y consumidores, que imitan la práctica para hacer frente a la alta inflación.

La suba de precios en abril de 8,4% fue un mazazo para el Gobierno, que a través de Sergio Massa había pronosticado para marzo y para el mes pasado cifras en torno del 4%. La de marzo fue de 7,7%.

Lo más preocupante es la suba del 10% en alimentos y bebidas, una cifra que podría repetirse este mes, según relevamientos de consultoras privadas efectuados en los primeros días de mayo.

La Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) prevé que tendrá un alza del 200% este año.

La proyección puede parecer exagerada en relación con otros rubros, que podrían registrar un incremento en torno del 150%, como estimó ayer Guido Sandleris, extitular del Banco Central, al hablar en la Bolsa de Comercio de Córdoba.

Las ventas en los supermercados y mayoristas están por encima de los locales de cercanía, ya que las familias se refugian en la compra de alimentos y otros bienes ante la suba del dólar y la incertidumbre electoral.

La inflación es la principal preocupación para el 60% de los cordobeses, muy por encima de la inseguridad y de la falta de trabajo de calidad, según encuestas partidarias.

Pese a esa inquietud y a los reclamos que formulan productores, comerciantes y dirigentes de la oposición, los principales funcionarios recurren a explicaciones que bien podrían integrar el anecdotario del Viejo Vizcacha.

Alberto Fernández aludió a “la inflación psicológica” que generan los pequeños comerciantes. El ministro de Economía lo supera en exageración: “Argentina no soporta un quilombo más”, dijo ante el reclamo de chacareros afectados por la sequía.

Las justificaciones son inverosímiles.

Familias y empresas demandan que el Gobierno asuma la guerra contra la inflación con medidas que detengan el gasto público innecesario e ineficiente, entre otras acciones.

Más allá de sus enojos, Massa –el virtual candidato presidencial del Frente de Todos– hace lo contrario: la semana pasada pidió al Banco Central una emisión de 140 mil millones de pesos.

En el año, los aportes rozan los 370 mil millones. Esa cantidad de dinero en un contexto de incertidumbre y de desconfianza en el Gobierno es algo así como echar nafta al fuego de la inflación.

¡Ay, el dólar!

Más allá de las justificaciones increíbles y de las acciones para crear enemigos ante cada dato negativo, el Presidente y el ministro dan señales de haber renunciado a llevar los precios a niveles más normales.

El láser de las autoridades apunta a la bóveda del Banco Central, donde las reservas reales son cada vez más exiguas: sólo alcanzarían a 1.400 millones de dólares.

Ese monto permite atender la demanda de divisas hasta julio, mes en que concluye la campaña de granos gruesos. A partir de agosto, las exportaciones agrícolas serán cada vez más irrelevantes, hasta la cosecha de trigo.

Sólo el vapuleado Fondo Monetario Internacional (FMI) –Máximo Kirchner ya encabezó dos marchas contra el organismo y la izquierda lo tiene en el altar de sus críticas– podría salvar al país de un default.

“Argentina está al borde de una nueva crisis, navegando en un banco de niebla”, advirtió Facundo Gómez Minujín, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (Amcham, por sus siglas en inglés).

El Fondo aceptaría adelantar a julio próximo un desembolso de 5.000 millones de dólares, la mitad de lo previsto para el segundo semestre, con un uso parcial en el mercado de cambios, para evitar una corrida cambiaria.

El Banco Central tendrá más dólares para atender los pedidos de importadores y de ahorristas, pero, antes de “quemarlos”, el FMI pedirá que el dólar oficial tenga una suba importante, para “no regalarlos”.

¿Aceptará el kirchnerismo una devaluación, que puede disparar la inflación a otro escalón y sepultar definitivamente las chances electorales?

El clamor de “hagan algo” que el peronismo lanzó durante la crisis que protagonizó Mauricio Macri es, ahora, un búmeran.

De lo contrario, podrían crecer la impaciencia social y el dirigente que propone arrasar con toda la dirigencia partidaria.

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