¿En Córdoba schiarettistas son todos?
La postura de los diputados del peronismo cordobés fue idéntica a la de los legisladores de Juntos por el Cambio a la hora de votar el acuerdo de refinanciación con el FMI. Las críticas que disparan los opositores cordobeses contra Alberto y Cristina Fernández en las tribunas macristas de la TV porteña son las mismas que los schiarettistas repiten de forma más recatada en Córdoba. Los intereses productivos que defienden unos y otros son casi idénticos, los valores culturales que reivindican son similares y los votantes a los que apuntan son los mismos.
Mauricio Macri abundó durante años en elogios a su amigo “el Gringo”, y Horacio Rodríguez Larreta todavía parece pensar preferentemente en Schiaretti cuando habla de buscar un socio peronista para gobernar el país. Sería la sociedad perfecta –desde 2015, muchos consideran que lo es– si no fuera porque en 2023, antes de la elección nacional, habrá una elección provincial: nada que no haya ocurrido ya en 2019 entre Hacemos por Córdoba y Juntos por el Cambio, sólo que mucho más intenso y mucho más confuso.
Para el resto del país, Córdoba es completamente inentendible a nivel político. Es probable que también lo sea cada vez más para los propios cordobeses: pese a que se empieza a definir un escenario de enfrentamiento encarnizado por la sucesión de Schiaretti, entre la dupla opositora que conforman de hecho Luis Juez y Rodrigo de Loredo y la fórmula de Hacemos por Córdoba que encabezará Martín Llaryora, el sistema político cordobés lee encuestas de manera obsesiva y parece haber optado por llevar al bronce a Schiaretti 20 meses antes de que termine su mandato: de momento, todos parecen schiarettistas.
Que el peronismo apueste todo a la continuidad del discurso, del estilo y de las ideas políticas de Schiaretti, con la postulación de Llaryora a la Gobernación, es lógico y esperable. Se trata de una operación que Hacemos por Córdoba definió hace más de tres años, que se concretó con el desembarco en la Municipalidad de Córdoba y que se ratifica con una convergencia de gestiones y un desembolso millonario de obras que apuntalarán esa postulación.
Lo que es una verdadera novedad política es que la oposición cordobesa también empiece a decir que apuesta a la continuidad.
Cambio de discurso
Los dirigentes del PRO fueron los primeros en presentarse como “garantía de continuidad del cordobesismo” en la provincia. Gustavo Santos defiende su ratificada precandidatura a gobernador sin ocultar su admiración por la gestión peronista.
Pero ahora es Luis Juez quien sorprende con un cambio abrupto de discurso: hace una semana, en una entrevista televisiva en Canal 10, consideró que Hacemos por Córdoba “hizo cosas maravillosas” y reemplazó las críticas explosivas contra el largo dominio peronista por la tibia convicción de que “hay que repensar algunas cosas” en Córdoba.
El viernes, Juez brindó otra muestra de ese discurso. Ante la Cámara de Comercio Exterior –un sector de intensa relación con el Gobierno provincial a través de la Agencia Pro Córdoba–, manifestó que ve con buenos ojos “que los funcionarios que han sido eficientes puedan tener una continuidad” en un eventual gobierno provincial de Juntos por el Cambio.
Demás está decir que Juez no concibe ninguna alternativa opositora que no esté encabezada por él mismo. De Loredo parece compartir hasta ahora esa visión, pese a que el resto de la UCR le exige que el candidato a gobernador sea radical.
Muy lejos de las grandes banderas partidarias, la explicación de casi todos los discursos políticos está en las encuestas, y la imagen de Schiaretti parece imbatible cuando ya traspasó la mitad de su tercer período como gobernador.
Si el peronismo tiene claro que debe aferrarse a los valores que los cordobeses reconocen en Schiaretti, la oposición también parece haber llegado a la conclusión de que cuestionar a la gestión schiarettista es remar contra la corriente. Se impuso el pragmatismo más extremo, y es así como varios dirigentes de Juntos por el Cambio pasaron de considerar que el sistema institucional de Córdoba se asemejaba al de Formosa, por la falta de alternancia, a tomar a la gestión de Hacemos por Córdoba como referencia de virtudes políticas.
El peronismo mantiene como un mantra su decisión de no hablar de política y concentrarse en la gestión. Pero no hay descanso en la evaluación de escenarios, encuestas y alternativas de fechas y de nombres: Hacemos por Córdoba se prepara para el momento que más teme desde hace muchos años, y dispone de casi todos los resortes que puede manejar el Estado a la hora de una elección. Ninguna alternativa está descartada.
Excepto el nombre de Llaryora como candidato a la Gobernación, ninguna otra decisión está tomada. De manera simultánea, en el Panal hay opciones que lo ponen a Schiaretti como precandidato a presidente y otras hipótesis que lo tienen como candidato a intendente de Córdoba. Lo único seguro es que desde el 10 de diciembre de 2023 ya no será gobernador y que pretende que su partido siga acumulando poder.
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