Decime, por favor, qué recordás
Te juro que trato, pero no me puedo acordar.
Tengo imágenes sueltas, como el salón iluminado, un gato, las compañeras esperando que comience la clase… y el profe pidiendo que hiciéramos una ronda.
Pero no estoy segura; se me mezcla todo.
¿Desde el comienzo? Bueno, con papá pasamos a buscar a mi amiga nueva y fuimos a la academia. Nos dejó en la puerta; de eso me acuerdo bien porque pasó una moto y me asusté. Después entramos al salón.
Estaba igual que el año pasado: las paredes manchadas, olor a humedad y las mismas sillas rotas en el fondo. En ese momento, se cruzó el gato (el mismo de todos los años), que corría detrás de un pájaro asustado.
Era el primer encuentro después de las vacaciones; entonces, todas se saludaban.
(Mamá, me lo preguntaste mil veces; no puedo saber cuántas éramos).
Después apareció el profe; aunque no estoy segura si fue en ese momento o antes…
Hicimos silencio y nos acomodamos, para empezar. Él estaba distinto, no sé… más serio, o enojado.
Dijo lo que dice siempre al comienzo de cada clase: “Hagan una ronda”. Ni buenas tardes, ni buenas noches, ni cómo están: una ronda.
Ahora que pienso, eso pasó después de que yo volví del baño.
Sí, había ido sola. Ya sé, mamá, siempre me pedís que vaya de a dos o de a muchas… Pero, no sé por qué, en ese momento estaba sola en el baño y de pronto apareció él.
Má, estoy muy transpirada. ¿Puedo ir a bañarme? Bueno, no te pongas mal, te sigo contando y después voy.
Entonces: estaba en el baño sola y apareció el profe. No, no me animé a preguntarle que hacía ahí. Él solamente me miraba fijo y ¡ahora me acuerdo! me pasó la mano por la cabeza… sí, por el pelo. Yo no hice nada; me quedé quieta.
¡No sabés lo linda que estuvo la ronda! Cada una tenía que presentarse: decir su nombre y la edad; 12, 13… Las nuevas son más chicas.
Perdón, me acordé de eso y me pareció divertido.
¿Qué pasó en el baño? Ya te dije, él estaba ahí, se acercó, me tocó la cabeza… Ah, y me preguntó si me sentía bien. Yo le dije que sí, que me sentía bien, y después no me acuerdo de nada más.
Ma, me duele la panza, ¿podemos seguir hablando más tarde? Bueno, dale… ¿Le vas a contar esto a papá?
Empezamos a correr en ronda, pero todas estaban desparejas, se movían distinto; parecían estar en otra. Algunas me miraban como si no me conocieran, o como si hubiera hecho algo malo.
¡Grité! ¡Ahora me acuerdo! Cuando estaba en el baño, en un momento grité. Entonces, de la nada, aparecieron unas compañeras que me abrazaron.
¿El profe? Se fue, creo, porque lo volvimos a ver recién en el salón.
Sí, las chicas me ayudaron a arreglarme el pelo. No, en ese momento no dijeron nada, aunque ninguna quería volver a la clase. Fuimos igual. Bailamos un rato -nada nuevo- y cuando terminamos, todas se fueron rápido.
Y me viniste a buscar.
¿Los teléfonos de mis amigas? Ahora te los paso. ¿Ahora sí puedo ir a bañarme?
…
Un olvido transitorio puede maquillar desagrados, dolores o alguna injuria.
Un olvido permanente, en cambio, puede anudar todo para siempre.
Recordar cura; a veces, para siempre.
* Médico
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