Despejar sospechas y ajustar la prevención
Mientras el fuego sigue consumiendo miles de hectáreas en montes y en campos de las Sierras de Córdoba, son muchas las dudas y escasas las certezas sobre el verdadero origen de las llamas.
Las conjeturas no difieren demasiado de las que proliferaron durante los últimos años, sobre todo con especial atención en la quema de pastizales, en una chispa que se disparó de un tendido eléctrico sin mantenimiento o en la probada y repudiable intencionalidad con fines diversos.
Esos y otros factores han puesto a los valles serranos bajo fuego y a miles de sus habitantes en estado de turbación por los riesgos latentes o, lo que es más grave, por haber perdido sus casas y sus pertenencias a causa de un desastre sin control.
Pero hay otras dudas que se vuelven sospechas y que deben ser esclarecidas por los organismos competentes, en especial por la Justicia.
Como informamos días atrás, se trata de la excesiva recurrencia de incendios en zonas determinadas. Por caso, el área del Gran Córdoba comprendida entre La Calera y Malagueño. También la vasta extensión de tierras del Ejército, a menudo escenario de ejercicios militares con armamento pesado.
Los propios bomberos con años de experiencia en estas lides no entienden demasiado la frecuencia con la que se declaran incendios en una misma zona.
¿Mera coincidencia o intereses subterráneos? Lo cierto y problemático es que se trata del área de la provincia con mayor recurrencia de incendios, lo cual llega a preocupar a funcionarios y a organismos que estudian la asiduidad de estos eventos.
En función del citado informe periodístico y en tren de enumerar un antecedente entre varios, el Laboratorio de Biodiversidad y Ecología de Conicet y la Conae (Comisión Nacional de Actividades Espaciales) determinó que entre 1987 y 2020 hubo predios de las referidas localidades y del campo militar que registraron hasta ocho incendios de magnitud, lo que no deja de levantar suspicacias.
Con todo, sería apresurado apuntar eventuales responsabilidades, más aún cuando hay una causa en la Justicia que debe avanzar sin interferencias, en bien de clarificar las recurrencias incendiarias y las verdaderas intenciones de los sujetos detenidos días atrás por avivar fogatas de manera premeditada.
Todo un entramado de dudas que, sin embargo, no debe relegar a un segundo plano el desastre que se vive en enormes extensiones forestales de las Sierras de Córdoba, con daños irreversibles a la flora y la fauna y con la mencionada conmoción y angustia de gente resignada a ser evacuada o autoevacuarse de sus viviendas amenazadas por el fuego implacable.
La prevención y los sistemas de alerta en vísperas de las temporadas de incendios, agravada en estos meses por una sequía atroz, deben guiar la acción de los funcionarios y de la ciudadanía en general, comprometida con salvar el degradado medioambiente. Y le queda al gobierno de Córdoba la irrenunciable tarea de asistir a los damnificados por un episodio devastador.
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