El trigo levantó el piso en el sudeste de Córdoba y llevó el rinde promedio a 50 quintales
Cada campaña agrícola se asemeja a la construcción de una casa: a los rendimientos hay que construirlos desde la base, con cimientos fuertes, que sostengan las estructuras de la planta que van a ser fundamentales para sumar kilos por hectárea.
Y como en toda vivienda, hay pisos y techos: en los cultivos, los rindes mínimos y máximos que configuran los parámetros esenciales para saber si el ciclo se edificó con éxito.
En el sudeste de Córdoba, la cosecha de trigo está dejando como dato sobresaliente una elevación de los pisos, soportados por una mezcla de tres factores agronómicos: un adelantamiento de las fechas de siembra, la selección de materiales resistentes al frío y una fuerte fertilización previa a la implantación.
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“Lo más importante y destacado del año es el aumento de los pisos de rendimiento. En suelos de clase cuatro a seis, en la zona de Villa Elisa, Marcos Juárez y Monte Buey, nunca habíamos sacado más de 36 quintales de promedio, y este año hicimos 50, una locura”, relata Juan Pablo Ioele, productor, asesor privado y jefe de la Agencia de Extensión Rural (AER) del Inta en Corral de Bustos.
Desde su punto de vista, estos valores son un dato más novedoso que los 70 quintales que se lograron como rendimientos máximos, en suelos con napas cerca de la superficie y clases uno y dos. “Son valores que logramos en otras campañas, como la 2018/2019″, menciona.
Fecha y variedad
La palabra simiente es muy similar a cimiento y las coincidencias van más allá: la germinación de los altos rindes comienza desde el momento mismo de la elección de la fecha de siembra y de la variedad a implantar.
“Lo que venimos haciendo es llevar la fecha a lo más temprano posible. En la primera semana de mayo ya arrancamos con los ciclos intermedios largos, con el fin de aprovechar las últimas lluvias que suele dejar el otoño y que el sistema radicular capte esa humedad”, señala Ioele.
Esa estrategia requiere de la elección de un material que tenga buena tolerancia a las bajas temperaturas, sobre todo en momentos claves de definición de rendimiento.
“Cuando uno siembra tan temprano, el riesgo es tener problemas a la salida de agosto, cuando la amplitud térmica es grande. Buena tolerancia al frío en estadio de pasto tienen casi todas las variedades, pero son pocas las que logran un comportamiento diferencial ante heladas tardías”, agrega productor y asesor técnico.
La elección de Ioele es el trigo Baguette 750 de Nidera. “Hace tres años tuvimos una helada muy fuerte en octubre que afectó a todos los materiales, menos a este”, afirma.
Además, en esta zona del país, con buenas reservas de humedad, es común que se practiquen rotaciones “cortas”, con el trigo por detrás de la cosecha de maíz. “Coberturas tan grandes aseguran mayor humedad, pero también mantienen los suelos más fríos y por eso encaja muy bien esta variedad”, subraya Ioele.
Fertilización
El combo de triple acción se completa con la incorporación de todo el nitrógeno en presiembra. “La estrategia es similar a la de la implantación: en la medida en que más nos anticipemos, mayores posibilidades de que un chaparrón disponibilice el nutriente en el suelo”, destaca Ioele.
En general, en esta región es usual que muchos productores incorporen algo de urea antes de la siembra y luego incorporen al vuelo el resto en macollaje. Para Ioele, el riesgo es que esta práctica no se realice a tiempo y no se logren cubrir los requerimientos de nitrógeno de la planta.
“Lo que hacemos es un análisis de suelo hasta 60 centímetros de la superficie. En los ambientes con más potencial, ajustamos la dosis para aplicar lo suficiente para que queden disponibles 180 kilos de nitrógeno por hectárea. En ambientes más flojos, entre 150 y 160 kilos. Hacer los análisis de suelo es clave: es una técnica barata y sencilla, y el ajuste nutricional es lo que más influye en las curvas de respuesta”, añade.
Otra ventaja de sumar el fertilizante previo a la siembra es que “acomoda” el lote de mejor manera. “El paso de las aplicadoras hace un semiacondicionamiento de los abundantes rastrojos que deja el maíz. Incluso hay muchos productores que lo hacen directamente con una sembradora: la desarman un poco, meten toda la urea, y después siembran al cruce”, comenta Ioele.
Y resume: “Lo importante es saber que gracias al manejo podemos levantar los pisos. El que sembró tarde y tiró la fertilización al voleo, es probable que haya tenido un mal resultado como en otras campañas”.
En este marco, el temor es el ciclo 2022/2023, debido a la fuerte suba que arrastran los fertilizantes. “Sembramos con una urea que seis meses después duplicó su precio. Y el trigo también aumentó. El número terminó siendo espectacular, pero hay que ver la próxima campaña:si el fertilizante está caro y se suma la incertidumbre por las posibles intervenciones en el mercado, lo que termina ajustando siempre es la tecnología”, advierte Ioele.
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