La Voz del Interior @lavozcomar: Desafíos y restricciones en la nueva etapa del programa

Desafíos y restricciones en la nueva etapa del programa

El Gobierno enfrenta un gran desafío para convertir en realidad sus propuestas de campaña y las actuales en un escenario que continúa siendo complejo. Alcanzar este objetivo implica elegir las medidas más adecuadas frente a relevantes restricciones políticas y sociales.

En el ámbito político, las restricciones impuestas por la oposición son claras y no necesitan declaraciones mediáticas para ser percibidas. Sin embargo, también se observa cómo el Gobierno, con su particular estilo, complica las negociaciones con sectores dialoguistas y diferentes grupos de poder. A esto se suman los propios problemas de gestión y las divisiones internas.

Estas dificultades han comenzado a ser notadas por el mercado. El apoyo inicial por la dirección que tomó el Gobierno para enfrentar los problemas macroeconómicos de Argentina en los primeros meses de gestión ha dado paso a la preocupación y las dudas sobre si podrán encaminar al país en un sendero de desinflación con crecimiento, recuperación de reservas y vuelta a los mercados internacionales de crédito. Las miradas se centran en el programa y en tratar de entender si contará con dólares y capacidad de gestión para ejecutarlo.

Estas dudas tienen impacto en las expectativas y, por ende, sobre los valores de los activos, la brecha cambiaria y las decisiones de inversión. El equipo económico ha decidido tomar medidas cambiarias intervencionistas para frenar el aumento de la brecha producido por el incremento del precio de los dólares financieros, pero con contradicciones notorias desde el lado de las reservas, lo que se ha reflejado en un aumento del riesgo país y dudas sobre la posibilidad de honrar los compromisos con bonistas.

El equipo económico se concentra mayormente en el frente cambiario y monetario, y deja en espera a la economía real, mientras se esfuerzan por mostrar el cambio logrado en los fundamentos de la economía, que modifican el contexto en que, entienden, debe analizarse el tipo de cambio. Mientras los sectores exportadores y financieros reclaman por el atraso del tipo de cambio real y el fin del cepo. Esa puja arroja como resultado la dificultad para acumular reservas por parte del BCRA.

A la frase popularizada por el presidente de que “no hay plata” ahora se debe agregar que tampoco hay dólares para enfrentar la demanda de importadores y los vencimientos previstos para 2025, que son muy exigentes (FMI, Bopreal, intereses y renta de bonistas privados y deuda del sector privado, entre otros). Sumado al hecho de que el campo no encuentra incentivos para liquidar con este tipo de cambio, más aún cuando accede a préstamos bancarios a tasa real negativa.

¿Cuál es la estrategia?

Daría la impresión de que la estrategia será durar con las condiciones cambiarias actuales o con pequeños retoques que balicen el rumbo, hasta que ingresen los dólares por el blanqueo que, en función de su magnitud, permitan alguna modificación en la política cambiaria o al menos brinden la posibilidad de mantenerla hasta la liquidación de la cosecha fina, y de esa manera sea el puente hasta llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que permita liberar completamente el cepo.

Ilustración Eric Zampieri.

Probablemente, el tiempo sea demasiado hasta contar con los dólares que necesita el ministro de Economía, Luis Caputo, para salir bien del cepo, como él plantea, y esto lleve al Gobierno a tomar medidas antes. Mientras Caputo se reunió en Río de Janeiro con la directora gerente del FMI, de donde trascendieron elogios cruzados, pero ni una fecha probable de un nuevo acuerdo.

El equipo económico comprende perfectamente cómo piensa el mercado y qué relato puede llegar a aceptar. Por ello, llaman la atención algunas de las recientes medidas anunciadas por el ministro Caputo, que parecieran tener por objetivo mantener la percepción de mejora por parte de la sociedad en variables clave, como la inflación, en peligro de acelerarse nuevamente de la mano de un aumento de la brecha.

Mientras tanto, para la mayoría de los ciudadanos la recesión sigue presente. La recuperación que se puede encontrar en algún sector no existe en sectores altamente demandantes de mano de obra como la industria, la construcción y el comercio, volviendo a estar el empleo entre las principales preocupaciones de la gente.

En este contexto, y a casi ocho meses desde el inicio de la gestión, la demora en avanzar sobre algunos problemas económicos probablemente no sea atribuible al miedo o la desorientación, sino a la prudencia. El equipo económico frena la velocidad de las reformas, preocupado posiblemente por las reacciones adversas de algunas medidas, que puedan superar los beneficios que valora la sociedad. Es el caso de la apreciación del peso frente al dólar, la demora en la quita de subsidios a la oferta de servicios públicos y la recesión extensa que no encuentra piso, todo a cambio de una inflación que muestre un sendero decreciente.

Así, muchas de las medidas que se presentaban como inspiradas en la ortodoxia económica han debido ser reemplazadas por medidas pragmáticas y heterodoxas. Esto ha llevado al Gobierno a recalcular hasta llegar al extremo de intervenir el tipo de cambio, bajo la excusa de una política monetaria que esterilice la emisión producida por la compra de dólares a exportadores, cuando días antes, en conferencia de prensa, el ministro y el presidente del Banco Central habían informado que sería la única fuente de emisión que permanecería abierta.

El aumento de la brecha y la presión sobre el programa son evidentes. Por ello, y en el intento de modificar expectativas, el Gobierno decidió complementar la medida de intervención cambiaria con otras que demuestren voluntad de ir quitando restricciones cambiarias y que puedan coadyuvar a disminuir la demanda de dólares financieros por parte de los importadores. Entre otras medidas, redujo el plazo de pago a partir del 1° de agosto, mejorando los plazos de liquidación de las importaciones a dos cuotas mensuales frente a los cuatro meses anteriores.

Finalmente, la preocupación aumenta, al igual que las presiones para una devaluación del tipo de cambio oficial y la eliminación del cepo. El Gobierno sabe del peligro inflacionario que dichas medidas producirán si son tomadas sin dólares líquidos en las reservas y se encierra en su estrategia de durar hasta que ese día llegue por algunas de las vías descriptas o por alguna otra que puedan estar coordinando. Las próximas semanas dirán quién gana la pulseada, pero, mientras tanto, la volatilidad en los mercados y el bajo nivel de actividad en la mayor parte de los sectores económicos estarán presentes un tiempo más.

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