La Voz del Interior @lavozcomar: Entre acuerdos y deserciones

Entre acuerdos y deserciones

Quizá el tema más relevante de la política nacional por estos días sea la posibilidad de construir una alianza entre el Gobierno y el menguado partido que lidera Mauricio Macri.

De este acuerdo dependerá, muy probablemente, el resultado de los comicios en la provincia de Buenos Aires, de gran impacto sobre el clima electoral con vistas a la renovación presidencial. Aun con resultados favorables en muchas provincias, una derrota en Buenos Aires será un duro golpe para las aspiraciones de Javier Milei.

El Gobierno ensaya un juego pueril y degradante: mientras el Presidente expresa sus deseos de un acuerdo global, sus funcionarios más conspicuos maltratan al PRO, alientan las deserciones y amenazan con presentarse en forma individual en aquellos distritos donde el partido de Macri ya posee una fuerza consolidada.

En la curiosa psicología oficial, hay algunos valores alterados: se exige a los amigos una subordinación total y se negocia con mano blanda con los adversarios y enemigos, realizando concesiones que resultan inadmisibles, si tenemos en cuenta la rudeza del discurso oficial.

Gente voluble

Los éxitos del Gobierno, aún provisorios y frágiles, hacen que muchos piensen que el PRO ya no es necesario, que está destinado a disolverse inevitablemente en La Libertad Avanza.

Mientras el Gobierno seduce a dirigentes alineados con Macri, se convence más de la posibilidad de reducir su oferta en las negociaciones. Cree que sus potenciales aliados están obligados a aceptar cualquier propuesta, por mezquina que sea. Formula ofertas que nadie puede rehusar. Consciente de su poder, lo utiliza de un modo extorsivo e inamistoso. La flexibilidad y generosidad la reserva para los que están en la vereda de enfrente.

La posesión del poder es un atractivo irresistible para muchos dirigentes. Todo lo demás (diferencia de ideas y matices, de estilo) pasa a un segundo plano ante la posibilidad de obtener un mejor posicionamiento, ventajas monetarias o candidaturas expectables. Así sucedió con Patricia Bullrich, a quien se han sumado ahora el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, y el senador cordobés Luis Juez.

Juez ha deambulado por toda la gama política, desde el kirchnerismo hasta el liberalismo. La firmeza de sus convicciones y adhesiones políticas siempre ha distado de ser excesivamente robusta.

Con similar entusiasmo al que hoy expresa por Milei, no hace mucho votó como legislador la aprobación de leyes emblemáticas del kirchnerismo, como la ley de medios y las estatizaciones de YPF y de Ciccone Calcográfica.

Se siente, además, completamente relevado de dar explicaciones sobre estos cambios en su pensamiento. Quizá sus conductas tengan una explicación más simple y razonable: piensa que con el apoyo de Milei tendrá más chance de ganar la gobernación de Córdoba, llegado el momento. Habrá que ver si el electorado convalida estas mutaciones o si ellas deterioran la confianza de los votantes hacia su persona.

La espada y la pared

El año pasado cerró con el 117% de inflación. En el mismo período, el dólar oficial subió el 27%. Insistimos en señalar el retraso cambiario como el problema más severo que deberá enfrentar la economía este año.

El retraso cambiario es uno de los principales pilares en la estrategia del Gobierno en su lucha contra la inflación; el otro es la disminución del déficit fiscal. Pero así como contribuye a la reducción de la tasa mensual de inflación, el retraso cambiario va aumentando presión en la balanza de pagos y sobre la distorsión de los precios relativos. En los últimos días, se ha sumado Domingo Cavallo, en forma prudente y moderada, a la lista de economistas que advierten sobre dificultades futuras.

El sector rural ha pedido una entrevista con el ministro de Economía para plantearle los problemas que enfrenta. Una mejora en el precio internacional de los granos contribuiría al aporte de soluciones, pero las perspectivas no son buenas en ese sentido.

El propio Presidente debió salir al paso para explicar que el dólar no está tan retrasado como en otros momentos de la historia económica nacional. Sin embargo, es evidente que el cepo incumple uno de los postulados básicos de la economía liberal que pregona Milei: estimula las importaciones, desalienta las exportaciones y somete a los fabricantes nacionales a una competencia desigual.

La razón para sostener el cepo es de índole principalmente política, no económica. Milei necesita exhibir su logro esencial: haber reducido la inflación. Con esa credencial, piensa, triunfará en los comicios de octubre próximo. Tal es su necesidad de triunfar que ha decidido reforzar su política reduciendo al 1% mensual la tasa de devaluación (crawling peg).

La situación es curiosa y muy propia de políticas populistas: mientras mayores sean los resultados favorables actuales, mayores serán los problemas futuros.

No creemos que Milei ignore esto, aunque de momento argumente en contrario.

Es la política la que está mandando a la economía.

Como siempre.

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