Elecciones 2023: Llaryora y el caballo en el medio de la autopista
“Hasta hoy, Llaryora venía tranquilo por una autopista despejada… Hasta que se le cruzó un caballo. Estuvo durante varios días afuera, arreglando el auto, hasta que pudo volver. Pero Juez se le acercó”.
La metáfora pertenece a un consultor político de Buenos Aires que lleva más de 20 años trabajando con el peronismo de Córdoba. La usó ante este periodista, hace más de una semana, para describir lo ocurrido con el fallido pase de Juan Schiaretti a Juntos por el Cambio.
Aquel caballo en la ruta era, obviamente, la riesgosa jugada que hizo Schiaretti en medio de la campaña electoral que vivía Córdoba, con Llaryora lanzado por la gobernación, lejos de las disputas nacionales.
“¿Cuánto daño le hizo el caballo? Habrá que verlo después de las elecciones”, agregó el consultor.
La acotada diferencia con la que el candidato de Hacemos Unidos por Córdoba se imponía en las elecciones corroboró el análisis y, además, profundizó otra advertencia de los especialistas: la capitalización que hizo Luis Juez de toda aquella puesta.
El camino de Llaryora
La exigua diferencia de Llaryora se construyó de varias dificultades, contratiempos y sucesos inesperados. Su carrera electoral comenzó el año pasado con un nivel de conocimiento bajo en el interior, sin presencia en los medios nacionales y con Schiaretti muy enfocado en su estrategia nacional. En casi todos los casos, fue superando los obstáculos.
Primero, generó las “juntas promotoras”, que buscaron instalar su nombre en el interior. Eran muchas las personas que no conocían al intendente de Córdoba capital (mientras Juez tenía tribuna nocturna diariamente en TN, en LN+ y en A24).
La idea expuso una interna latente: la “vieja guardia” del peronismo se sintió celosa de los nuevos dirigentes que tomaban la posta de la campaña, y el chisporroteo terminó con un dirigente leal a Llaryora fuera del gabinete provincial.
Se reorganizaron experiencia y juventud, y el PJ estableció una campaña que comenzaría en Capital y desbordaría hacia el interior.
Pero, otra vez, a Llaryora le apareció un imprevisto. El legislador Oscar González protagonizó un siniestro vial en Traslasierra que le costó la vida a una mujer y dejó parapléjica a una joven. Fue días antes del lanzamiento de campaña, lo que opacó todo el anuncio.
Llaryora debió avanzar esquivando el tema, rogando que la opinión pública lo fuera olvidando lo más rápido posible y huyendo hacia adelante con un programa de inauguraciones de obras públicas que le servirían de trampolín.
Propaganda
La propaganda fue muy fuerte, con publicidad en todos los ámbitos (en especial, en redes sociales), que recortaron al candidato sobre su gestión en la Capital. Plazas, parques, rutas, accesos, teatros, pero sobre todo infraestructura en barrios como Villa El Libertador (que el domingo, lo apoyó fuerte con el voto).
Una analista cordobesa, dedicada a las encuestas municipales (con buenos resultados en los últimos procesos), aportaba dos datos.
“Llaryora tuvo dos problemas en la campaña. Por un lado, cuando le hablaron de seguridad, quedaba ‘atado’ y no podía avanzar porque le caería a Schiaretti. Por el otro, en el interior caló muy fuerte la idea de que era kirchnerista… Eso por la penetración de los medios nacionales, donde Juez y Rodrigo de Loredo son muy fuertes”, explicaba.
Juez, muy consolidado en el interior, machacó sobre la seguridad, los salarios de médicos y docentes y los 24 años del PJ en el poder. Y, sobre todo, no dejó pasar el desaire de los dirigentes nacionales de Juntos por el Cambio, que buscaron a Schiaretti y quedaron en el aire.
Llaryora llegó al domingo sabiendo los riesgos. En caso de que se confirme su diferencia a favor, tendrá que hacer control de daños y enfrentar un escenario inédito, de Legislatura dividida y oposición más fortalecida que nunca. El daño estaba hecho.
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