El Talleres que la gente no reconoce: qué le pasó con Defensa… qué le está pasando
Talleres no está. Es otro. Y ese Talleres que era y hoy no está genera un tema. El tema de los que no están: los jugadores que se entrenan esperando una transferencia y los refuerzos que no llegan en este interminable mercado de pases del fútbol argentino. Talleres no es el Talleres de mediados de junio. Y parece que fue otra vida. Y no, fue hace unas semanas. No está ese Talleres que elevó la adrenalina de la hinchada y que instaló la sensación de que 2024 puede ser el año para lograr un título.
Resulta que en la reanudación de la Liga Profesional se ve a un equipo sin chispa. Sin la distinción que lo hizo elogiable por el resto. Resulta que Talleres cayó fácil ante Vélez hace unos días en Buenos Aires. Resulta que Talleres ayer jugó un primer tiempo pésimo y terminó rescatando un empate ante Defensa y Justicia con apenas un ratito de ímpetu.
Ese Talleres que no está, que no es el que fue, le abre la puerta a la urgencia tribunera por los que no están. Por la salida de Nahuel Bustos. Por la inminente partida de Ramón Sosa. Por la lesión de Gustavo Bou. Por las caras nuevas que no llegan.
Y como Talleres elevó su propia vara… dos partidos sin ganar son “un drama”, generan un run run por el que el entrenador Walter Ribonetto tiene que salir a dar explicaciones. “Estamos bien internamente”, aclaró en la conferencia de prensa después del 1-1 de ayer en el estadio Mario Alberto Kempes, donde unas 45 mil personas quedaron desconcertadas por lo que vieron. Un primer tiempo en el que Talleres fue un equipo normalón. Un segundo tiempo en el que el equipo mostró reacciones esporádicas. Y nada más.
Porque el Talleres pos receso no juega. No crea. No desnivela. Y encima perdió a Rubén Botta. Cuando Talleres necesitaba ser rescatado, justo se lesionó el “10″ (a los 33 del PT). Y no pinta bien el panorama sobre su cuadro.
Este Talleres que ya no está en la punta del torneo (por sólo un punto, es cierto) siente que vive la misma dinámica de 2023: la del primer semestre genial y potente que contrasta con la imagen del segundo semestre, en la que se impusieron la falta de recambio de jugadores distintos, que resuelvan y pongan al equipo en ese altar de campeón que tanto anhelan su dirigencia y, por supuesto, su hinchada.
El Talleres que no está, el que ganaba bien y lindo, ya requiere un triunfo calma-aguas. Lo buscará ante Banfield el domingo, a las 15, por la séptima fecha y de visitante, lejos del ruido de acá. Talleres necesita aliviar las incomodidades ya. Para que las críticas bajen la espuma. Para que la pretemporada en Rusia no quede como un mal negocio. Para que la ausencia del presidente Andrés Fassi no sea la crítica fácil del desagrado temporal. ¿Todos los problemas de Talleres son por las ausencias? ¿La de los que entrenan en el predio y no juegan? ¿La de los refuerzos que no llegan? ¿La del presidente que está en sus gestiones internacionales?
Las respuestas se encontrarán en los capítulos por venir de una serie con final abierto y que mientras tanto va dando giros inesperados. Como la decisión de Ribonetto de cambiar el esquema para enfrentar a Defensa. Tres volantes “guerreros” no terminó en “guerra” sino más bien en un Talleres débil y vulnerable, que pudo haber terminado peor que con el 0-1.
Otra historia fue el Talleres del segundo tiempo. Con espamos. El del arranque: goleador e intenso. El de los siguientes minutos: tieso y sin variedad. El del final: con jugadores desparramados, con el regresado Sebastián Palacios buscando señales de equipo que lo cobijen y no lo hagan sentirse aislado y lejano.
Talleres está así. Y necesita un regreso a su pasado reciente.
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