La Voz del Interior @lavozcomar: El cambio cultural necesario

El cambio cultural necesario

Otra vez un debate legislativo se desarrolla en medio de un bochorno. Este muestra lo más decadente de la política y nos llama a una reflexión que no por repetida deja de ser necesaria.

En la calle y en el recinto del Congreso, voces y acciones destempladas reproducen un diálogo de sordos que, lejos de encontrar un camino de progreso y bienestar para todos, trae ansiedad, desesperanza, desánimo y más dudas que certezas hacia el porvenir. No sólo en la sociedad, sino también en los distintos sectores económicos, en las empresas, en otros países y en organismos internacionales que dudan respecto de apostar por la Argentina.

El resultado es un país que no puede fijar un rumbo cierto, claro, sustentable en el tiempo; por lo tanto, no ofrece garantías para nadie.

Son demasiado altos el riesgo y la incertidumbre como para que, ya se trate de los argentinos que tienen ingentes sumas de dólares fuera del sistema o de aquellos que quieran realizar inversiones, se decidan a hacerlo.

Los conflictos y debates que aparecen en la superficie y son motivo de análisis y especulaciones parece que, cualquiera fuera el resultado, no detienen nuestra decadencia ni ayudan a la gobernanza.

Quizá necesitemos imperiosamente un cambio cultural en la dirigencia que influya en el conjunto de la sociedad y a partir del cual podamos encontrar el camino.

Pero es claro que ese cambio cultural no se refiere a cambiar un estatismo asfixiante por valores anarcocapitalistas como si del triunfo de uno u otro dependiera el futuro de nuestra nación. Y como si esta contradicción no pudiera resolverse en una complementación armónica y positiva entre el mercado y el Estado, que termine produciendo una sinergia a partir de la cual podamos construir un futuro para todos.

El cambio cultural necesario es otro.

El periodista Carlos Pagni, en uno de sus editoriales en el programa Odisea argentina, nos explicaba el daño que produce en el cuerpo social de nuestro país la práctica de la dirigencia política de utilizar el odio como forma de acumular y disputar poder.

El odio hacia el adversario o al que piensa distinto, bajo la forma de la provocación, la agresión, la descalificación, la búsqueda permanente de un enemigo interno, la división de la sociedad en bandos irreconciliables donde pareciera que la solución sólo es posible con el sometimiento o la desaparición de alguno.

El cambio cultural que necesitamos tanto en la dirigencia como en la sociedad es aquel que nos permita construir un proyecto sugestivo de vida en común, para ponerlo en palabras de José Ortega y Gasset refiriéndose a la España de su tiempo. En nuestro país no sobra nadie y todos tienen algo positivo que aportar.

Es un valor entendido que para resolver un problema social, hay que resolver primero un problema económico. Y para resolver un problema económico, primero hay que resolver un problema político, entendiendo la política como la herramienta para armonizar la pluralidad de ideas e intereses que se manifiestan en la sociedad.

Este es el cambio cultural que necesitamos. El que nos lleve a terminar con una cultura tribal, dogmática, descalificante del otro, que prioriza intereses inconfesables, por otra cultura comprensiva y armonizadora de esa pluralidad de ideas e intereses.

El enemigo de este camino es la hipocresía, el cinismo, el doble estándar y el oportunismo que se expresan en relatos que, a poco de cotejarlos con la realidad, queda expuesta su inconsistencia.

La mayoría de los debates a los que asistimos están plagados de esa hipocresía y ese doble estándar, ya sean estos la discusión sobre la casta, sobre la retribución a jubilados, sobre la desaparición del Estado o sobre la defensa de la patria, entre otros.

Estas ideas no pretenden desconocer la importancia que tiene lo económico para lograr el bienestar ciudadano, ni tampoco la importancia de las ideas de igualar oportunidades.

Sólo pretende transmitir una idea de cuál debiera ser el punto de partida a partir del cual se deben encarar esas cuestiones. Pareciera que en el clima con el cual se encaran los problemas no existen muchas posibilidades de resolverlos.

* Licenciada en Administración

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