El Surrbac y las complicaciones judiciales
Es bien sabido que los males perduran gracias a la arraigada costumbre de aplicar la terapia equivocada. En otras palabras, por no hacer lo que el sentido común exige para no seguir perpetuando dichos males. La impunidad es, claramente, la primera consecuencia de ese no hacer las cosas como deben hacerse.
Días pasados, el sindicato de recolectores de residuos de Córdoba, Surrbac, volvió a ser noticia porque la Justicia provincial le dio trámite a una nueva denuncia que involucra al gremio del que nunca se fueron dirigentes sospechados e imputados por manejos turbios desde hace muchos años.
Esta vez se los acusa por amenazas y apremios a trabajadores de otras empresas que prestan servicios en el ámbito municipal y en la Universidad Tecnológica.
Nada nuevo, debe decirse, ya que los aprietes y la violencia han sido noticia repetida en el accionar de un gremio que adquirió un poder desmesurado gracias a la clara tolerancia de alguna anterior gestión municipal.
Rápida de reflejos, la Justicia federal se corrió del caso a efectos de que este aterrizara en la órbita provincial, quizá ya escarmentada por haber tenido que suspender hace poco la elevación a juicio de otra causa de mayor envergadura, que involucra de lleno a los aludidos dirigentes. Causa en la que ambos involucrados deben responder por cargos de asociación ilícita, usura y administración fraudulenta.
El punto es que dicha causa ingresó a un túnel que parece no tener luz al final. El problema consiste en que se fundamentó, mediante un fallo dividido, que debe esperarse a que se resuelva otra causa paralela por lavado de activos, tal como si los supuestos ilícitos mencionados no implicaran por sí mismo motivo más que suficiente para el juzgamiento, al margen de lo que se investiga en otras actuaciones.
Resoluciones como estas –difíciles de explicar a los ciudadanos de a pie– son las que generan una entelequia de borrosos perfiles, acreedora de no poca desconfianza por parte de quienes ya no toleran constatar que el barroquismo judicial se arropa con frecuencia en el ridículo liso y llano. En el Surrbac bien lo saben y, al parecer, se aprovechan de la situación.
Como sea, la reiteración de noticias que involucran a un gremio y sus responsables, noticias que siempre abundan sobre las mismas prácticas reiteradas, son una buena prueba de que la impunidad es el negocio más rentable en la Argentina. Tanto como para que quienes deben rendir cuentas insistan en ofender a toda una sociedad con su desparpajo, producto de la certeza de que sólo los ingenuos se ajustan a derecho.
Como para coronar este festival de problemas institucionales, no pocos representantes del Poder Judicial –que debería ser la última reserva creíble de una nación de valores subvertidos– parecen decididos a aportar su esfuerzo para que se note eso que desde hace tanto tiempo es harto evidente.
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