La Voz del Interior @lavozcomar: Entendiendo a los hiperlaxos

Entendiendo a los hiperlaxos

Cerca del 20% de la población infantil nace con una mayor movilidad en las articulaciones, notable elasticidad y flexibilidad.

A muchos de estos chicos y chicas, les encanta mostrar cómo doblan sus pulgares hasta tocar el antebrazo, los codos para atrás y cómo se sientan en W.

Hacen esto y mucho más porque tienen mayor colágeno en los tendones y ligamentos que sostienen sus articulaciones.

Al estar de pie, las de sus pies plantas se aplanan, incluso después de los 4 años, edad en la que el arco comienza a definirse.

Esta condición se denomina hiperlaxitud ligamentosa (o hiperlaxitud articular).

Es más frecuente entre las chicas y tiene origen genético; por eso, los progenitores suelen recordar que, de chicos, “tenían lo mismo”.

“Tenían”, porque la hiperlaxitud se va perdiendo con los años.

Sólo pocas personas la mantienen; son los que, si se lo propusieran, podrían ser contorsionistas.

Como se trata de una condición benigna, no impide realizar actividades físicas acordes a cada edad.

En casos excepcionales, la hiperlaxitud se asocia a enfermedades congénitas del tejido conectivo (que se manifiestan tempranamente), pero son tan infrecuentes que no deberían preocupar a las familias cuyos niños son sanos con hiperlaxitud.

Ventajas y desventajas

Ser hiperlaxo favorece realizar acrobacias, danza y gimnasia, ya que todas esas especialidades exigen flexibilidad.

Otra ventaja es la facilidad para ejecutar instrumentos musicales que demandan agilidad y extensión de los dedos, como piano, violín y algunos instrumentos de viento.

Como a estos chicos les encanta mostrar sus “rarezas”, es común que tengan el hábito de deslumbrar con sus posturas corporales y extensiones extremas.

Sin embargo, no conviene que abusen de estas demostraciones, ya que con el tiempo las articulaciones se desgastan y sobrevienen crisis de dolor o artrosis.

Muchos tienen mayor propensión a sufrir luxaciones de hombros o de rótulas; y ante una apertura exagerada de la boca (al encarar un sándwich triple), la articulación témporo mandibular puede bloquearse.

Estos riesgos se minimizan vendando tobillos, codos o rodillas para realizar actividades físicas, y trozar las porciones de alimentos para evitar aperturas dolorosas.

Pero tal vez lo más importante sea comprender que el cuerpo de un hiperlaxo condiciona actitudes particulares.

Con un cuerpo más “blandito”, se eligen posturas relajadas y cómodas. El sillón grande suele ser su sitio preferido, donde desparraman su humanidad y pasan largas horas sin moverse (de allí el apelativo de niños/as “fatiga”).

Todo podría malinterpretarse como un “retraso motriz”, aunque tal flojera sólo demuestra menor fortaleza articular y muscular. Son algo torpes, no bobos; son algo lentos, no lelos.

Y queda por comentar la asociación relativamente novedosa entre la hiperlaxitud con estados de ansiedad, estudiada y demostrada en pacientes adultos, pero no en niños.

Investigaciones científicas actuales demuestran que “así como los niños con episodios de ansiedad presentan más hiperlaxitud, los hiperlaxos son más propensos a sufrir síntomas somáticos y ansiedad”. Una constatación en ambos sentidos.

No obstante, es sabido que los episodios o estados ansiosos infantiles tienen un origen multifactorial, por lo que no podría afirmarse que la hiperlaxitud sea la causa excluyente.

Con sentido práctico y de estricta justicia, cabe decir que los hiperlaxos se mueven con más pereza, no son tan hábiles para los deportes de contacto y algunos se muestran lentos en los desplazamientos, por tener pies muy planos, aunque esas características se deben a una condición banal y transitoria, y nunca a un problema psico-emocional.

Cada quien, con lo heredado.

* Médico

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