El radicalismo discute la “mixtura” y espera la definición de Negri
En un escenario de alta complejidad política, el radicalismo enfrenta días frenéticos con una sola certeza: quedarán heridos. La profundidad de las laceraciones gravitará en la interna de Juntos por el Cambio.
El más expuesto es por estas horas Ramón Mestre. La “mixtura” de una lista encabezada por radicales –condición exteriorizada en Voz y Voto por Rodrigo de Loredo, y trabajada en la política real por Mario Negri– implica llevar a un amarillo como precandidato a diputados. Apuntan a Héctor Baldassi en el tercer escalón, el PRO que mejor mide, desbancando al exintendente en esa hipótesis.
Mestre resiste con política: por un lado, reclama que Negri respete el acuerdo político que sellaron para que Marcos Carasso, un dirigente de extrema confianza y lealtad con Negri, presida el Comité Provincia; en la disputa que mantuvo con Rodrigo de Loredo.
Al mismo tiempo, Mestre considera que le corresponde esta candidatura a diputado por:
1) Haber encabezado la reorganización del radicalismo en 2009, proceso que llevó al partido a ganar la intendencia capitalina en dos oportunidades.
2) Haber enfrentado a Juntos por el Cambio en 2019, “cuando otros radicales” se asociaban para “favorecer a Hacemos por Córdoba”.
3) Haber renunciado en 2019 a las bancas de legislador provincial y de diputado nacional, “cumpliendo la promesa” de regresar al llano, casi como una flagelación para exculpar las culpas de los errores políticos de ese mayo negro para el radicalismo.
Sobrevuela la posibilidad de una nueva ruptura del radicalismo, con el poder de daño que tendría para el futuro del partido ir en esas condiciones a una contienda que es trascendental para el 2023;no tanto por el resultado de este año como por su efecto “ordenador” hacia adentro de la coalición.
Cerca de Mestre amagan: dicen que si en las próximas horas Negri no confirma su candidatura ellos se “sienten liberados” para comenzar a negociar con Juez. Y agregan: ”La ‘mixtura’ no respeta lo que el partido está pidiendo: unidad con todos los espacios representados”.
A esa base argumentativa de Mestre se contraponen las encuestas, herramienta altamente valorada en Juntos por el Cambio: Negri tiene varias bajo el brazo, pero confía en la de StrInfo, que contabiliza la intención de votos de Mestre de 12 puntos y una alta imagen negativa (43 por ciento). Esa misma encuesta es la que dice que la fórmula Negri–De Loredo puede garantizar cinco diputados nacionales y pelear un sexto.
Con los mismos números, sostienen a Héctor Baldassi en reemplazo de Mestre: la imagen negativa del exintendente supera a la positiva; lo sería un “lastre” para enfrentar una interna con final de la carrera a bandera verde, expresión que sólo los burreros conocen (es la que se iza cuando el resultado es dudoso, cabeza a cabeza).
En la estructura que comanda De Loredo le piden a Mestre “un acto de madurez política” y que “negocie como un dirigente político”. Traducción:que canjee su candidatura por lugares para su hueste. En el mestrismo ortodoxo rechazan de plano esa posibilidad.
Los radicales que creen que lo mejor para el partido es la lista de unidad encabeza por un radical, razonan: el partido puede quedarse con cuatro o cinco bancas en Diputados y una en el Senado. Ese esquema es con Negri fuera de la boleta.
En el PRO, seducen: ”En acuerdo, los radicales se llevarían más de lo que tienen”, dice un negociador amarillo.
El reglamento de la interna indica que la lista perdedora se quedará con dos bancas (tres y cuatro). La cuenta es, entonces, que si gana la boleta con dos cabezas radicales y Baldassi, finalmente los diputados albirrojos serían minoría, aunque recuperarían el Senado. Todo abierto.
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