Donald Trump, un quiebre en el orden global
Donald Trump asume su segundo mandato no consecutivo como presidente de los Estados Unidos, y con ello, se abre un capítulo de profundas transformaciones en la política interna y externa del país.
Mientras el flamante presidente se adentra en su nuevo período en la Casa Blanca, el impacto de su mandato sobre América latina y el resto del mundo no sólo se percibe como una continuación de su primer mandato, sino como una intensificación de las tensiones que ya definieron su administración pasada.
La política exterior de Trump está llamada a generar un quiebre en el orden global, alterando dinámicas políticas, económicas y sociales a escala internacional.
Medidas drásticas
Uno de los ejes del segundo mandato de Trump es la continuación de su política proteccionista, cuyo impacto podría modificar radicalmente las relaciones comerciales globales. En este sentido, la postura de Estados Unidos podría dar marcha atrás en varios acuerdos multilaterales, incluido el Acuerdo de París, del que Trump ya retiró a su país durante su primer mandato.
Si decide retirarse de nuevo del acuerdo climático global, como ya ha señalado en varias ocasiones, las consecuencias para los esfuerzos internacionales frente al cambio climático serían devastadoras.
América Latina, una de las regiones más vulnerables a fenómenos climáticos extremos, como sequías, inundaciones y huracanes, sufriría un golpe directo.
La falta de apoyo a la adaptación climática y la mitigación de desastres pone en riesgo la estabilidad política, económica y social de los países latinoamericanos.
En paralelo, es esperable que la administración Trump lleve a cabo una serie de retrocesos en los avances logrados en términos de derechos humanos y justicia social. Uno de los sectores más afectados será la justicia de género y la protección de los derechos de las minorías.
En un contexto en que muchos países de América Latina están avanzando hacia la inclusión y la equidad, la política exterior de Trump podría obstaculizar estos esfuerzos al limitar los recursos destinados a la protección de los derechos reproductivos y los derechos de las poblaciones vulnerables.
La reactivación de políticas como la “marcha atrás” sobre el aborto o la exclusión de organizaciones que defienden derechos de género y etnias podría profundizar aún más las desigualdades estructurales tanto en Estados Unidos como en América Latina.
La migración en la mira
Una de las áreas más sensibles en el segundo mandato de Trump será su enfoque hacia la migración. Su administración podría endurecer aún más las políticas migratorias, eliminando programas como Daca (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), el Estatus de Protección Temporal (TPS) y el parole humanitario para ciudadanos de países como Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela.
Trump también ha expresado su intención de llevar a cabo deportaciones masivas, lo que podría implicar redadas y barridos masivos de inmigrantes indocumentados, utilizando incluso personal militar.
Este enfoque no sólo podría generar una crisis humanitaria dentro de Estados Unidos, sino que también podría exacerbar las tensiones en la región, especialmente en países como México y Centroamérica, cuyas economías y sistemas sociales ya están siendo desbordados por el número creciente de migrantes.
La pauta de la geopolítica
Aunque el segundo mandato de Trump se perfila como uno de confrontación, especialmente en lo que respecta a su relación con China y la reconfiguración del orden global posterior a la Guerra Fría, también es probable que se adopten enfoques más pragmáticos en ciertos casos.
La reciente reunión de Trump con su homólogo chino antes de asumir y la decisión de levantar parcialmente el veto sobre TikTok sugieren que la relación con China no será tan conflictiva como se anticipaba. En este contexto, la geopolítica por encima de la diplomacia tradicional podría marcar la pauta, y Trump podría centrarse más en intereses económicos y estratégicos que en principios ideológicos.
El segundo mandato de Donald Trump no solo será un continuismo respecto a sus políticas previas, sino una profundización de sus enfoques más radicales en diversos aspectos de la política exterior y la política interna de Estados Unidos.
América Latina, en particular, será testigo de una era de inestabilidad y tensión, en la que las políticas de migración, seguridad y cooperación internacional probablemente se volverán más restrictivas y conflictivas.
El mundo está en un punto de quiebre, y las decisiones que tome Trump durante este mandato no solo cambiarán el rumbo de la política de Estados Unidos, sino también la dinámica global en las próximas décadas.
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