El dueño de la pensión y dos soldadores están fichados, libres y bajo la lupa
Mientras los cinco sobrevivientes del trágico incendio de la pensión de barrio San Martín, en la Capital cordobesa, se recuperan afortunadamente, continúa la conmoción en toda la comunidad sobre la muerte de una pareja que residía en ese lugar. En el vecindario abundan los testimonios que dan cuenta de que ese inmueble era “una bomba de tiempo” si se tiene en cuenta que residían al menos 26 personas humildes y hacinadas en pequeñas habitaciones y que la estructura estaba compuesta de chapas y maderas y otros materiales combustibles.
En medio del dolor y la consternación por la tragedia, la investigación avanza en la fiscalía a cargo de Silvana Fernández, quien ya inspeccionó el lugar con su equipo y le solicitó una serie de peritajes a la Dirección Bomberos y a la Policía Judicial.
Mientras tanto, se buscan testigos, se toman testimonios y se rastrean pruebas y filmaciones, entre otras medidas. Se espera que la Municipalidad de Córdoba confirme que el lugar no tenía habilitación para funcionar como pensión.
A todo esto, este miércoles ya se presentaron en la Unidad Judicial de la zona el dueño del inmueble donde sucedió todo y dos operarios que habían estado realizando soldaduras en el lugar.
Fuentes judiciales señalaron que por ahora no fueron imputados ya que aún no hay carátula del caso.
De todos modos, fueron fichados, se les requirió que consigan abogados defensores y se les informó que podrán participar sus peritos (si lo desean) de las autopsias a las víctimas. Se les hizo consignar un domicilio.
Fuentes judiciales señalaron que los tres están bajo la lupa.
Se especula que, una vez que la fiscal Fernández tenga resultados de autopsias y los peritajes de Bomberos y estudios de Policía Judicial y haya podido avanzar en la toma de testimonios, disponga imputaciones. Estas girarían, se especula, en una figura culposa (negligencia o temeridad).
En Villa María, por caso, por la tragedia del padre e hijo muertos tras ser alcanzados días atrás por la llamarada causada por la rotura de un caño de gas, en medio de la obra de la Circunvalación, hay cinco personas acusadas por estrago culposo y lesiones culposas. No hay ningún detenido.
Para que haya una figura con dolo eventual, es necesario que el acusado se haya representado mentalmente que podía causar una desgracia con su accionar y siguió adelante.
Sin embargo, por la trágica explosión e incendio de la fábrica de químicos en barrio Alta Córdoba (ocurrida en 2014), el dueño Sergio Raponi fue condenado a 8 años de cárcel por estrago doloso doblemente calificado. Esa tragedia dejó un muerto, decena de heridos y graves daños.
Soldadura, fuego y tragedia de la pensión
La hipótesis es que el desastre del pasado martes a las 15.57 se produjo cuando dos hombres comenzaron a soldar un portón en la pensión ubicada en calle General Tomás Guido al 746, corazón del barrio San Martín.
Se sospecha que las chispas tomaron contacto con un material altamente inflamable que provocó un principio de incendio que rápidamente se extendió.
En segundos, el fuego consumió los tres pisos del lugar. Las llamas se vieron alimentadas por la alta presencia de maderas, tergopol y chapas, además de otros materiales como colchones y ropa.
No habría habido matafuegos.
Una pareja falleció calcinada. Las víctimas fueron Gonzalo Iván Contreras, de 29 años, y María Florencia Rodríguez, de 39. No tuvieron tiempo a escapar de la trampa de fuego y humo.
A su vez, hubo cinco heridos: tres vecinos y dos policías.
A causa del fuego, la estructura cedió y todo se vino abajo lo que agravó el cuadro.
Bomberos, policías y equipos de rescate pusieron en peligro sus vidas en las tareas de socorrer a los heridos.
A su vez, las llamas causaron severos daños en casas vecinas y hasta en un auto.
Más que arduo fue el trabajo de todas las dotaciones de bomberos afectadas al trabajo de sofocar las llamas y controlar todo.
Pobreza y muerte
Este miércoles, mientras seguían las tareas de enfriado y se iniciaba el trabajo de los peritos, ya se escucharon relatos de sobrevivientes que dan cuenta de las condiciones en que vivían.
En el lugar residían trabajadores, informales en su mayoría, y de condiciones humildes que pagaban una cifra muy baja para poder acceder a una habitación.
Las piezas eran más que pequeñas (dos por tres metros) y había separadores de madera como paredes. La cocina y el baño funcionaban en un primer piso.
Ya se oyen relatos de sobrevivientes y vecinos que dan cuenta de que ese lugar era una suerte de “bomba de tiempo” si se tiene en cuenta la gran cantidad de personas que residían hacinadas en pequeños espacios y a tenor de la estructura que no había contado con la más mínimas de seguridad, según los relatos.
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