La Voz del Interior @lavozcomar: El asilo como cuestión de competencia ideológica

El asilo como cuestión de competencia ideológica

La invasión de Rusia a su vecina Ucrania tiene como saldo, hasta ahora, casi tres millones de personas que se refugian en países vecinos. Sobre todo en Polonia, pero también en Hungría, en Eslovaquia, en Rumania, en Moldavia y en otros países más lejanos, como Reino Unido, España y Francia. Este es uno de los éxodos más vertiginosos de las últimas cuatro décadas, según el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. En su mayoría, son mujeres y niños.

Si se compara esta crisis de refugiados con la de 2015, se pueden marcar algunas diferencias. Primero, la velocidad de la huida y la percepción y valoración de la Unión Europea (UE). En sólo una semana, un millón de personas ya habían salido de Ucrania como consecuencia de la guerra. Segundo, y como diferencia más evidente, la proximidad geográfica.

El conflicto tiene lugar en el propio continente y eso marca la agenda de otro modo. También la política y la opinión pública han mostrado esa proximidad geográfica y cultural con los refugiados ucranianos. “No son los refugiados a los que estamos acostumbrados. Esta gente es europea”, declaró el primer ministro búlgaro, Kiril Petkov.

No han sido pocas afirmaciones de este tipo, y es palpable que ahora sí los refugiados son bienvenidos. Y lo son no sólo por su situación de invasión y guerra, sino porque son cristianos, de clase media y europeos blancos.

Otro factor de relevancia es que los ucranianos son migrantes económicos dentro de la UE desde hace años. Son migrantes y trabajadores deseados, en detrimento de migrantes de otras procedencias. Así como Ucrania es el granero de Europa, también ha venido convirtiéndose en una importante cantera de trabajadores esenciales: entre 2014 y 2019, casi 3,5 millones de ucranianos recibieron por primera vez un permiso de residencia en un país de la Unión Europea (UE).

La mayoría de los puestos laborales ocupados por ucranianos son temporales y de baja calificación. Es decir, los ucranianos llevan años entrando y saliendo de la UE, y esto se traduce en que tienen conocidos, familiares, amigos en los países de la UE, y esa es la mejor red de acogida que puede tener un migrante.

Si las personas que huyen de África para llegar a Europa deben cruzar el Mediterráneo y posiblemente no cuenten con contactos en el país de destino, los ucranianos sí son acogidos por esa red de contactos apenas cruzan la frontera terrestre, sin riesgo de muerte en el mar.

Ahora bien, la característica particular de este éxodo ucraniano es que las instituciones y la ciudadanía polaca se han volcado a albergar a los refugiados, cuando desde hace años se han mostrado reacios a recibir a refugiados de procedencias más lejanas y de matriz cultural musulmana o árabe.

Asimismo, si en las crisis previas se abrieron campos de refugiados –como en el caso de Lesbos–, no se proyectan, por ahora, campos o instalaciones de acogida, ya que las llegadas se han dado principalmente a casas privadas.

En diciembre pasado, el primer ministro de Hungría, Víktor Orbán, anunciaba: “No vamos a dejar entrar a nadie”, en referencia a las personas migrantes de Medio Oriente y de África. Ahora, el mismo político dice: “Estamos dejando que entren todos”.

Lo mismo está sucediendo en Polonia: en 2021, el gobierno de ese país declaraba el estado de emergencia y suspendía el derecho de asilo, lo que dejaba atrapados en la frontera con Bielorrusia a miles de refugiados. Hoy, el mismo partido gobernante recibe y acoge a los ucranianos de una manera sobresaliente.

Con esta política de acogida y puertas abiertas a las personas que escapan de Ucrania, la UE sale bien parada y da una imagen de Occidente como garante de libertades y derechos ante un régimen autócrata e iliberal como el de Vladimir Putin.

Como sucedió en la segunda parte del siglo 20, la cuestión del asilo y los refugiados se erige como un medio de competencia ideológica y moral. Sin embargo, es evidente que el asilo y los derechos humanos no deberían ser politizados ni puestos en cuestión según la procedencia de los refugiados.

* Periodista, experto en temas internacionales

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