El retiro de un bombero: Héctor deja el cuartel de Jesús María tras 42 años de voluntario
Ser bombero voluntario es un modo de vida. Pero desarrollar esa tarea desinteresada durante 42 años ya es un modo de serie.
Esos son los años que cumplió Héctor Cejas prestando servicios en el cuartel de Jesús María. Tras 42 años de vocación y trayectoria, se retira en 2024. Y se lleva consigo una ardua capacitación, estudio, experiencias compartidas, y cientos o miles de emergencias cubiertas.
De pasar de ser un joven cadete que limpiaba las bombas de agua, se convirtió en el jefe del Cuartel de Jesús María. El próximo 11 de octubre se retirará luego de haber dejado una vida en el servicio voluntario.
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El domingo pasado, cuando se celebró el Día Nacional del Bombero Voluntario, expresó que la vocación de un brigadista surge de la necesidad de “brindar un servicio al prójimo, que nace del corazón”. Y remarcó que para formarse como bomberos hoyse necesita mucha capacitación, responsabilidad, solidaridad y tiempo.
En sus comienzos, era tan solo un niño que vivía al frente del cuartel, ubicado en barrio Tiro Federal. Cada vez que salía de su casa, se topaba con ese destacamento que le llamaba la atención por estar poblado de personas con uniformes naranjas que corrían cuando sonaban las sirenas.
Bien de familia
La familia Cejas tiene un precedente que dejó un legado familiar repleto de bomberos: primero, su padre y luego, sus dos hermanos.
Su papá falleció hace 17 años y fue bombero de la primera guardia del cuartel que hoy lleva una placa con su nombre. En el lecho de su muerte, su hijo Héctor le prometió que se convertiría en el jefe del cuartel de Bomberos de su ciudad.
“Estoy convencido que si hoy estaría con vida, se pondría muy orgulloso. En esta carrera uno pone al hombro los pilares que ellos nos enseñaron. Son fundamentales y le agradezco por haberme enseñado lo básico”, reflexionó.
Su hermano mayor se retiró el año pasado cumpliendo 40 años de servicio como bombero, mientras que su hermano menor fue aspirante y llegó a ser cadete.
Héctor contó que esperó con ansias cumplir los 18 años para convertirse oficialmente en bombero y salir a su primera emergencia. Durante esos años participó del cuartel trabajando en actividades de mantenimiento, en tanto se capacitó por seis años hasta llegar a ser un bombero.
Luego comenzó a estudiar su carrera como suboficial, y se capacitó en diferentes niveles. Llegando a la recta final de su carrera, este año, se retirará del servicio, con 42 años como bombero y más de 50 en el cuartel.
Momentos y refugios
Uno de los momentos más complicados para Héctor fue enterarse que se quedó sin trabajo en una fábrica que le aseguraba un sueldo fijo. Recordó que en aquella etapa el cuartel de bomberos fue un “lugar de contención” y “una descarga a tierra”, en el que pudo soportar “días malos”.
Efectivamente, todos los bomberos consideran al cuartel como una “segunda casa”, en el que encuentran un refugio en donde “escapar, meditar o recapacitar” ante problemas personales o laborales.
Aseguró que capacitar a jóvenes “bomberitos” de 20 a 25 años es una satisfacción enorme que se lleva en este último tiempo.
Así como lo recordarán muchos jóvenes, Héctor rememoró a algunos de sus maestros e instructores como Luis Eduardo Lobo y Juan José Nievas.
Muchos de ellos, a pesar de estar jubilados, siguen asistiendo al cuartel.
Los miedos de un bombero
Cada bombero lleva en su memoria experiencias de emergencias que los hicieron angustiar o temblar.
Héctor contó que en su carrera, el miedo lo invadió en dos siniestros amenazantes para su vida. El primero fue un incendio en un negocio de recargas de garrafas.
“Fue un momento muy crítico, de mucho miedo y peligro porque volaban garrafas por el aire y el negocio tenía dos estaciones de servicio en ambos lados, y un tanque de dióxido de carbono”, recordó.
Otro fue cuando se quemó la fábrica Guma, que produce jabones. Se generó un incendio en el depósito de cebo y había tanto fuego que colaboraron también cuarteles de otras ciudades.
En ese momento Héctor recordó que se encontraba solo al mando, dado que sus dos autoridades se encontraban lejos del siniestro. Por causalidades de la vida, su padre pasaba por el lugar en bicicleta y además de tranquilizarlo, le sugirió algunas recomendaciones para dirigir la situación.
Héctor asegura que una de las instituciones “más fieles a la ciudadanía” es la de los bomberos voluntarios. “Las personas ven un uniforme naranja y te contactan ante cualquier problema, se sientes seguros y somos personas creíbles para ellos”, contó.
La última etapa y el retiro
Héctor avisó ya que luego de cumplir más de 50 años al servicio tiene la intención de retirarse para darle paso a personas más jóvenes. Hasta el momento, la institución se está encargando de determinar qué autoridad seguirá al frente del cuartel.
Aseguró que la jefatura es un rango que demanda mucho tiempo y responsabilidad en la gestión de recursos, personal, capacitación y salidas a los siniestros.
A pesar de que se retira, señaló que quiere seguir colaborando con el cuartel.
Actualmente, ejerce una función pública en la Municipalidad de Jesús María como jefe de Seguridad Ciudadana.
Mientras, tiene la intención de instaurar que los bomberos jubilados sigan utilizando sus uniformes naranjas, siendo miembros activos en la institución. Desde afuera colaborará en la logística del cuartel, dice. “Quiero seguir trabajando en eso, quiero continuar yendo al cuartel los sábados. La única llama que no se apaga es la que está en el corazón”, señala alguien que durante décadas se especializó en llamas.
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