El crimen de Gabriela Pérez: a días de cumplirse el mes del asesinato, se confirmó que la bala provenía de un sicario
Los más íntimos de Gabriela Perez, asesinada el 9 de septiembre en barrio Yapeyú, zona sudeste de la ciudad de Córdoba, siguen abrazados a una sola ilusión: que a pocos días de cumplirse un mes del brutal crimen, se siga recordando el nombre de la joven mamá asesinada a sangre fría.
Por eso protestaron este viernes en la zona céntrica de la ciudad.
Sueñan con que este tipo de crímenes no sucedan más en Córdoba. Y casi con las últimas fuerzas vitales, susurran la palabra “justicia”, abrazados por una tristeza honda.
Un sicario protagonizó un ataque a balazos hacia dentro del salón de actos del club barrial, donde se llevaba a cabo un almuerzo sindical. Adentro estaba presente el secretario del gremio de los trabajadores de la limpieza (Soelsac), Sergio Fittipaldi, a metros de Gabriela. Se presume que la ráfaga de 10 disparos iba apuntada hacia él.
Una bala acabó con la vida de de la joven y destrozó la vida de sus familiares, particularmente de L., su pequeña hija, y de Liliana, su mamá. Ahora, la fiscal Silvana Fernández, que tiene en sus manos la causa, pudo comprobar, técnicamente, que esa munición es calibre 9 milímetros y se corresponde con la serie de casquillos juntados en la escena del crimen.
Pertenecerían, todas, al arma del sicario. Se trata de la bala que el equipo de peritos extrajo del cuerpo de Gabriela.
Mientras la Justicia busca al autor material del crimen, también investiga si detrás del asesinato existe una disputa interna de poder entre dos fuerzas que se disputan la conducción del Soelsac.
En el otro rincón del cuadrilátero estaría ubicado el referente del gremio de los recolectores de basura, Franco Saillén.
Pero antes de avanzar en los casilleros, fuentes allegadas a la investigación confirmaron que el presunto autor material de los disparos está identificado.
El hombre es buscado intensamente. En los pasillos de Tribunales se habla de una posible detención que podría suceder la semana próxima, cuando el crimen cumpla un mes.
Pero la fiscal Fernández mantiene un completo hermetismo sobre el asunto.
Se cree que el supuesto asesino podría encontrarse fuera de Córdoba. Hay algunas coordenadas trazadas que podrían orientar la investigación hacia la zona cordillerana, más precisamente en la región de Cuyo.
Lo que sí es claro es que los investigadores trabajan a toda marcha. Llevan a cabo por estas horas un “trabajo artesanal” para reconstruir los pasos que habría dado, tras balear a Gabriela, el hipotético sicario.
También colaboran sumando pruebas los familiares de Gabriela. En particular, su hermana Dalma ha declarado en varias oportunidades y ha dado excesivos detalles sobre el funcionamiento aparentemente mafioso con el que se manejaban asuntos internos del Soelsac.
Entre tanto, además del crimen de la joven mujer, la familia también tuvo que soportar amenazas realizadas desde números de teléfono desconocidos. Estos actos también son investigados por la Justicia.
La búsqueda del presunto sicario, de quien aún no trascendió su identidad, pero que estaría perfectamente identificado, lleva largos días de actividad. Por muy baja frecuencia, los pesquisas han llegado a preguntarse si el sospechoso tendría algún tipo de vínculos con fuerzas policiales de otra provincia.
Los íntimos de Gabriela: una familia sumida en el dolor que salió a marchar
Más allá del trámite judicial, el pasado viernes marcharon los familiares de Gabriela para pedir justicia.
Se reunieron este viernes pasadas las 14 en la plaza España, en barrio Nueva Córdoba. Estaba previsto marchar hasta la sede del Soelsac, en la calle Entre Ríos 372, pero por razones de seguridad la familia decidió no hacerlo.
Gabriela, dicen sus hermanas, no tenía nada que ver con la disputa sindical que ahora es revisada por las autoridades. También dijeron que había asistido “obligada” al almuerzo, porque los referentes del sindicato habrían amenazado con consecuencias para los trabajadores que no asistieran al club Yapeyú aquel sábado 9 de septiembre.
En la movilización que recorrió las calles de Córdoba, a días de que se cumpla un mes del asesinato, los familiares se mostraron intransigentes: “Queremos saber quién mató a mi hermana y que todos los responsables estén presos”, dijo Dalma.
“No sé cómo decir las cosas ya, porque la cabeza me da vueltas. No duermo. Mi familia está destruida. Un día, una de mis hijas tiene una crisis y otro día les toca a las otras. Anteayer llevaron a Dalma al hospital y la tuvieron que medicar”, lamentó Liliana, la mamá de Gabriela, sobre la hija suya que estuvo al lado de Gabriela cuando la mataron.
Sus hijas, dice Liliana, se pasan los días llorando a los gritos. No encuentran una respuesta para tanto dolor.
Todos los días algo nuevo les rememora la ausencia de la joven mamá. “No paro de pedirle a Dios que se haga justicia y que todo salga a la luz”, comentó Liliana.
También pidió extremo cuidado para sus hijas y para sus nietos. Tiene miedo de que pase “algo grave”.
“Quiero que pague el que mandó a alguien a que le pegue un tiro a mi hija, a tirar ese día. Porque usaron a los trabajadores como conejillos de Indias. Los llevaban de las narices para que ellos pudieran garantizar el pan en sus casas. No puede pasar esto en Córdoba”, reclamó.
No oculta su miedo: “No sé quién fue, en qué bando está. Pero sé que todos nosotros estamos en peligro todos los días”.
Finalmente, rompe en llanto cuando dedica un breve y ahogado tiempo a hablar de su nieta: “Mi nietita me dice si ya no va a escuchar jamás a su mamá. Me pregunta si su mamá ya no está. Me pregunta si vi a su mamá”, se derrumba.
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