El acoso callejero es inaceptable
Nueve de cada 10 mujeres han sufrido acoso callejero. La mayor parte de ellas son adolescentes, aunque también se han reportado casos de niñas pequeñas.
El dato surge de una encuesta elaborada por la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá), a cuatro años de la sanción de la ley nacional 27.501, que modificaba la 26.485, “para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres”.
Esa modificatoria definió el acoso callejero como un acto violento contra las mujeres, “a través de conductas o expresiones verbales o no verbales, con connotación sexual, que afecten o dañen su dignidad, integridad, libertad, libre circulación o permanencia y/o generen un ambiente hostil u ofensivo”.
La ley disponía el establecimiento de “una línea telefónica gratuita y accesible en forma articulada con las provincias, a través de organismos gubernamentales pertinentes” para “dar contención, información y brindar asesoramiento sobre recursos existentes en materia de prevención de la violencia contra las mujeres y asistencia” a quienes padecen el acoso callejero.
Cuatro años después, en la presentación de su informe, Mumalá exigió su implementación. Existe la Línea 144, para atención, contención y asesoramiento en situaciones de violencia de género, pero no es una línea para casos de emergencia, como puede encuadrarse el acoso callejero. De hecho, fue creada en 2013, cuando se sancionó la primera versión de la ley. O sea que la línea telefónica específica pautada por la modificatoria de 2019 aún no se concretó. ¿Qué valor tiene una ley si no se realiza lo que afirma?
El estudio de Mumalá sistematiza el aporte de unas 1.800 mujeres. Concretamente, el 94% de ellas mencionó haber sufrido alguna forma de acoso sexual en la vía pública: el 83% padeció silbidos, comentarios sobre su apariencia o bocinazos; el 65%, comentarios irrespetuosos por su género; el 58%, insultos y gestos vulgares, y el 56%, comentarios sexualmente explícitos.
En cuanto a las circunstancias que ameritan la calificación del acoso callejero como una situación de emergencia, el 47% aseguró que fue seguida y el 36% que fue acorralada; al 32% le mostraron los genitales; el 25% recibió comentarios homo, lesbo o trans odiantes; el 21% observó que el agresor se masturbaba, y el 15% fue atacada físicamente.
Ante el acoso, las mujeres respondieron de forma variada: el 41% no pudo reaccionar y quedó paralizada; el 37% decidió irse del lugar; el 19% enfrentó al acosador; solo el 3% pidió la intervención de la fuerza pública.
A partir de esas experiencias humillantes, las mujeres tienden a desplegar diferentes estrategias para evitar que se repitan: el 92% rehúye los lugares oscuros o con poca circulación de gente; el 88% prefiere ir acompañada de un varón, y el 81%, de una mujer; el 74% evita el contacto visual con otros transeúntes; el 58% usa ropa que no llame la atención; el 14% lleva armas.
El acoso callejero, un clásico rasgo de la cultura machista, es inaceptable. Los varones deben comprender que no tienen derecho a hostigar a ninguna mujer en ninguna circunstancia y por ningún motivo.
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