Entrevista a Podeti, invitado a la Feria del Libro: “Tuve que aprender de cero a los 50 años”
Tras tres décadas de historietas humorísticas de páginas completas en revistas especializadas como Fierro, Cóctel y otras, la prosa humorística de Yo contra el mundo en un blog de Clarín y el trabajo como guionista y desarrollador de series para Disney+, junto a labores musicales y actorales, Esteban Podetti se zambulló en el humor gráfico de viñeta única con la creación de La caja, que publica diariamente en sus redes sociales desde 2016.
Y ese encuadramiento entre cuatro líneas, lejos de limitarlo, desató un nuevo big bang de su humor ácido, desternillante, a veces absurdo e incluso abstracto, siempre sorprendente, que ya generó cinco libros compilatorios y continuamente recibe premios del mundillo comiquero. ¿Cómo y por qué Podeti (a secas y con una sola T es su firma artística) se encontró con el formato del chiste en un cuadrito después de haber pasado tantas páginas?
“Desde mis horas de infancia, lo mío fue hacer historietas largas. Me gustaban las viñetas de humor, pero no era lo que soñaba hacer –historiza Esteban, nacido en 1967–. Con los años, pasan dos cosas: tenés cada vez menos tiempo y energía, y empezás a encontrar aprecio por lo despojado, por ir al hueso. Y en ese sentido, la viñeta sola es ideal, porque te sentás una hora y resolvés una obra”.
Y amplía: “Muchos no saben el laburo infernal que es hacer, no digo una novela gráfica, una página de historieta. Hoy imagino la de 35 por 50 donde dibujé siempre y me da pánico. En La caja me manejo con una A4, gauchita, familiar, y siento que todos los días terminé algo. De ahí viene mi amor”.
Por supuesto, Podeti también valora lo que el esfuerzo por la síntesis puede generar a nivel contenido: “Hay autores de viñeta única, como Gary Larson, que me parecen de un nivel parecido al de un Borges o un Faulkner. Si yo lograra hacer algo así, ya me daría por satisfecho”.
Sintético y contundente
–¿Tuviste que entrenar ese poder de síntesis o lo habías adquirido por ósmosis en tus lecturas?
–Hay cosas que uno incorpora… Pero cuando soy lector, soy lector puro: disfruto, me divierto, no analizo. Y yo, por naturaleza, hago textos larguísimos; y me gustan los dibujos más bien confusos: lo opuesto al humor gráfico. Así que tuve que aprender que el texto sea sintético y el dibujo contundente, a concentrar el humor en un gesto, a limpiar los elementos que no hacen al chiste: si ponés un tipo y sin motivo le dibujás una boina, la gente, en vez de atender al chiste, te va a hacer comentarios infinitos sobre la boina. Y ahora la viñeta se lee en el teléfono, entonces tenés que ser todavía más claro. La mirada de los personajes, por ejemplo, tiene que quedar clarísimo hacia dónde se dirige: ponés la pupila a un costado más extremo del que querías y ya expresa otra cosa. Entonces tuve que aprender de cero a los 50 años. Y todavía me cuesta.
–Tus viñetas abarcan gran diversidad temática y de registros humorísticos que van alternándose sin planificación aparente. ¿O hay algo de estrategia en eso?
–Y… uno es su propio jefe de marketing, entonces tiene en la cabeza algunas estrategias bastante primitivas. Básicamente, no repetir temáticas muy seguido: si hoy hago un chiste de empanadas, mañana no hago otro, aunque ya tenga pensados cinco. Porque a mí ya me da vergüenza, y porque en esto hay un poco de show de magia, donde si te ven los hilos perdés la gracia, ¿no? En realidad es una ilusión, porque en las redes, a la gente los chistes le aparecen aleatoriamente según el algoritmo. Pero igual yo prefiero ir sacando así, una cosa más caótica, salpicada.
–¿Y la idea depende de repentismos o te obligás a métodos, mecanismos, para que surja?
–La idea repentina existe, no es un mito, pero uno no puede depender de eso. Tengo momentos en los que me siento y digo “Bueno, a laburar”. En general, agarro un tema al azar, como el ventilador, y a ver qué chistes de ventiladores me salen. A veces salen cuatro o cinco, y a veces uno, o ninguno. A veces, salen ideas a medias, que las dejo anotadas. Por ahí vuelvo sobre ellas y logro terminarlas, o quedan ahí años, o las descarto. Y a veces, a partir de pensar en ventiladores, sale un chiste de unicornios. Ese componente azaroso está también. Pero tiene que estar, como decía Mauricio Kartun, el patovica que te obliga a trabajar.
¿La caja alude solamente al cuadrito o había algo más en esa inquieta cabeza cuando Podeti eligió ese título? “No, fue absolutamente literal. Estaba muy preocupado por el tamaño en el que se iba a leer –confiesa–. Los primeros originales tenían la mitad de tamaño que los actuales, porque decía ‘Esto se va a leer justamente así, en una cajita chiquitita que es el celular: no puedo irme a la mierda con el tamaño y que después no se lea la letra o no se entienda un detalle’. Enseguida, me dije ‘Bueno, es una cajita’”. Y ‘La caja’ me pareció que no estaba muy utilizado. Salvo por una empresa de seguros para el hogar y el automotor”, remata el autor, con la risa tintando irónicamente sus palabras.
Ciclo Subte, en espacio rojo
Podeti brindará charla y taller este sábado en el marco de Subte, el ciclo de la Feria del Libro consagrado a la historieta. Subte se desarrollará en el espacio Rojo, bautizado “Vicente Luy” y montado en Paseo Sobremonte, desde el viernes entre las 16 y las 21. Cuenta con la curación de la autora local Mariana Salina e involucra a una quincena de firmas de Córdoba y Buenos Aires, con buen equilibrio de género y abundancia de nombres emergentes: Agite, Amorela, Anryel, Cristian Blasco, Valentín Guerrieri, Sol “Pupi” Herrera, Beibi Kebab, Nico Miérez, Caro Panero, Oliverio Schmucler, Sine y más. Además, como siempre, se desplegará una nutrida feria de publicaciones del rubro. Programación detallada, en www.instagram.com/subte_historietas/
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