La Voz del Interior @lavozcomar: El camino de Alexia, la niña que nació en Ucrania con padres argentinos

El camino de Alexia, la niña que nació en Ucrania con padres argentinos

Alexia tiene 3 años y se entretiene coloreando su dibujo en la mesa del comedor de la casa de Malagueño. A miles de kilómetros, en la frontera entre Ucrania y Eslovaquia, está Ruslana, la mujer que la llevó en su vientre durante nueve meses hasta que se la entregó a sus padres biológicos, los cordobeses Fabián y Silvia, ocho días después de su nacimiento en Kiev.

Alexia nació el 10 de marzo de 2019 en una clínica de la capital de Ucrania. El parto se adelantó y sus papás cordobeses llegaron ocho días después a conocerla para continuar esa historia de amor que habían comenzado un año antes, con el viaje de Fabián a Kiev para trasladar el embrión e iniciar el proceso de subrogación de vientre.

En esta siesta malagueñense, el pueblo en el que Fabián es empleado municipal y el rockero más famoso y Silvia es la que se encarga de la casa, la pareja rememora el largo trajinar que los llevó a recorrer un camino totalmente impensado para llegar a tener una hija. Y no pueden dejar de pensar en Ruslana, la mujer que lo hizo posible y que prestó su cuerpo para que Alexia sea.

“Cuando nos enteramos de los primeros bombardeos, fue algo horrible”, dice Silvia apuntando su mirada al televisor que está en el comedor en el que dibuja Alexia, la ucraniana de la familia. Fabián asiente y señala: “No creíamos que los rusos llegaran a tanto y pensábamos que no iba a pasar nada. Ellos (los ucranianos) tampoco lo creían”.

Por estos días, se calcula que en Ucrania hay alrededor de 800 bebés en vientres o recién nacidos que no pueden salir del país o cuyos padres no pueden ingresar a buscarlos. Las imágenes de la maternidad bombardeada en la ciudad de Mariúpol se transformaron en uno de los golpes más duros para la humanidad que mira la guerra por TV, mucho más terrible y horroroso para quienes viven la guerra en persona, poniéndole el cuerpo todos los días con la cotidianidad bombardeada.

Fabián Mansilla es un vecino conocido y querido en su pueblo, Malagueño. Su esposa, Silvia, es de Córdoba capital y se adaptó rápido a la vida pueblerina, de ciudad pequeña.

Fabián y Silvia en Ucrania, cuando fueron a buscar a Alexia. (La Voz)

Se conocieron por la pasión de Fabián por la música: es el cantante de una mítica banda de rock pesado, Eterna Agonía, que ya tocó un par de veces en el Cosquín Rock y acompañó a bandas de renombre internacional en sus presentaciones en Córdoba.

Después de los primeros tiempos de convivencia, comenzaron a buscar un hijo. Pero se hizo difícil. Cada vez más difícil. Después de tres intentos en tratamientos de fertilidad que se realizaron en Buenos Aires, una médica que los atendía les habló por primera vez de la subrogación de vientre.

El vacío legal que existe en la Argentina les permitía realizar el tratamiento si es que una mujer familiar de cualquiera de los miembros de la pareja se ofrecía para llevar el embarazo. Hubo conversaciones que no arrojaron resultados y apareció la opción con nombre de país lejano: Ucrania.

“Mamá, mirá. Mirá, mamá”, dice Alexia en una clarísima pronunciación. La niña sigue jugando en el comedor mientras en la tele los dibujitos son prioridad, aunque no los mire continuamente.

“Cuando se acabaron las opciones, la médica nos dijo que empezáramos a hacer los trámites para adoptar –cuenta Silvia–, y nos asesoró porque hay casos en los que se dice que la matriz se pone celosa y se dan los embarazos”.

Así fue como se iniciaron los trámites de adopción que todavía están dando vuelta en algún escritorio.

Cuando la médica les “tiró la idea” de Ucrania, Fabián no tardó mucho en enviar un e-mail para saber de costos y de procedimientos. Le respondieron a las pocas horas. Una empleada, llamada Anastasia, le explicó todo detalladamente y en español.

Con dinero de ahorros familiares y propios, y un embrión en la valija, Fabián partió a los pocos meses a comenzar a cumplir el sueño de la pareja. Luego, a volver y a esperar junto con Silvia, en Malagueño.

Pasaron los meses y, devaluación mediante, hubo que hacer magia para conseguir el dinero para pagar la diferencia del monto inicial por la estampida del euro y el dólar. Pero, con la ayuda de varias personas, se consiguió.

Ocho días después de que nació Alexia, Fabián y Silvia llegaron a Kiev para conocer al amor de sus vidas, ese ser tan esperado y buscado.

Fabián y Silvia, los padres de Alexia, quien nació por subrogación de vientre en Ucrania. (La Voz)

“Nos dieron la opción de conocer a la gestante y dijimos que sí, que queríamos abrazarla y darle las gracias”, dice Fabián, emocionado.

La pareja tuvo que quedarse dos meses viviendo en Kiev luego del nacimiento de Alexia, un poco por los trámites migratorios y de pasaportes y otro poco por los exámenes de salud de la bebé.

En ese tiempo, el hotel en el que se alojaban tuvo dos amenazas de bomba, lo que habla del clima previo de hostilidad que ya se vivía con el país gobernado por Vladimir Putin.

Ahora, con la invasión rusa como protagonista del horror, la pareja sigue en contacto con la mujer que, a miles de kilómetros, les dio la posibilidad de ser padres.

“Seguimos en contacto y le mandamos fotos de la nena para que la viera crecer”, dice Silvia, y apunta que a Ruslana la guerra la topó en Eslovaquia, adonde había viajado para trabajar en una cosecha. Y asegura que la mujer no pudo volver a entrar al país en el que están su marido y sus dos hijos varones.

“Ella había destinado el dinero que ganó en la subrogación a una caja de ahorros para garantizar la educación universitaria de su hijo menor”, cuenta Fabián, que señala que la mujer tiene miedo de no recuperar ese dinero por la crisis que vive el país en medio de la guerra.

Una realidad que duele

Fabián y Silvia siguen atentamente lo que pasa en Ucrania. Conocieron a muchas buenas personas en esos dos meses que permanecieron en Kiev y, además, trajeron de ese país a lo más preciado de sus vidas: Alexia.

“Nos salvamos de un montón de cosas y no podemos dejar de pensar en lo que están sufriendo muchos padres que no pueden encontrarse con sus hijos o que no pueden salir de Ucrania”, afirma Fabián.

Y para Silvia, la preocupación más grande es Ruslana, alguien que, sin serlo, se siente como parte de la familia.

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