Erradicar las mafias criminales de Rosario
A lo largo de muchas décadas, y luego de superar el triste mote de “la Chicago Argentina” que le legó la mafia siciliana en la década de 1930, la ciudad de Rosario supo edificar fama como generadora de renombrados referentes en los ámbitos de la cultura, del arte y del deporte. Ello sin dejar de mencionar su sostenido crecimiento económico, industrial y demográfico, lo cual la ubica entre las principales ciudades de la Argentina.
Pero lamentablemente aquellos laureles hoy descansan en un segundo plano por la irrupción de poderosas bandas vinculadas al narcotráfico que llevan a los habitantes rosarinos a una situación de zozobra permanente.
No es nada novedoso. Pero la escalada de crímenes perpetrados en la vía pública y a plena luz del día ha llegado a desbordar la capacidad de reacción de las fuerzas de seguridad, tanto locales como federales.
Según las investigaciones, en la mayoría de los casos se trata de ajustes de cuentas por presuntos negocios sucios no saldados, en el marco de la comercialización de estupefacientes.
Las secuelas de esta guerra entre malvivientes que pugnan por quedarse con el mercado narco son elocuentes y preocupantes: en lo que va de 2022 (apenas un mes y medio), ya son 41 las personas asesinadas en la principal ciudad santafesina. Son hechos registrados hasta el pasado martes, pero la cifra podría trepar en función de la dinámica criminal.
Aunque las investigaciones en la Justicia están aún en trámite, es probable que no todos los asesinatos tengan vinculación con la mafia narco. Pero hay sobrados antecedentes de traficantes que dirimen sus diferencias a los tiros. Y en algunos casos contra grupos de personas y hasta contra familias enteras.
Todo indica, también, que el Gobierno nacional no dispuso el envío a Rosario de las fuerzas federales necesarias para enfrentar este flagelo, pese a ser un área portuaria de gran movimiento y, por ende, propensa para que circulen cargamentos ilegales desde y hacia el extranjero.
Es de ponderar que uno de los carteles más activos y violentos se desmembró por la condena y prisión de sus principales cabecillas. Pero la batalla por la sucesión nunca dejó de encender disputas irreconciliables, casi siempre con resultados trágicos.
La mayor parte del territorio nacional (incluida la provincia de Córdoba) ha escrito crónicas estremecedoras referidas a la narcocriminalidad.
Allí asoma como noticia excluyente de las últimas semanas la muerte de 24 personas en la provincia de Buenos Aires, por haber consumido droga rebajada con productos químicos de alto poder tóxico.
Es la lacra que las autoridades argentinas no logran dominar, sobre todo en las zonas de frontera con países productores de estupefacientes. De igual modo, a los narcos extranjeros que lograron radicarse en el país y manejar un poder fenomenal.
La Justicia tiene que extender las pesquisas hasta el fondo de este entramado suculento. Incluso frente a las sospechas de presunta connivencia de malos policías que conocen al detalle las cuevas donde operan los narcos a gran escala. También, los quioscos que hacen la diferencia al menudeo.
Rosario es por estos tiempos una usina de noticias estremecedoras. El Estado tiene que hacer algo en bien de erradicar a estas bandas.
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