El desafío de la inflación
Los precios subieron en promedio 8,3 por ciento en octubre último, con lo cual acumularon una inflación de 120% en el año y de 142,7% en los últimos 12 meses, informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
La cifra implica una increíble desaceleración en relación con los dos meses precedentes, que fue puesta en tela de juicio por analistas, consultoras y hasta por el Centro de Almaceneros de Córdoba.
Como en ocasiones anteriores, el Gobierno nacional omitió referirse a un dato macroeconómico que genera enormes distorsiones en las actividades y en los ingresos.
La suba mensual de precios está entre las tres más altas del mundo, pese a que el país no sufre condiciones de pobreza extrema ni está sometido a conflictos bélicos. Los países actualmente en guerra poseen, paradójicamente, indicadores menores a los de la Argentina.
Los datos sobre inflación –y por consiguiente de pobreza, que incluía el mes pasado a casi el 43% de la población, según un informe de la Universidad Torcuato Di Tella– se agravaron tras la asunción de Sergio Massa, el 3 de agosto de 2022.
Pese a esta dura realidad, el candidato–ministro no habla de estos temas con contundencia en las tribunas de campaña, ni en las entrevistas periodísticas.
Tampoco mereció por parte de su oponente en el balotaje, Javier Milei, una referencia clara en el tercer debate de candidatos a presidente, aunque sí planteó un severo recorte del gasto público.
Massa alude de un modo genérico a este tema, aunque el proyecto de Presupuesto 2024 incluye una separata que establece aumentos en diversos impuestos, en especial en los sectores más críticos de su gestión, como el campo y las grandes empresas.
La alternativa propuesta para corregir el enorme déficit fiscal es clara: aumentar los ingresos vía una mayor carga tributaria, para reducir el rojo y, por ende, la emisión de dinero.
Nada dice el proyecto de Presupuesto ni sus inagotables promesas en los actos políticos de reducir el gasto oficial, de acotar la proliferación de bonos y de programas especiales ni de detener el espectacular crecimiento del empleo público, teñido de partidismo, y de nuevas empresas o entes públicos.
Pese a su condición de ministro de Economía, Massa no se compromete a enfrentar con decisión la inflación, que alienta el desorden macroeconómico y empuja la decadencia que la Argentina transita desde la crisis de 2018.
El próximo presidente tendrá ante sí una tarea ciclópea para reducir a niveles tolerables la inflación, algo que la casi totalidad de los países desarrollados ya lograron con marcado éxito, además de ordenar los desajustes en los precios relativos.
Ese desafío exigirá a la futura autoridad una comunicación clara a la sociedad, alejada de viejos eslóganes o acciones, como el control de precios, y de la invocación de supuestos conspiradores, para alcanzar el mayor objetivo que la sociedad coloca entre sus prioridades.
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