El transporte interurbano requiere una completa reformulación
El gremio de los choferes del transporte interurbano de Córdoba realizó un paro por 72 horas entre el sábado pasado y este lunes, en reclamo por la falta de pago de los salarios de junio y el medio aguinaldo en la mayoría de las empresas. Solo unas pocas compañías fueron exceptuadas de la retención de tareas.
Se podría decir que la medida fue instrumentada de modo inteligente: no se afectó el funcionamiento de las empresas que pagaron en tiempo y forma los haberes de los trabajadores. Pero, al mismo tiempo, como el paro involucró al 90% de las empresas, dejó al descubierto la dificultad sistémica del sector empresarial para cubrir como corresponde las obligaciones patronales.
¿Falta de liquidez o insolvencia? Pareciera más lo segundo que lo primero. Por eso es que reclaman la asistencia del Estado provincial, lo que nos lleva, una vez más, al trillado tema de los subsidios al transporte de pasajeros.
El gobierno provincial aclaró que había pagado los distintos boletos sociales a las diferentes empresas. Una forma de decir que no le debe plata a nadie y que el incumplimiento en el depósito de los salarios de los choferes no es responsabilidad suya.
De todos modos, la declaración oficial dio lugar a que los empresarios replicasen que ellos no pretendían cobrar una deuda, sino algo más complejo: que los boletos sociales se paguen al 100% y no al 50%; y que se admitiera que sin subsidios, el sistema colapsa.
Una petición que puede tener su lógica, pero que colisiona con la política de ajuste impuesta unilateralmente desde la Nación: al retirarse el Estado nacional del esquema de subsidios del transporte del interior del país, al mismo tiempo que incumplía otros acuerdos fiscales, los estados provinciales tuvieron que revisar sus cuentas porque deberían afrontar el año con menos transferencias, a lo que cabía sumar una merma de la recaudación propia por la recesión. En ese cuadro, la Provincia dejó de aportar dinero al sistema.
En consecuencia, para que el sistema recupere el equilibrio económico, la única alternativa a la vista sería que el pasajero abonase la totalidad del costo del pasaje. Pero ni los empresarios ni las autoridades políticas se atreven a “sincerar” el precio del boleto con esa premisa, aunque en lo que va del año ya lo aumentaron alrededor de un 450%. ¿Hasta dónde debiera seguir aumentando si ya no habrá subsidios de ningún tipo?
Mientras tanto, sea por servicios, sea por precio, el sistema actual de transporte público no es lo que la inmensa mayoría de los usuarios necesita. Por eso los pasajeros son cada vez menos: un estudio de diciembre pasado advirtió que apenas uno de cada diez viajes que se realizaban en el Área Metropolitana de Córdoba involucraba al transporte público. ¿Hoy se mantendrá esa exigua proporción o habrá disminuido?
Una pregunta más, en otro sentido: ¿no será que el actual sistema de transporte fue pensado más para el esquema de subsidios que para captar pasajeros?
Las autoridades, las empresas y los gremios implicados están obligados a pensar alternativas serias y de inmediata implementación para reformular el esquema actual en todos sus aspectos.
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