El temor de ser víctima de la inseguridad
Quienes habitan la ciudad de Córdoba se han visto forzados a modificar muchos hábitos para ponerse a resguardo de la escalada delictiva. Hace algunas décadas, fueron las rejas en los frentes, en las ventanas y en los patios de las viviendas. Vivir detrás de rejas para protegerse de malvivientes que acechan día y noche con pasmosa impunidad.
En realidad, no se trata de un fenómeno que repercuta sólo en la ciudad capital. La provincia en general transita en un estado de zozobra por la inseguridad continuada, y a menudo sin respuestas certeras por parte de las autoridades.
Ahora se pasó de las rejas a la soldadura de las aberturas que puedan ser foco de la actividad de los ladrones.
Como informamos días atrás, a este extremo llegaron los propietarios de un taller ubicado en barrio José Ignacio Díaz, en la ciudad Córdoba, que sufrieron tres robos en una semana.
Parece de ficción, pero sucede en la realidad cotidiana: el taller de herrería fabrica rejas para proteger las viviendas del accionar de los ladrones, y ellos mismos se convierten en víctimas de robos. Tres veces en el lapso de apenas siete días.
Los ladrones se alzaron con costosas maquinarias industriales, entre otros elementos, que luego reducen en el mercado negro. Lo grave sería suponer que, en sus indagaciones, los investigadores no sigan la línea de la reventa.
A esta altura, muchos se preguntan para qué sirven las cuantiosas cámaras de seguridad de la Policía y las privadas si no cumplen la función esencial de identificar y, sobre todo, de atrapar a los ladrones.
Por ahora, esos soportes técnicos parecen alimentar únicamente las imágenes que difunden a diario los medios de comunicación, como si se tratara de una trama de acción televisiva en vivo y en directo.
Pero hay más para examinar en el entramado de la inseguridad en Córdoba. También fue motivo de una nota de este diario el fenomenal incremento de los llamados rompevidrios de automóviles para sustraer lo que esté a mano en el interior de los vehículos.
Los talleres que se dedican a reponer ventanillas y parabrisas aseguran que los pedidos de reposición de cristales volvieron a tener una dinámica similar a la de los tiempos previos a las restricciones de circulación a raíz de la irrupción de la pandemia por el Covid-19.
Incluso va tomando fuerza la modalidad de blindar los vidrios en formato de irrompibles. Todo a cambio de desembolsar altas sumas de dinero. Es el peso que cae sobre las víctimas, mientras los delincuentes esperan agazapados en cualquier puente o semáforo.
En el combate por poner freno a la inseguridad, no alcanza con incorporar más agentes y patrulleros (en realidad, muchos de esos flamantes rodados vienen a reemplazar a los que quedaron fuera de acción por averías irrecuperables) si no hay un plan integral y eficaz en materia de criminalidad.
La gente continúa sometida al temor de ser víctima de la delincuencia, y el Estado debe dar respuestas.
https://www.lavoz.com.ar/opinion/editorial/el-temor-de-ser-victima-de-la-inseguridad/
Compartilo en Twitter
Compartilo en WhatsApp
Leer en https://www.lavoz.com.ar/opinion/editorial/el-temor-de-ser-victima-de-la-inseguridad/