Don Osvaldo, como en casa: así fue su regreso a Córdoba en el primero de tres shows
Para quienes no conocen en profundidad la música de Don Osvaldo, la pregunta da vueltas cada vez que la banda vuelve a presentarse en vivo en una zona de influencia cercana. ¿Qué tiene de especial, qué le ven y qué sienten quienes escuchan al grupo de Patricio Fontanet conectados con una suerte de fuerza superior que los mimetiza como pocos fans con su objeto de culto?
El interrogante aparece de inmediato al recorrer las inmediaciones de la Plaza de la Música. Minutos antes de que la banda inicie una nueva seguidilla de presentaciones a sala llena (con 1.260 entradas agotadas por función), los alrededores del recinto de Costanera y Mendoza son testigos del clima de efervescencia que genera cada show del grupo. El ritual colectivo está presente allí también, en la previa, que se sostiene pese a una pandemia y a la pérdida de todo tipo de hábito relacionado a recitales masivos y grandes aglomeraciones.
Don Osvaldo puede también contra eso. Para una banda mirada de reojo, acostumbrada a ser señalada con el dedo por encarnar la versión actual de lo que alguna vez fue Callejeros, es otra adversidad más. Quizás por eso, la sensación que ronda en el ambiente indica que lo que se aproxima es un reencuentro añorado como pocas otras cosas.
El show
Aunque el show estaba anunciado a las 20, a esa hora todavía se observaba una larga fila distribuida a la vera del Suquía. Con protocolos y modalidad ya probada, el ingreso del público no registró demasiadas complicaciones más allá de una lógica demora por el volumen de público que se hizo presente en la ex-Vieja Usina.
Una Plaza de la Música dividida en sillas ubicadas en grupos de a dos esperó a la banda entre cervezas que iban y venían y cánticos pidiendo por “Pato” y los suyos. Cuando el mensaje del productor José Palazzo sonó por los altavoces pidiendo colaboración para sostener los protocolos, la expectativa se percibía en un ambiente todavía tranquilo.
Cuando el reloj marcaba las 20.21, las luces se apagaron y la banda se tomó unos segundos para dar inicio a la embestida musical del comienzo. En medio de una lluvia de láseres verdes de los guardias de seguridad que se mezclaba con los haces de luz que llegaban desde el escenario, el grupo arremetió con Mis latidos.
Brazos en alto y cuerpos apoyados en las sillas celebraron el “buenas noches” que soltó Fontanet antes del solo de guitarra del primer tema, cuyo final se encadenó con Ciegos. Aquí se incluyó la primera de varias referencias al fallecido Norberto Oyarbide (“la c… de tu hermana”, dijo sin filtro el frontman en medio del tema).
Cuando sonaron los primeros instantes de O no, aparecieron los primeros espasmos de un poco imposible de concretar. Eso volvió a repetirse en Ojala se los lleve, primer tema de Callejeros que sonó durante la noche del jueves y que resonó con fuerza en clima pre-electoral. El coro de oh oh oh de ese tema también reveló una costumbre afianzada en tiempos de shows con restricciones: los brazos en el aire revoleando camperas y buzos son una de las formas más contundentes de cariño popular. Y vaya si Don Osvaldo tiene aguante en ese sentido.
Largo don osvaldo @PlazaDeLaMusica pic.twitter.com/skHLkM1cf5
— jose palazzo (@josedpalazzo) September 3, 2021
Ya en esa primera parte, el grupo mostró el oficio de una formación que se encarga de acompañar a Fontanet sin fisuras. Gracias a los siete músicos que lo secundan, el cantante pudo caminar el escenario con soltura y tranquilidad mientras recita sus versos. Jugó de memoria, según la jerga futbolera. Está claro que confía ciegamente en la banda que tiene atrás y esta le devuelve el gesto tocando con el nervio que se exige en estos casos.
Con el correr de las canciones, el vocalista se fue soltando a la hora de compartir algunas reflexiones con el público. En el 95% de sus intervenciones, Fontanet replicó el inconformismo y la ironía presentes en sus letras. Su visión del mundo reverbera especialmente en estos tiempos y la descarga emocional se replica en el público, que entrega la vida cantando cada frase. Otra muestra conmovedora de cariño e identificación que se multiplicó durante todo el concierto.
“¿Sabés las ganas que tengo de estar ahí cantando y saltando, no?”, se escuchó en uno de los baños antes de Tanto de todo. La frase resume la sensación de la gran mayoría de los asistentes al show, que abrieron pequeños focos de incumplimiento aquí y allá pero en general mantuvieron la forma.
Luego de que el cantante criticara a la FIFA y despotricara contra Estados Unidos y su situación en Afganistán (“Estados Unidos no retira tropas, hace recorte de personal nada más”), llegó una mención especial para Bam Bam Miranda. La alusión en forma de abrazo fue motivada por el ingreso del cajón peruano para una versión de Los dueños, que incluyó al cordobés Gianni Pesci en el bandoneón. “Yo pensé que se la iban a saber”, dijo después de un comienzo en falso y de la enésima referencia a la antinomia que domina toda la narrativa de Callejeros/CJS/Don Osvaldo: la de “los giles” vs. “los poderosos de siempre”.
Más tarde, Fontanet comentó con sarcasmo el tema de los carpinchos de Nordelta y recordó a Charlie Watts, baterista de los Rolling Stones fallecido días atrás. Ese fue el pie para una enérgica versión de Acordate, que entre las originales de Don Osvaldo fue una de las más cantadas por el público.
Luego, El saludo y el adiós se conectó con 9 de julio, quizás el estribillo que más atentó contra las restricciones impuestas contra el baile y la libre expresión corporal. Con gente haciendo pogo en sus sillas y una sensación de descontrol inminente, se escuchó con claridad el coro colectivo de los más de 1.200 presentes. Alguien aprovechó el momento para transmitirle en video, y por videollamada, ese instante inolvidable a una amiga que no pudo estar presente.
Cierre
Tras más de una hora de show, y luego de otro momento de comunión callejera con su melodía de saxo de Más allá coreada como canción de cancha, la incontinencia verbal del vocalista llegó a su punto más alto. “Me estoy ganando enemigos, ¿no? No pasa nada, a esta altura del partido…”, planteó luego de mezclar nuevas referencias a Oyarbide con comentarios hacia la Iglesia católica.
El final empezó a avizorarse luego de Espejito, espejito, donde se escuchó el primer intento de despedida. Tras una potente versión de Vaso sin fondo, llegó un interludio de piano con aires tangueros que se profundizó con la interpretación del inédito Lejos de la largada, que volvió a sumar al cordobés Pesci, presente también en el último lanzamiento de la banda, Estampita.
Sobre el final, Alma y Barrilete (“dedicada para todos los barriletes”, dijo Fontanet imitando el acento local y con Diego Maradona besando la Copa del Mundo como imagen de fondo en la pantalla) dejaron todo listo para el cierre definitivo, que llegó con Misterios y tras una hora y casi 50 minutos de espectáculo.
En esa última canción, el público se desahogó en el que fue el mayor momento de “agite” colectivo, y que encontró a la seguridad un tanto desbordada por la alegría de un público deseoso de más. Fue apenas un atisbo de regreso a la “vieja normalidad” que se cortó con la celeridad con la que el personal comenzó a desalojar la sala tras el último acorde. Quedaron resonando los ecos del aliento que se llevó Don Osvaldo en una nueva visita a Córdoba y quedaron en claro, también, las ganas de recuperar aunque sea una parte de ese ritual masivo que alguna vez fueron los recitales.
Mientras tanto, y con todo lo extraño que sigue siendo ir a ver un show así en tiempos de pandemia, Fontanet y los suyos repetirán por partida doble entre viernes y domingo. El aguante y la comunión están garantizados.
Lista de temas
Mis latidos
Ciegos
O no
Ojalá se los lleve
Vaivén
Dos secas
Tanto de todo
Evolución
Desierto
Los dueños
Acordate
El saludo y el adiós
9 de julio
Bienvenidos
Más allá
Al revés
Espejito, espejito
Vaso sin fondo
Lejos de la largada
Alma
Barrilete
Misterios
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