Especialistas destacaron el rol de la prevención en esta fase de la pandemia
Desde el comienzo de esta pandemia sin precedentes, los seres humanos de todo el planeta hemos tenido que hacer esfuerzos para adaptarnos a distintas situaciones. En mayor o menor medida, la crisis afectó la salud en el plano individual y cobró una mayor dimensión en nuestra escala +de prioridades. Nos dimos cuenta de que no es lo mismo estar sanos que enfermos, permanecer tranquilos que alterados. No da lo mismo.
Especialistas de diversas áreas de la salud reflexionaron sobre los distintos impactos de la pandemia en los planos individual, colectivo y estructural de los sistemas sanitarios. Los expertos fueron congregados para el tercer ciclo del panel Voces Que Suman, una iniciativa de La Voz que se replica en Los Andes, en las plataformas de Vía País y en sus redes de Facebook y de YouTube.
“El cansancio pandémico es una de las emociones que prevalecen en todo el mundo. Frente a situaciones de alto nivel de incertidumbre, activamos la respuesta neurofisiológica del estrés, una reacción normal pero que en la pandemia quedó activada sostenidamente en el tiempo. Estamos en un proceso de adaptación continua que nos irrita y nos pone enojones, molestos, discutimos más. Nos cuesta concentrarnos. Aquello que nos llevaría una hora de trabajo quizás ahora nos demande dos o tres”, explicó Silvia Bentolila, psiquiatra e integrante del Equipo Regional de Respuesta frente a Emergencias Sanitarias de las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud.
En los niños y niñas, abundaron diversas manifestaciones, desde el enojo hasta el cansancio, pasando por síntomas de sobreadaptación, como tics, pesadillas, trastornos en el sueño y en el comportamiento. Al no ir al colegio, el gran ordenador social, los hábitos se vieron modificados, con la pérdida de rutinas y alteraciones en las horas de descanso. Así lo explicó el pediatra, docente y columnista de La Voz Enrique Orschanski: “Es difícil hablar de chicos en general porque vivimos en una sociedad muy fragmentada. Una gran parte de la población, carente de lo básico para su crianza, ha sufrido mucho. Quedaron desconectados. Para quienes sí pudieron comer todos los días, abrigarse y taparse ha sido diferente”.
Durante la primera etapa de la cuarentena más estricta, la alegría fue la emoción predominante en este último grupo. “Los chicos estaban contentos porque podían recuperar a su familia. Tenían los padres en casa y volvieron al desorden habitual que estaban esperando”. Sin embargo, conforme pasaban los meses, sobrevinieron el cansancio y algunos trastornos de movimientos estereotipados, tics y ansiedad. “Muchos profesionales hablaron de enfermedades en la infancia, como depresión. Pero creo que fue una reacción natural y sana que tuvieron los chicos frente al encierro. Por suerte, la mayoría de esas manifestaciones han sido reversibles. Y asumimos que fueron reacciones sanas y naturales”, agregó el pediatra.
Un capítulo aparte se abrió con los equipos de salud, sobre todo quienes estuvieron más expuestos en la atención de pacientes con Covid-19. Andrés Peñaloza, presidente de la Sociedad de Terapia Intensiva de Córdoba, indicó que fue muy duro para los profesionales tener que despedir a los pacientes sin el acompañamiento de sus familiares, en la fase más cerrada de la cuarentena. Con el tiempo, las instituciones fueron humanizando sus terapias incorporando tecnologías para permitir el contacto de los enfermos con sus seres queridos, en especial en sus últimas horas de vida. Más tarde, permitiendo visitas con los equipos de protección personal para minimizar el riesgo de infección.
El desafío de lidiar contra el estrés puso en jaque a muchos profesionales, que tuvieron que hacer uso de “cables a tierra” como el deporte para catalizar la tensión. “Sobre todo al principio, tuvimos que lidiar con el miedo de infectar a nuestras familias cuando todavía no teníamos bien claro cómo tratar a pacientes en estado crítico. Fue un desafío poder mantener la firmeza y objetividad para no impartir subjetividad en la toma de decisiones”, precisó Peñaloza, quien además es director médico del Sanatorio del Salvador.
Por su parte, Osvaldo Artaza Barrios, decano de la Facultad de Salud y Ciencias Sociales de la Universidad de las Américas Chile, sostuvo que todavía nos queda sortear una avalancha de problemas no resueltos, “para lo cual el sistema de salud no está preparado”. “La incertidumbre y el cambio de hábitos de vida generaron una ansiedad como nunca y problemas de salud mental que no hemos dimensionado. Vamos a necesitar fortalecer la capacidad institucional de los países para poder afrontar estas nuevas demandas que se van a presentar”.
Artaza Barrios, quien fue ministro de Salud chileno y consultor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), advirtió que muchas personas que no pudieron despedir a sus seres queridos pueden desarrollar duelos patológicos, con consecuencias que durarían años. Por eso en Santiago de Chile, con el apoyo de las universidades y de las radios locales, se organizó un rito colectivo en el que distintas personas pudieron hacer públicas sus despedidas. El evento conmocionó al país.
“En Chile fallecieron cerca de 40 mil personas, lo que equivale a una ciudad que desaparece. El duelo que no se pudo hacer en buena forma dejó heridas en mucha gente. Por eso hicimos una suerte de rito colectivo en el que los familiares pudieron armar pequeños audios de despedida que se fueron transmitiendo por radio. A las 9 de la noche, miles de chilenos y chilenas salimos con velas para hacer la despedida. Un momento de unión muy potente”, remarcó.
En el marco de la relación del profesional con el paciente, la pandemia fortaleció el vínculo, mejorando la comunicación, a criterio de Pablo Carena, médico cirujano e integrante del comité de crisis de Covid-19 del hospital Nacional de Clínicas. “Creo que se ha revalorizado la palabra que, bien utilizada, ha traspasado barreras. Poder hablar con sinceridad, que la gente entienda que al otro lado hay alguien que le está tratando de explicar lo que pasa. Que no le oculta nada”.
Trabajo en terreno
Los especialistas reconocieron que hoy más que nunca hay que revalorizar el rol de la atención primaria de la salud. De la prevención que los agentes sanitarios puedan hacer no sólo en los dispensarios sino también en terreno, para captar y prevenir patologías.
“Los países que centraron su estrategia en poner respiradores mecánicos y muchos intensivistas se equivocaron. Aquí la clave fueron tres: identificar, trazar y testear para poder aislar a las personas con casos activos. La segunda fue la vacunación y la tercera, la educación para que la población pueda adoptar correctamente las medidas de protección personal. Todo eso se desarrolla en territorio, en las comunidades, por eso es primordial el primer nivel de atención”, señaló Artaza Barrios.
Los especialistas coincidieron en que hay que fortalecer la prevención. Primero para atacar la avalancha de patologías que derivan de controles no realizados el año pasado. Segundo porque es una estrategia costo-efectiva y económica. “El gran problema de salud en América latina son las personas con padecimientos metabólicos crónicos. Eso se resuelve con atención primaria. Si esa estructura es débil, vamos a tener personas con diabetes descompensadas que van a necesitar internación para amputarse una extremidad, conectarse a diálisis o tratamientos caros cuando podrían haberse atendido antes, cerca del lugar donde viven”, finalizó el exconsultor de OPS.
Los especialistas consultados
“Los tres ejes de una nueva estrategia”
Osvaldo Artaza Barrios, Decano de la Facultad de Salud y Ciencias Sociales de la Universidad de las Américas, Chile.
Los países que salieron fortalecidos fueron los que invirtieron en redes de atención primaria y centraron su estrategia en tres ejes. Por un lado, el testeo, seguimiento y control de los casos positivos. En segundo lugar, la promoción de la vacunación. Finalmente, quienes invirtieron esfuerzos en educación y dieron mensajes claros sobre cómo teníamos que cuidarnos con las medidas básicas. Quienes priorizaron los respiradores y recursos en terapia no tuvieron una estrategia acertada desde el comienzo.
“Tiempo de fortalecer los vínculos”
Silvia Bentolila, integrante del Equipo Regional de Respuesta frente a Emergencias Sanitarias de OPS y OMS.
Las acciones individuales pueden cambiar el resultado colectivo. Hay países con rebrotes porque, teniendo las dosis, la gente no se vacuna. Creo que aprendimos a reconocer la salud como bien primordial. Y la importancia de los vínculos del amor, la ternura y el estar conectados de todas las maneras posibles, incluyendo la virtualidad.
“Las personas como proyagonistas de su propia salud”
Enrique Orschanski, pediatra.
Debemos reconocer a la escuela como gran ordenador social. Y que la prevención y la oportunidad lo son todo. Es hora de abandonar el sistema paternalista en el que los profesionales de la salud deben hacerse cargo de la salud. Debemos dejar el lema “Ante la duda, consulte a su médico”. Más bien diría: “Ante la duda, tenga sentido común, acuda a un vecino, sea solidario”.
“Humanizar los cuidados intensivos”
Andrés Peñaloza, director médico del Sanatorio del Salvador.
La pandemia puso en evidencia el valor impalpable de algo tan sagrado como la salud. Además, nos situó en igualdad de condiciones. Desde el que tenía más o menos poder adquisitivo. El virus nos afectaba a todos, aunque a algunos en mayor o menor medida, pero con pocas diferencias. En las terapias vimos partir de la misma manera a todos y nos puso en el desafío de humanizarlas, permitir las visitas cuidadas, minimizando a su vez el riesgo de infección.
“Por una sociedad menos fragmentada”
Pablo Carena, gerente médico del grupo Nobis.
Creo que todos los que intervienen en este sistema tan fragmentado se han visto fortalecidos. Es una nueva relación la que existe entre todos ellos. Tengo un solo miedo: como hace tiempo hablábamos de Covid o no Covid, me preocupa que ahora entremos en una diferenciación entre vacunados y no vacunados.
Consultas virtuales para casos de control
La telemedicina llegó para quedarse, aunque este recurso puede usarse sólo para determinadas situaciones. Ingrid Briggiler, médica especialista en obstetricia y ginecología, así lo sostuvo: “Muchos van a elegir atenderse por este sistema en consultas simples. Nunca urgencias o emergencias graves, donde está en riesgo la vida de un paciente”.
Briggiler fundó la aplicación Llamando al Doctor, que conecta a los pacientes con sus profesionales de la salud de una manera ordenada. Permite saldar aquellas dudas espontáneas mediante un sistema que protege la seguridad de los datos de salud.
“Muchas personas se quedan con dudas y mandan mensajes de WhatsApp. Creo que esa herramienta no es segura para los pacientes. El uso de datos sensibles tiene que estar muy bien cuidado y esa fue nuestra prioridad a la hora de crear la aplicación”, indicó.
La especialista señaló que, antes de la pandemia, quienes promovieron el uso de la telemedicina tuvieron un rol “evangelizador”. “Ahora confirmamos que es útil. Y aunque hay una estabilización en las consultas por coronavirus, seguimos con una alta demanda”.
La pandemia impactó en el plano más estructural de la salud. La telemedicina permanecerá, sostuvo, sobre todo en las consultas de control. No se la recomienda en primeras visitas ni en emergencias, en las que se necesitan revisación médica y contacto cara a cara.
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