En Río Cuarto, Llaryora pasó el primer examen en las urnas
La escenografía del festejo oficialista en Río Cuarto tuvo color provincial. La euforia del ganador Guillermo de Rivas y su principal impulsor, el intendente Juan Manuel Llamosas, se vio empardada por la alegría de Martín Llaryora. El gobernador apostó fuerte y pasó el primer examen en las urnas, en su primer año de gestión y como jefe del PJ cordobés.
En medio de las complicaciones por la irrupción del presidente Javier Milei, y el impacto de su duro plan de ajuste, tal vez Llaryora se convenció tarde que las elecciones municipales riocuartenses también eran un desafío político para él.
No pocos peronistas creen que el gobernador debió debutar como jefe del PJ cordobés interviniendo en la áspera interna local entre dos delasotistas puros: el intendente Llamosas y Adriana Nazario.
Preocupado y ocupado por la tensa y cambiante relación con la Casa Rosada, Llaryora dejó en manos de Llamosas la resolución de la interna riocuarense.
Envueltos en diferencias más personales que políticas, Llamosas y Nazario ni llegaron a sentarse a negociar. El intendente ungió a su mano derecha, De Rivas, un funcionario municipal eficiente pero con escaso nivel de conocimiento.
Cuando se confirmaron las candidaturas, con la división del PJ con dos candidatos con chances de ganar, Llaryora se convenció de que las elecciones en la capital alterna cordobesa también eran una cuestión de él, como debutante en el liderazgo del PJ provincial.
Sociedad exitosa
Con un triunfo ajustado en las elecciones provinciales, por un margen mucho menor al previsto, que parió una Legislatura con poder equilibrado y un Tribunal de Cuentas en manos del juecismo, Llaryora entendió que perder en Río Cuarto, más allá que fuera una elección municipal, hubiera sido un sacudón político.
Durante el mes de campaña efectiva que habilitaba la Carta Orgánica municipal, el gobernador puso todo el aparato del Estado provincial a favor de la candidatura del oficialista De Rivas.
“Es cierto que De Rivas no es un dirigente instalado en la ciudad, pero la gestión de Llamosas tiene una muy buena imagen. No se puede perder una elección si tenes buena gestión”, argumentaba Llaryora a todos quienes lo escuchaban, en los días de agitados de la campaña.
Llaryora visitó todas las semanas Río Cuarto con anuncios de obras y programas provinciales, que se distribuyeron con estrategia estudiada en los barrios más carecientes.
Hubo denuncias de clientelismo político por parte del radical Gonzalo Parodi, que incluyeron pruebas de videos. La contundencia del resultado desalienta hasta los reclamos de los opositores.
José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti, la sociedad política cordobesa más exitosa en esta era democrática, siempre aplicaron una regla que fue un límite para amortiguar sus diferencias, que por cierto las tuvieron: el que gobierna, también lidera el PJ.
Es la regla a la que ahora echaron mano Schiaretti y Llaryora. El exgobernador no interfirió en las decisiones del gobernador, que debutaba en las urnas como líder ya no sólo del PJ sino del pregonado “partido cordobés”. Se trata de un ensayo superador del peronismo, en un contexto donde los partidos tradicionales pierden fuerza. El resultado en Río Cuarto seguramente fortalecerá su proyecto político.
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