La Voz del Interior @lavozcomar: Declaraciones indebidas de un embajador

Declaraciones indebidas de un embajador

El embajador argentino en Chile, Rafael Bielsa, en dos entrevistas concedidas a radios porteñas realizó indebidas evaluaciones de la dinámica política chilena, a la luz del resultado electoral del domingo pasado, que derivaron en un conflicto diplomático entre ambos países.

En la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el republicano José Antonio Kast, con un 28 por ciento de los votos, y el frenteamplista Gabriel Boric, con un 26 por ciento, se aseguraron el pase al balotaje, que tendrá lugar el 19 de diciembre.

En la mañana del lunes, Bielsa calificó a Kast como el representante de una “derecha pinochetista y rupturista” que “se propone desmantelar el Estado” y que bien podría alterar las más elementales reglas del juego democrático si llegara a la presidencia: “No es tan impensable que el proceso constitucional pueda ser interrumpido por Kast”, afirmó.

Además, agregó una definición que involucró en ese cuadro de situación a la actual gestión del presidente Sebastián Piñera: “Siempre creí que la derecha en Chile no iba a dar espacio a un ciclo inverso”, sostuvo.

Si dentro de las funciones de un embajador se puede apuntar el tener que informar responsablemente a su gobierno sobre las perspectivas políticas del país en el que se encuentra, nuestro representante dio a entender la tesis que puede haber estructurado sus documentos: Piñera trabajaría para que lo sucediera alguien de su sector.

Cuando uno lo expresa de este modo, descubre que los supuestos informes del embajador Bielsa resultarían totalmente inútiles: ¿en qué país del mundo hay un gobierno que no busque entregarle al mando a alguien de su propio signo ideológico? ¿Acaso la política, más allá de la elemental norma de la alternancia, no aspira siempre a la continuidad?

Ahora bien, en la adaptación radiofónica de su tesis, Bielsa sancionó negativamente la posible continuidad del ciclo de la derecha chilena. Piñera y Kast estarían complotados contra la democracia: el primero habría obrado de modo que el segundo pudiera ganar y quebrar, en su momento, el proceso constitucional.

Vale aclarar, con todo, que Kast no era el candidato del oficialismo sino de una corriente de la derecha que hace años se diferenció de la coalición de centroderecha con la que Piñera llegó dos veces a la presidencia.

La respuesta chilena fue inmediata: las declaraciones de Bielsa fueron consideradas una “intromisión inaceptable en los asuntos internos de Chile” y que “vulneran normas de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas”, al violar el principio de “no injerencia”.

El canciller Santiago Cafiero tardó más de 10 horas en comunicarse con su par de Chile, Andrés Allamand, para desautorizar al embajador y comprometerse a que Argentina trabajará “con el gobierno que resulte ganador una vez que finalice el proceso electoral”, sea cual fuere.

No es la primera vez que un embajador de carácter político provoca situaciones inapropiadas. Como hemos dicho en otras ocasiones, cuando la política exterior argentina es determinada por la ideología de una facción, el país queda en una situación vergonzosa.

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