De Macri a Milei: Córdoba cambió en busca del cambio
Córdoba volvió a su vieja costumbre de votar contra la corriente en una elección nacional: pasó de ser la capital del macrismo a votar mayoritariamente a Javier Milei, aun teniendo a Juan Schiaretti como candidato presidencial.
El gobernador cordobés logró ayer casi todos los objetivos que se había propuesto en su intento nacional, menos el de ser el más votado en su propia provincia.
El peronismo cordobés pudo celebrar: logró tres bancas de diputados y Schiaretti sumó casi 85 mil votos cordobeses desde las Paso y llegó a los 29 puntos en la provincia. Pero Milei sacó 33,5 por ciento, porque le arrebató a la coalición opositora la bandera del cambio.
No obstante, el voto cordobés no cambió en lo esencial: ratificó su perfil antikirchnerista. Sergio Massa, protagonista de la gran hazaña política de dar vuelta una elección que parecía perdida para el Gobierno nacional –y de hacerlo siendo el ministro de una economía incendiada– sacó apenas el 13,3% de los votos dentro de los límites de la provincia.
Ese porcentaje implicó una mejora sustancial para Unión por la Patria desde las Paso, pero así y todo se trata del peor resultado del país para el ganador de la elección.
Massa tiene ahora un desafío particularmente exigente en Córdoba, y anoche mismo empezó a dar señales contundentes hacia el electorado de Schiaretti: es vital que la mayor parte de los peronistas cordobeses opte por Unión por la Patria en la segunda vuelta para que Massa mantenga parte de la diferencia que logró ayer sobre Milei.
Sin señales
Schiaretti no dio señales de lo que hará el peronismo cordobés en el balotaje.
En un discurso en el que midió cada palabra, el gobernador volvió a plantear todos y cada uno de los puntos que reclamó durante la campaña: equidad en la distribución de los subsidios nacionales; federalismo; alivio de la presión fiscal al agro; cultura del trabajo y la producción, y mayor presencia del interior del país en la agenda nacional.
La insistencia en esos puntos se pareció mucho a una fijación de condiciones para el candidato que pretenda el respaldo del schiarettismo en la segunda vuelta.
En el peronismo cordobés, nadie logra discernir todavía qué harán Schiaretti y su sucesor Martín Llaryora –de momento, parece seguro que harán lo mismo– ante el escenario que plantea el balotaje: la encrucijada no es sencilla para el oficialismo cordobés.
Una reincorporación sin más al peronismo nacional no parece una opción mientras el kirchnerismo continúe marcando el norte del Gobierno. Massa sin dudas intentará disimular esa presencia, porque no sólo necesita los votos del peronismo cordobés para ganar en segunda vuelta: también necesita los del radicalismo y los de quienes se sentían representados por Horacio Rodríguez Larreta.
Un alineamiento con Milei tampoco parece una opción sencilla de digerir para quienes ayer votaron a Schiaretti. Pero en el peronismo cordobés se acepta como un hecho que en esta circunstancia política, optar por la prescindencia luego de sacar 6,8 puntos (más de 1,7 millones de votos) sería una condena a la intrascendencia.
Si esa fuese la decisión de Schiaretti, también es posible que la decisión de Llaryora sea diferente. El sucesor empieza a pensar en la complejidad que supone gobernar Córdoba y en la importante oportunidad de negociación que la Provincia tiene por esta circunstancia política: resolver el crónico problema de la Caja de Jubilaciones, por ejemplo, sería muy sencillo en un mano a mano con el futuro presidente.
Oposición en fuga
La elección nacional también confirmó otra circunstancia favorable para el peronismo cordobés: Llaryora tendrá frente a sí una oposición que fue empeorando su desempeño en cada una de las elecciones de este año. La mayoría que Juntos por el Cambio obtuvo en la Legislatura provincial y en el Tribunal de Cuentas ya no preocupa al peronismo, que confía en que ese interbloque opositor muy pronto se fragmente.
Luis Juez y Rodrigo de Loredo no logran consolidar un liderazgo, y ni siquiera es seguro que tengan la misma preferencia de cara a la segunda vuelta. Empiezan a tornarse indisimulables el desacuerdo y el pase de facturas entre los diferentes sectores de la colación opositora, que ayer cedió cuatro de las seis bancas de diputados que puso en juego.
El schiarettismo no pierde oportunidad de recordar que si Juez no hubiese obturado la posibilidad de concretar el “frente de frentes” que ya habían acordado Schiaretti, Rodríguez Larreta y Gerardo Morales, tal vez el resultado de ayer hubiese sido diferente para Juntos por el Cambio.
Tarde para lágrimas: lo que sigue es un largo camino cuesta arriba para la coalición opositora, y en Córdoba, un campo despejado para la larga hegemonía del peronismo. Máxime cuando La Libertad Avanza, ganadora de la elección, es casi inexistente como fuerza provincial.
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