El crecimiento de Latinoamérica se retraería 0,6% este año con relación a 2023
El panorama de crecimiento que se avizora para este año en Latinoamérica es desalentador.
Si bien la inflación está retrocediendo en varios países de la región, el débil flujo de las inversiones y el estrecho margen para implementar políticas macroeconómicas eficaces y sostenidas seguirán minando la capacidad continental para abordar los desafíos económicos, sociales y el cambio climático, entre otros.
Así lo advierte el Informe de Perspectivas para 2024 elaborado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Organización de las Naciones Unidas (Desa-ONU), difundido este viernes.
Según el trabajo, el PIB regional para este año crecerá sólo 1,6%, lo que representa una retracción de 0,6% con relación a 2023 cuando registró una suba de 2,2%.
Volatilidad financiera
Además, la moderada expansión económica de Estados Unidos y de China proyectada para este año podría afectar de manera negativa a las exportaciones regionales, como también a las remesas y a los ingresos de capital, lo que supone riesgos externos e internos adicionales.
Otro eventual factor dañino en términos económicos y sociales para Latinoamérica tiene relación con la volatilidad en los mercados financieros globales como consecuencia de decisiones imprevistas adoptadas por la Reserva Federal estadounidense. A esa contingencia externa adversa podrían sumarse la escalada de los conflictos geopolíticos en desarrollo, como la guerra entre Rusia y Ucrania (próxima a cumplir dos años) y el conflicto bélico en Medio Oriente entre Israel y el grupo yihadista palestino Hamas, que este domingo cumple tres meses desde la cruenta incursión terrorista del Movimiento de Resistencia Islámica a territorio israelí, el 7 de octubre, que arrojó un saldo luctuoso de 1.300 muertos y 240 personas tomadas como rehenes, y que desató la contienda armada en curso.
Motores desinflados
Los datos desagregados del informe de Desa-ONU permiten inferir que los tres motores económicos de la región tendrán un año de crecimiento limitado: Brasil avanzaría sólo el 1,6% este año, frente al 3,1% del anterior; México aumentaría su PIB 2,3% en 2024, luego de crecer un 3,5% en 2023; y Argentina seguiría en crisis con un nivel muy elevado de inflación.
Por otra parte, los gobiernos latinoamericanos enfrentan importantes limitaciones para financiar la enorme inversión necesaria para apurar la marcha hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), establecidos en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas para alcanzar la meta en 2030.
“La región deberá redoblar sus esfuerzos para reducir la evasión y elusión fiscal y aumentar la progresividad de los sistemas tributarios para satisfacer sus necesidades de financiamiento”, destaca el trabajo de referencia.
Del mismo modo, advierte que Latinoamérica continúa enfrentando el reto crucial de implementar políticas macroeconómicas anticíclicas e industriales activas para impulsar el crecimiento y la inversión, ampliar el bienestar social y desarrollar la resiliencia al cambio climático.
Inflación y pobreza
El documento del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU destaca en otro capítulo que el mercado de trabajo global se ha recuperado de la crisis del Covid-19 de forma rápida pero desigual.
Indica que, en las economías desarrolladas, los mercados laborales se han mantenido resistentes a las restricciones de política monetaria, mientras que en muchos países en desarrollo, particularmente en Asia occidental y África, los indicadores de empleo aún no han vuelto a los niveles anteriores a la pandemia.
Con respecto a la inflación, se estima que seguiría disminuyendo para pasar del 5,7% en 2023 al 3,9% este año, aunque las presiones sobre los precios siguen siendo elevadas en muchos países, y cualquier nueva escalada de los conflictos geopolíticos podría generar nuevos aumentos.
Por otra parte, pese a la prometedora baja inflacionaria, se proyecta que una cuarta parte de los países en desarrollo registre más del 10% de inflación.
El año pasado, los precios de los alimentos siguieron escalando de manera sensible en muchos países en desarrollo, afectando de manera desproporcionada a los hogares de menores ingresos. Se estima que 238 millones de personas padecieron niveles altos de inseguridad alimentaria aguda, un aumento de 21,6 millones respecto al año anterior.
Según el informe de Desa, la inflación persistentemente alta esmeriló el progreso en la reducción de la pobreza en los años que siguieron a la pandemia.
Aunque el número total de personas que viven en la pobreza disminuyó marginalmente en 2023, las tasas de pobreza en los países de renta baja se mantuvieron muy por encima de los niveles previos a la emergencia sanitaria.
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